Les comento que después de hacer una breve, pero sustanciosa, mirada al pasado, con un poco de retorno al presente para encontrar un futuro inmediato que dé solución a la violencia diaria que impera en el planeta y que, por desgracia recae en las y los mas débiles, no encuentro otro camino que el de la ley. El imperio de la ley.
Ésa es la respuesta. Porque no se vale que quienes valerosamente defienden a las y los desprotegidos tengan que vivir a diario entre el terror y el miedo, sentimientos que amenazan con silenciar lo simple y lo llano de la aplicación de la justicia apegada a la ley y al derecho.
El vacío más grande del mundo no es que se conozcan las leyes que rigen una nación, sino que se apliquen. ¿Acaso la ley es corrupta? ¿O lo son quienes se encargan de aplicarla? ¿O la ley es mediocre…?
Este tema trastoca mi libertad de vivir sin violencia, como lo indica la ley. Me calienta la sangre y me obliga a pronunciarme, una vez más en contra de todas y todos aquellos que se atreven no sólo a violentar la ley, sino a vivir al margen de ésta; contra quienes llegan a poder de un gobierno u obtienen un Premio Nobel y terminan por escudarse tras la cultura y el arte para gozar de impunidad.
Lydia Cacho ya lo dijo en Michigan, donde la universidad local le otorgó la Medalla Wallenberg para premiar su humanismo y su manera de hablar con la verdad en su cruzada de denuncia contra pedófilos, contra la trata y el comercio sexual infantil. Ahí sostuvo que vive bajo amenaza todos los días, pero que ella opta por no tener miedo a esos monstruos.
Así, comentó en annarbor.com que: «todos los día me despierto y lo primero que elijo es ser feliz, no tener miedo a esos monstruos. Escojo no vivir con miedo. Escojo no vivir en el enojo. La violencia es saludable para mi y pienso que me hace mejor periodista». Muchas veces, Lydia no duerme en su propia casa.
Cuando le preguntaron qué la diferencia de las demás mujeres de su país, afirmó: «compartimos los mismos problemas». Y es que su lucha la coloca al lado de las aliadas y los aliados del mundo que buscan la justicia. No es de extrañar que John Godfrey dijera que era un honor presentarla, pues «ella habla en todos los frentes sobre la corrupción y la violación de derechos humanos en Mexico. Es realmente admirable», indicó el presentador durante la ceremonia de entrega del premio.
Lydia aprovechó la oportunidad para fijar su postura con respecto al libro de Gabriel García Márquez Memoria de mis putas tristes, el cual, indicó, «promueve la prostitución infantil». Y es que ella habla públicamente sobre las muchas mujeres muertas en Ciudad Juárez por la guerra de las drogas y la corrupción asociada a la Iniciativa Mérida. No debemos olvidar que Estados Unidos le otorgo a México 400 millones de dolares para pelear contra el tráfico de drogas y el lavado de dinero.
Actualmente Lydia Cacho está escribiendo un libro que habla de la trata de niñas y niños y de mujeres en el mundo. Aún no le da titulo, pero ella sabe que no está sola en esta lucha. La ONU retomó el tema este mes e insistió, por medio de un reporte de la Unicef fechado el 7 de octubre, en que los derechos de las niñas y los niños se violentan en todo el mundo, muchas veces con consecuencias irreparables: «este abuso se comete en condiciones de ilegalidad y por la vía secreta, situación que hace de su cuantificación un desafío».
El propio escritor José Saramago se ha sumado a esta lucha; en su blog El cuaderno de Saramago escribió recientemente que es necesario reforzar las penas de prisión para los asesinos de mujeres.
Puesto que la delicada sociedad en que vivimos se escandalizaría con medidas de exclusión permanente para los autores de este tipo de crímenes, por lo menos que se agraven hasta el máximo las penas de prisión, indicó, y explicó, además, que la mujer, históricamente sometida al poder y la tiranía masculina, ha sido reducida a algo sin mayor utilidad que la de ser criada del hombre y simple restauradora de su fuerza de trabajo:
Las mujeres son apaleadas, brutalizadas sexualmente, esclavizadas por tradiciones, costumbres y obligaciones que ellas no eligieron y que siguen manteniéndolas sometidas a la tiranía masculina. Y, cuando llega la hora, las matan, aseguró.
Estas reflexiones tuvieron lugar después de que se conociera, este fin de semana, la muerte de Marta del Castillo, una menor que llevaba semanas desaparecida y cuyo ex novio confesó el sábado pasado ser el autor de su asesinato.
Sin contar este caso, en lo que va de año, en España, cuatro mujeres perdieron la vida a manos de sus parejas o ex compañeros en La Coruña, Valencia, Madrid y Sevilla
Pero aún hay más para lamentar: se dice que el director cinematográfico Roman Polanski, arrestado por estar involucrado en la violacion de una menor de 13 anos en 1977, «está muy deprimido», y ya se habla en los medios de comunicación de una indemnización de medio millón de dólares. Al respecto, el ministro de cultura francés, Frederic Miterrand, defensor del cineasta, escribió en su libro La mala vida: «su hábito de pagar a niños… Todo este ritual del mercado de los jóvenes, del mercado de esclavos, me excita enormemente».
Sí, en un mundo donde debería imperar la ley por la que lucha Lydia Cacho, a él le encantan el comercio sexual y la trata de infantes, de mujeres…
*Periodista y feminista mexicana. Corresponsal de Cimacnoticias en Nueva York.
09/LP/YT
