Inicio ¿Es que la injusticia contra ellas no tiene fin?

¿Es que la injusticia contra ellas no tiene fin?

Por Leticia Puente Beresford*

El caos de la humanidad y la injusticia (en su máxima expresión, a todo lo que dan), todos los días, a cada instante, se concentra en un rostro o cuerpo de mujer.

Así lo muestran los medios de comunicación, que se dan vuelo para reflejar la tragedia que todos los días enfrentan las niñas y las mujeres del mundo. No es para menos, tragedia e injusticia en esta época moderna nos dejan atónitas, sin palabras, sin discurso, nos patea las entrañas.

Así lo dijo una hermana de Neda Soltan, la iraní de 19 años caída, víctima de una certera bala que la mató, junto con sus ilusiones de libertad, mientras el video del asesinato daba la vuelta al mundo. Su delito: estar presente en la demanda de ‘proceso electoral limpio’.

«Soy iraní… mi hermana murió, porque la injusticia no tiene fin», dijo la mujer.

También Time refiere así la situación en este Irán hoy revuelto en el moderno Twitter: «Una mujer dijo que, un día después de las elecciones presidenciales, el PPL tocó a su puerta a las dos de la mañana, dijeron que eran agentes de inteligencia, se llevaron a su hija, y escuchamos que estaba muerta en Shiraz, a fuego rojo, utilizado en otras ciudades». Por eso el gobierno iraní intenta limitar el acceso de Time a la información que ahí se genera.

La prestigiada revista dice que «las y los protestantes saben que no están solos». El artículo se titula «El momento» y destaca una fotografía de media plana, con la imagen de dos mujeres iraníes durante la protesta, con cubrebocas, vestidas de negro completamente, hasta el cabello, una de ellas cámara fotográfica en la mano y la otra haciendo la señal de amor y paz conocida en el mundo.

Esa violencia sobre las mujeres, que se refleja en sus rostros, ocurre también en la República Democrática del Congo, donde un grupo de soldados amotinados violentaron sexualmente a 20 mujeres internas.

Human Rights Watch (HRW), por voz de Anneke Van Woudenberg, afirmó que «la violación sexual de las mujeres prisioneras llevada a cabo el domingo pasado en una institución de gobierno es sumamente angustiante. Esto es un horrible, ejemplo de lo que ha estado pasando en todo el sistema de prisión del Congo».

Así lo relata la Agencia Reuters, quien también indica que Naciones Unidas ya elevó su protesta.

Esta situación de violencia que viven millones de mujeres y niñas en todas partes del mundo siempre es motivo de reflexión sobre la necesidad de nuevos modelos de acciones y llamados de urgencia para frenarla.

Asha-Rose Migiro ha comprometido el apoyo de las Naciones Unidas para terminar la violencia en contra de las mujeres, la cual, dijo, requerirá de nuevas leyes, aplicar las ya existentes y trabajar para el cambio, realizar lo imposible y cambiar también el modo de pensar que contribuye a este flagelo.

‘Tenemos mucho trabajo por delante, acotó. «La violencia en contra de las mujeres está en todas partes, en cada continente, en áreas pobres y suburbios ricos». Así lo dijo en Noruega, el pasado 19 de junio.

«Sin embargo, aunque los desafíos para terminar con la violencia en contra de las mujeres continúan siendo monumentales, por lo menos no es más una tarea aislada», señaló ante ministros de justicia europea, durante una reunión cuyo tema era «Romper el silencio de la violencia doméstica».

«Más y más líderes alrededor del mundo están uniéndose a esta lucha. Y más y más individuos entienden que cualquier abuso en contra de una mujer es intolerable», afirmó la funcionaria de la ONU.

Migiro señalo que la violencia doméstica es «especialmente maligna». Sobrevivientes de todo el mundo enseñan que la mitad de las mujeres que mueren en homicidios son ejecutadas por sus esposos o compañeros.

Las mujeres «pierden la vida con un disparo de arma, golpeadas, quemadas y otras horrendas formas de abuso», subrayó la funcionaria.

«Esta violencia es perversa y sus efectos se esparcen por doquier», añadió. No solo son víctimas las mujeres en forma individual, las sociedades completas sufren las mayores consecuencias, dijo.

Rompiendo el silencio se contribuye a terminar con la cultura de la impunidad, y para proteger a las mujeres y a las niñas se requiere de «adoptar nuevas leyes, ejecutar las ya existentes y trabajar arduamente para cambiar las actitudes que condonan, perdonan o ignoran la violencia cometida en contra de las mujeres», remató Migiro.

Mencionó la campaña UNiTE, que llama a las y los líderes del mundo a realizar acciones nacionales para alcanzar las metas trazadas para el 2015, ya establecidas por el secretario general Ban Ki-moon.

«Para ese momento, queremos que todos los países tengan leyes fuertes, planes de acción, medidas preventivas y sistema de colección de datos. Estos son los elementos esenciales para detener todas las formas de violencia doméstica», mencionó.

Desde ese momento, ya el propio Ban Ki-moon, condenó los horribles crímenes cometidos en contra de las mujeres y niñez del Congo.

Pero, pregunto: ¿hasta cuándo se logrará aplicar la ley en contra de los causantes de la violencia en contra de las mujeres y las niñas? ¿No basta ya de tanta atrocidad sufrida por ellas?

Urge el cambio de actitudes, no más condonar, perdonar, ignorar la violencia que se comete contra las mujeres. Aquí, un juez dijo: «entre las y los demandantes que comparecen hoy, ¿alguien tiene qué ver con la violencia doméstica? Que levante la mano».

Y tímidamente, casi sin notarse, la mujer de enfrente, toda vestida de negro, afroamericana, apenas sí levantó la mano. El juez la vio. «Pasa con el abogado, él te atenderá», dijo.

La mujer se levantó. Como pudo se cubrió su rostro. Es que las mujeres no queremos que nadie se entere de que somos golpeadas, no queremos que nos vean así. Una sensación que a nadie deseamos.

Terminemos, pongamos fin a la violencia, rompamos el silencio. No dejamos más que impere la injusticia.

* Feminista y periodista, corresponsal de Cimacnoticias en Nueva York.

09/LPB/GG

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