Inicio Las trampas del presupuesto

En estas circunstancias, cualquier aumento o creación de impuestos es altamente lesivo para el ingreso y, desde luego, para el consumo, sin contar con que en el 2010 se enfrentará un impuesto oculto: la inflación.

La nueva Ley de Ingresos de la Federación aprobada por el Congreso de la Unión considera la captación de tres billones 179 mil 47 millones de pesos con un IVA del 16 por ciento; tres por ciento en telecomunicaciones, excepto internet; 30 por ciento de ISR a partir de 10 mil 300 pesos de salario; alzas a los impuestos a la cerveza, las bebidas alcohólicas, el tabaco y los juegos de apuestas. El déficit fiscal se incrementó a 0.75 por ciento del Producto Interno Bruto, y el precio estimado del barril de crudo, a 59 dólares.

Los impuestos o la política fiscal no son un fin en sí mismo, sino un medio para lograr fines sociales y económicos por medio de su aplicación en el gasto público; en este caso en particular deberán verse reflejados en inversión productiva que genere empleos, educación, salud y vivienda.

Lo que es francamente lamentable es la aprobación que la Cámara alta dio a la exención por dos años para el pago de derechos a los consorcios que ganen la licitación del espectro 1.7 Mghz, es decir, para el futuro triple play.

Esto significa la pérdida de seis mil millones de pesos que, sumados a los más de 11 mil millones de pesos perdidos por la decisión de reducir de 60 a 25 por ciento el cobro para 2010 de los saldos diferidos de impuesto con antigüedad mayor a cinco años en el régimen especial de consolidación fiscal. Así, la iniciativa privada se está ahorrando algo así como 17 mil millones de pesos a costa del erario público y de los que sí pagan impuestos.

Estos recursos bien podrían cubrir los programas del combate a la pobreza. No cabe duda que las decisiones electorales permean ampliamente las políticas públicas.

Por lo que concierne al fin de la recesión económica anunciado por el presidente, cabe
considerar que esta cifra de crecimiento de más del 2 por ciento con respecto al trimestre anterior del mismo año, lo que se debe a un claro efecto de rebote y a la recuperación que presentó el sector servicios tras los efectos de la influenza. El pronóstico para 2009 es una caída del PIB del orden del siete al ocho por ciento.

Tampoco se pueden echar las campanas a vuelo por la recuperación de la economía estadounidense, que supuestamente nos va a arrastrar: el desempleo tiene una tasa de 10.2 por ciento, la más alta en 26 años; es previsible una recuperación lenta del mercado de trabajo y del consumo privado. La fragilidad financiera está ahí todavía.

*Economista especializada en género

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09/CP/YT

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