A estos niños y niñas se suman miles de jovencitas de 15 a 24 años que están en situación de ni nis, porque ni estudian ni pueden conseguir trabajo. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), en México más de un millón 340 mil jóvenes, esto es, el 11 por ciento de quienes tienen entre 17 y 22 años, se hallan en la «penuria de la educación y la marginación», lo que significa tener menos de cuatro años de escolaridad.
De cada 100 habitantes del país sólo 18 cuentan con ingresos suficientes y con todos los derechos sociales cubiertos -educación, servicios de salud, seguridad social, calidad y espacios de vivienda, acceso a los servicios básicos y alimentación-; cifras del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), 2006-2008.
Sin garantía de la educación
Se acabaron las expectativas de capilaridad social que durante décadas tuvo la sociedad mexicana y que descansaban especialmente en el acceso a la educación; no sólo de los sectores populares, sino también de las clases medias. Era la esperanza de los pobres mandar a sus hijos a la escuela para que fueran «alguien en la vida» y para salir de pobres; después obtener una beca del Conacyt para un posgrado y construirse un proyecto de vida.
La educación privada cada vez es más inaccesible para los sectores medios, que frente a la reducción de sus ingresos no tienen más opción que la educación pública y las mejores alternativas en el mercado de trabajo son para los egresados de las Universidades privadas.
De acuerdo con el tercer informe del Banco de México (Banxico)sobre inflación, la variación en los precios de la educación osciló entre 5.67 y 4.13, de junio a septiembre de 2009, cifras muy superiores a la meta de inflación del 3 por ciento, fijada para ese año.
Este proceso no sólo es resultado de la crisis que, si bien lo agudiza,en realidad se inició después de la década de los 90’s.
¿Cómo ha afectado esto a las mujeres?
En 2005 y con base en información del Consejo Nacional de Población (Conapo), el 9.6 por ciento de la población femenina de 15 años o más no contaba con ninguna instrucción formal, mientras que entre la población masculina esta cifra fue de 7.2 por ciento.
Por otra parte, en el mismo año, la tasa de alfabetización entre mujeres ascendió a 89.7 por cada 100; en cambio, para los hombres fue de 91.7 varones por cada 100. Finalmente, en 2005 el rezago educativo alcanzaba a 43.4 por ciento de los varones en edad escolar que no podían concluir sus estudios básicos por problemas de inasistencia, deserción o reprobación, mientras que 47.3 por ciento de las mujeres se encontraba en esta situación.
En la población indígena se recrudece esta problemática.
La tasa de alfabetización de las mujeres indígenas asciende a 602 mujeres mayores de 15 años que saben leer y escribir, por cada mil mujeres indígenas de la misma edad. Se puede observar que, para prácticamente todos los grupos etnolingüísticos, dicha tasa es menor a la de las mujeres no indígenas (923 por cada mil) y a la de los hombres indígenas (767 por cada mil).
Aunque las adolescentes indígenas alcanzan niveles de alfabetización cercanos a los de sus coetáneas no indígenas, las mujeres de entre 20 y 24 años que pertenecen a algún grupo etnolingüístico tienen una tasa de alfabetización semejante a las mujeres no indígenas entre 55 y 59 años, diferencia que evidencia el dramático rezago educativo en el que se encuentra este grupo de la población.
Por otro lado, la tasa de asistencia escolar también es menor entre la población indígena. Mientras que la población femenina no indígena en edad escolar tiene una tasa de asistencia de 812 mujeres por cada mil, entre las indígenas ésta asciende a 693 mujeres por cada mil.
En México la tasa de asistencia escolar tiende a disminuir drásticamente alrededor de la adolescencia, tanto entre los hombres como entre las mujeres. Sin embargo, mientras que la tasa de las mujeres no indígenas presenta una reducción de 42 por ciento, entre la población de mujeres indígenas la diferencia es de 61 por ciento.
Análisis por localidades
Si se analiza por género y por tamaño de localidad, la población de 15 a 29 años que asiste a la escuela, se observa que en todos los tamaños de localidad -de menos de 2 mil 500 habitantes a 100 mil y más habitantes-, el conjunto de población masculina que asiste a la escuela es superior a la femenina, especialmente en aquellas poblaciones de menos de 2 mil 500 habitantes (datos del Inegi, 2005).
