Inicio Yo… mando y decido sobre mi cuerpo

Yo… mando y decido sobre mi cuerpo

Por Leticia PuenteBeresford

Ahora la palabra a debate, a modo para la mujer, es la de «sustituta», que involucra el sistema reproductivo por rentar nuestro útero.

El viernes pasado, en la televisora pública neoyorkina se transmitió un reportaje en el programa «Now», realizado por la periodista María Hinojosa, titulado «Sustituta: ¿útero en renta?»

Aquí, las imágenes y las entrevistas le dan todo el énfasis al mercado de la venta de niños y niñas, actividad que no es castigada por las leyes, ya que se trata de rentar el sistema reproductivo de la mujer.

Pero, entonces, surgen interrogantes como ¿por qué se castiga a la mujer que renta su cuerpo? O qué, ¿se dedica a la prostitución?

En fin, que el hecho es que en este país existen empresas dedicadas a cubrir la demanda de sustitutas de matriz, actividad que está en el mercado, que es comercial y que da solución a los problemas de maternidad de mujeres estériles o de hombres que quieren ser padres.

El comercio de los vientres de las mujeres se presenta en el momento preciso en que son pagadas por cargar y parir hijos o hijas de padres que no pueden embarazarse. Esta actividad está prohibida en la mayoría de los países subdesarrollados o en vías de desarrollo, pero no en Estados Unidos.

En su reportaje Hinojosa indico que tal prohibición hace de Estados Unidos «la tierra de la oportunidad para padres en el mundo».

Sin embargo, la periodista descubrió que no todo es color de rosa en este negocio, pues una agencia de sustitución rompió su compromiso con una mujer «sustituta de matriz». El caso despierta sospechas sobre el servicio que ofrece este singular negocio y, al mismo tiempo, sobre la necesidad de regulaciones en este país, dado que defrauda y victimiza.

Con anterioridad, medios impresos como el New York Times han tocado el tema, como en 1987, cuando Iver Peterson indicó que la sustitución de útero tenía que ver con la ética y la ley. También se refirió al producto como la reducción de un bebé humano a una comodidad, de acuerdo con líderes religiosos católicos romanos y judíos ortodoxos. En tanto, otros opinan que esta sustitución no es otra cosa que una relación de padre biológico y madre adúltera.

En ese entonces, reporta el diario neoyorkino, algunas feministas afirmaron que ese tipo de sustitución «es un asunto privado de la mujer», que «no debe ser objeto de una interferencia moral o legal».

El caso del rompimiento de contrato de una mujer «sustituta de útero» –la que entrevistó Hinojosa y siguió su caso durante 14 meses– es más que elocuente de lo que significa este negocio: mercado de bebés.

La madre sustituta, madre de dos niñas, decidió contratarse y rentar su útero. La agencia en cuestión no volvió a contactarla, de tal suerte que entró en comunicación con los padres del bebé que estaba albergando en sus entrañas; les dijo que no tenía dinero para los gastos de alumbramiento, lo que le abría la posibilidad de abortar. Los padres del bebé ya habían pagado 50 mil dólares y sólo estaban a la espera de éste.

La periodista siguió el caso. Descubrió que la dueña del negocio de sustitución de útero simplemente desapareció y cerró la empresa que le había dado ganancias superiores a los dos millones de dólares.

Por su parte, Elisabeth Eavens, de la revista Forbes, da un tratamiento más financiero al asunto y titula su investigación: «¿Quieres trabajar por tres dólares la hora? Emplear a una mujer para que geste a un niño o una niña es hoy el centro de la práctica.

De 2004 a 2006 la American Society for Reproductive Medicine reporta un aumento del 30 por ciento en nacimientos por el método de sustitución de úteros, tan sólo en 2006 nacieron por este sistema mil 59 niños y niñas. Así, se hace más visible y por ende más controvertido, toda vez que intervienen los sentimientos, la moral, lo emocional, lo ético. Y más aún, lo económico.

El centro del negocio de la gestación está en estados como Ohio o California, donde es más permitido, como se permite el turismo sexual en Tailandia o Costa Rica. En este sentido, Estados Unidos es hoy el destino turístico de la gestación.

Y ya sobre la base del negocio redondo, la mujer sustituta de útero es contratada para gestar por 20 mil dólares, lo significa el pago de tres dólares por hora durante los nueve meses del embarazo.

Eaves precisa que serían 266 días o seis mil 384 horas, aunque el New York Times consigna un salario de 12 mil dólares, lo que equivaldría a un pago de 50 centavos la hora por gestar a un nuevo ser humano.

El hecho es simple, el negocio es el que importa. El mercado está, la oferta y la demanda también. En este comercio se menciona además a las mujeres de la India.
Y es ahí donde ya se habla de explotación. Los vientres, el alquiler de las matrices de las mujeres están ya en el mercado, a un precio que oscila entre los 25 mil y los 518 dólares por gestación.

Los famosos, las famosas, y los y las que no lo son están en este mercado, en este negocio de renta de inmueble. Las cortes y las legislaturas no la pasan muy bien en el análisis del tema.

En su página de internet, en tanto, el debate continúa. «Now» pregunta quiénes están a favor, en contra o no saben sobre la renta de vientres.

Y de un total de 500 votantes a los que se les pregunta:

¿Está mal pagar a las mujeres que gestan bebés y les dan esperanza a los nuevos padres?

El 49 por ciento opinó que no está mal.
El 39 por ciento dijo que sí está mal.
El resto dijo no saber.

Lo cierto es que en este negocio, para variar, la mujer es la que menos paga recibe y sí, en cambio, se lleva toda la crítica. Una vez más el cuerpo de las mujeres está en el centro del debate, aunque quien decide que hacer con mi cuerpo, con mi útero, con mi reproducción, con mi derecho a decidir soy yo.Nadie más.

09/LPB/LG

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