Mientras su bebé recién nacida luchaba por la vida en una incubadora del Hospital Ángeles, Laura Elena Barrientos tuvo que permanecer tres días en el Sanatorio Santa Fe para recuperarse de una cesárea que la mantenía en obligado reposo, con el vientre vendado y los senos crecidos, duros, llenos de leche.
En ese tiempo, la doctora que la atendió durante el parto, Sara Suárez López, se limitó a vigilar el cuidado de la madre y se desentendió de la situación de la niña, quien permaneció en el hospital por 31 días.
De acuerdo con el testimonio de Laura Elena Barrientos, la doctora Sara nunca se hizo cargo del caso.
«…se limitaba a cuidar de mi persona; en fin de cuentas ella era mi doctora, no la tuya. No dijo nada de ti, no hizo el menor comentario acerca de la situación. Era tan cierto que no existías para ella, como verdadera su inquietud porque mi herida sanara para deshacerse de mí lo más pronto posible, cobrar sus honorarios, largarse y desaparecer».
Agobiados por la situación de su hija, Laura Elena Barrientos y su esposo, el escritor mexicano Agustín Monreal, no iniciaron ningún proceso legal, su atención se concentró en buscar el apoyo médico para la bebé y reunir el dinero para liquidar la cuenta, que rebasaba con mucho su presupuesto, en el Hospital Ángeles.
El conflicto con la doctora Sara se presentó en el momento del pago de sus honorarios, y el de un pediatra que nunca apareció durante el parto, pues ante la situación que vivían con su hija decidieron retenerle el pago.
La mañana del 17 de julio de 1989, en la ciudad de México, cuando frente a la ventanilla de pago Agustín Monreal le comunicó la decisión, se puso furiosa y «rezongó que de ningún modo estaba de acuerdo, que encima de que me había atendido de urgencia, por pura caridad, ahora resultaba que queríamos hasta robarle», además «amenazó con no darme de alta y mantenerme en el sanatorio el tiempo que le diera la gana».
Cuando le pidieron entrar a la oficina del director del sanatorio Santa Fe para solicitar una investigación, la doctora Sara pidió su recibo de honorarios, y el del desconocido pediatra, y los rompió. Luego se fue a la habitación donde aún se encontraba Laura Elena, quien relata.
«Y de repente entró la doctora Sara, alteradísima, con la cara muy roja, las mandíbulas trabadas, casi masticando con rabia el cigarro cada que lo chupaba».
— Ya firmé los papeles para que te puedas ir, le informó, quiero que sepas… para que no haya más malos entendidos… para que veas que yo obro de buena fe… que soy tu amiga, Laura Elena… y quiero ayudarte… ayudarlos a ti y a Agustín… pues, que no cobré nada de mis honorarios… ni de los del pediatra.
¿Y a qué se debe la generosidad, doctora?, le preguntó Laura Elena.
—No no no no. No se los estoy regalando, claro… sólo que ahorita ustedes… Agustín y tú… van a tener muchos gastos imprevistos, y…
¿Y por culpa de quien, doctora?, insistió Laura Elena.
«Yo… bueno… quiero ayudarlos, ¿verdad?, ya me… ya luego me pagan, cuando puedan… Y salió corriendo».
La historia de su embarazo, parto y situación de «madre especial», se relata en el libro «Victoria de las Mercedes» (Alom Editores, 2000), de la autoría de Laura Elena, donde se narra la biografía de una niña con discapacidad profunda –su hija— que «con extraordinario apego a la vida ha luchado por salir adelante a pesar de la negligencia médica y de diagnósticos derrotistas».
Acerca de Victoria de las Mercedes hablaremos en la siguiente entrega.
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* Periodista mexicana, narradora oral, facilitadora de grupos, terapeuta con Enfoque Centrado en la Persona y Gestalt e instructora del Sistema Tao Curativo.
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