Por otra parte el porcentaje de población femenina sin escolaridad -15 años y más-, es de 9.6, mientras que la masculina es de 7.2. En Chiapas la proporción es de 24.6 y 15.8, respectivamente, es enorme la diferencia que existe en el porcentaje de mujeres sin escolaridad.
Mientras que el porcentaje de la población que asiste a la escuela a nivel nacional (12 a 14 años), es de 90.1 para las mujeres y 90.0 en hombres, es una diferencia mínima pero que se acentúa con la pobreza, en Chiapas el porcentaje es de 86.2 en hombres y 82.1 para mujeres.
En el grupo etario de 20 a 29 años, a nivel nacional, la proporción de población femenina que asiste a la escuela es de 12.8, inferior al 14.7 de la población masculina. Sin embargo, en el estado de Guerrero es menor el porcentaje de población que en esta edad asiste a la escuela y es poca la diferencia entre géneros: 11.7 hombres y 11.1 mujeres.
De cualquier forma es muy bajo el nivel de población que tiene acceso a la educación media y superior, tanto la masculina como la femenina.
Para el nivel de posgrado se repite este fenómeno, hay una diferencia de 6 885 educandos, a favor de la población masculina.
La vulnerable condición de trabajadoras
En estas condiciones, evidentemente las mujeres se incorporan a la vida económica en actividades precarias, de tal forma que de cada 100 personas que cuentan con una pensión laboral sólo 25 son mujeres. Lo que demuestra la condición tan vulnerable que tienela población femenina en la tercera edad.
A nivel nacional el plus de horas que trabajan las mujeres es de 10.4, sumando trabajo doméstico y extradoméstico y como esto también está asociado a la educación y a la pobreza en Chiapas, por ejemplo, la jornada aumenta a 15.9 horas, cifras del Instituto Nacional de Estadística e Informática (Inegi), 2007.
En esta entidad se conjugan varios factores: pobreza extrema; marginalidad; discriminación, analfabetismo, bajos niveles educativos, altas tasas de fecundidad y mortalidad materna; una economía agrícola de subsistencia y una gran población femenina indígena.
Por ejemplo, la tasa global de fecundidad es de 2.13, pero en Guerrero asciende a 2.49 (datos del 2007), y es sabido que este es un factor que limita la liberación de carga de trabajo doméstico para las mujeres.
Si vinculamos las tasas globales de fecundidad con la participación de la mujeres en las actividades económicas, resulta que en las mujeres inactivas esta tasa es del doble (4), en tanto que las mujeres que participan en el mercado de trabajo tienen una tasa de 2.2 (Conapo, 1990).
El número de hijos en las mujeres sin educación es de 4.9 y en las de secundaria o más se reduce a 2.5.
Lo mismo sucede con el porcentaje de mujeres usuarias de métodos anticonceptivos, en las que carecen de escolaridad es de 38.1, en contraste las de secundaria y más el porcentaje es de 75.0, casi el doble.
El patrón de nupcialidad muy temprana (15-18 años) se da en la población sin escolaridad, mientras que en la que tiene secundaria y más es de 22.6 años en promedio.
Otro dato significativo es la necesidad insatisfecha de planificación familiar en las mujeres en edad fértil, en las poblaciones con muy alto grado de marginalidad es de 26.7 (datos de Conapo, 2006).
Violencia vs. Desigualdad educativa
Por lo que hace a los indicadores de violencia de que es objeto la mujer, a nivel nacional, la proporción de mujeres de 15 años y más con al menos un incidente de violencia es de más de la mitad (61.5), y en el caso de Tabasco esta cifra se incrementa al 68.3. Con un registro de violencia laboral de 30.0, nacional.
Claramente se pueden apreciar todas las implicaciones que tiene para la población femenina de cualquier edad su nivel de desigualdad educativa, respecto a la población masculina. No obstante que se están analizando cifras previas al período 2006-2012, donde realmente se verán los estragos que va a ocasionar la recesión y esta persistente política de pro-crisis.
Es importante considerar que buena parte de esta información es resultado del último Censo Económico que alimenta a la Coneval y a Conapo, entre otras instituciones, por eso es tan preocupante que el próximo Censo para 2010 no incluirá información sobre fecundidad, mortalidad, migración y actividad económica, sobre todo que tipo de actividades temporales remuneradas son las que actualmente se practican en México, nada más.
* Economista especializada en temas de género
ramona_melé[email protected]
10/CP/LR/LGL