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Radioactividad en Los Altares, Sonora

A cinco años de vivir en el Fraccionamiento Los Altares, al sur de la ciudad de Hermosillo, sus habitantes han comenzado a padecer los estragos de la radioactividad de sus viviendas.

Todo se debe a la presencia de varilla radioactiva que forma parte de la construcción de su casa. Los Altares, no es la única colonia en Hermosillo, donde se ha disparado el cáncer. En la Colonia Cuauhtémoc, son varias las mujeres que han padecido cáncer de seno y cérvico uterino. Por ello, se han organizado para manifestar su preocupación por la posibilidad de que exista algún cancerígeno en el sector que esté propiciando tantos casos.

Pero ése no es el único problema ambiental que afecta a ese sector de Hermosillo, la química Rosa María O´leary, asegura que uno de los graves problemas ambientales en Sonora es el Confinamiento de desechos tóxicos, Cytrar, ubicado al sur de la ciudad de Hermosillo.

El confinamiento Cytrar está señalado como uno de los focos rojos en el país y desde 2008 se anunció que representaba un riesgo ambiental y para la salud. La también ambientalista que participó en el movimiento ciudadano para impedir que Cytrar continuara funcionando advierte sobre «un problema serio» de contaminación en Hermosillo, que ya está siendo estudiado por investigadores de la Universidad de Sonora y de otras universidades».

En Cytrar se encuentran todavía unas 300 mil toneladas de tóxicos, luego de que fueron retiradas dos mil 430 toneladas. Cuando vino la empresa canadiense Pro Eco a hacer la evaluación ni tocó la celda. Ellos estaban «espantados» porque en ese lugar encontraron mucha radioactividad, y después nunca se volvió a mencionar, recuerda.

DALIA MARÍA

Dalia María sufre las deformaciones en el cuello propias de abscesos, y por el cáncer, que aunque bajo tratamiento, la tiene postrada en la cama, a sus 19 años de edad.
Hace cinco años, su madre Dulce María Fimbres Barceló junto con su esposo Jesús Ríos León, compraron una casa nueva, en el Fraccionamiento Los Altares, sección Franciscanos 2, al sur de la ciudad de Hermosillo.

Con el crédito de Infonavit, la familia tuvo por fin un patrimonio digno, para sus dos hijas y un hijo, mismos que hoy día, padecen al igual que los padres, dolores de cabeza, de piernas y paralización temporal de las extremidades, que les impiden hacer una vida normal.

Pero fue la segunda hija, Dalia, quien presentó primero los síntomas de lo que parecía un padecimiento de la tiroides. Después de exámenes e incluso tratamiento fallido a base de yodo radioactivo, fue que los médicos le diagnosticaron cáncer.

Después sabrían que en las casas aledañas, vecinas e hijos viven su propio drama, con padecimientos extraños que brotaron justo al cumplir cinco años de habitar esas viviendas.

Así empezó el largo peregrinar por dependencias e instituciones, para tratar de demostrar que todo se debe a la presencia de varilla radioactiva que forma parte de la construcción de su casa.

EMPIEZA LA PESADILLA

En noviembre de 2007 apareció el primer absceso en el cuello de Dalia María. En enero de 2008 los médicos detectaron un crecimiento en su tiroides por lo que estuvo en tratamiento al tiempo que le realizaron una biopsia, la cual salió negativa.

No obstante, empezaron otros problemas como endurecimiento de la tiroides, por lo que los médicos decidieron quitarle tres cuartos y retirarle algunos ganglios. En julio de 2008 se le hizo otra biopsia, y en septiembre del mismo año, fue diagnosticada con cáncer.

Después de operaciones y tratamientos, en febrero de 2009, Dalia empezó a sufrir intensos dolores de cabeza. Nuevamente le hicieron una tomografía y le descubrieron un quiste de agua en la cabeza, que por la presión, producía intensos dolores. En marzo de 2009, le pusieron una válvula en el cerebro, para drenar el quiste, con lo que se completaba la quinta operación. Ya para esa época, al auscultarla se descubrió que en lugar de disminuir los ganglios, crecieron, llegando a nueve más.

EL PEREGRINAR ANTE LA INDIFERENCIA

Jesús Ríos, es geólogo de profesión, pero como muchos mexicanos no tiene trabajo en su área, así que se dedica a pegar pisos.

Su formación en geología, le despertó el interés por buscar la respuesta técnica al problema de su casa. Con ayuda de equipo especializado, detectó que en el piso y en una esquina, en uno de los llamados «armex», marcaba radioactividad mayor que en el resto de la casa.

A partir de ahí él y su esposa solicitaron la intervención de maestros investigadores del departamento de física de la Universidad de Sonora, para que constataran con visión especializada, la situación. Los académicos confirmaron lo detectado por el señor Ríos, certificando las irregularidades.

Desde entonces el caso se ha paseado por Protección civil estatal, local, Gobierno del estado de Sonora, Ayuntamiento, Dirección de Protección civil de la Secretaría de Gobernación, Infonavit y Comisión Nacional de Seguridad Nuclear y salvaguardias, de la Secretaría de Energía. De todos, sólo han obtenido indiferencia, pues pareciera que nadie es responsable.

RADIOACTIVIDAD A DOMICILIO

En mayo de 2008, la química Rosa María O´leary, denunció en entrevista para Cimacnoticias, el caso de una remesa de varilla radioactiva procedente de Ciudad Juárez, Chihuahua. Durante el proceso de fundición, fue mezclada accidentalmente con una cápsula supuestamente de cobalto que contaminó toneladas de varilla que se distribuyeron en varias entidades.

Entre ellas Sonora, Chihuahua, Baja California y parte del sur de México. Con el material, se construyeron las primeras casas de las colonias Cuauhtémoc y Bachoco, en 1986, una al sur y otra al norte de Sonora.

El problema se detectó casualmente cuando una parte de esa varilla que se exportaría a Estados Unidos encendió los detectores de alarma que indican la presencia de radioactividad.

Entonces, se tuvo la certeza de que esa varilla, distribuida por todo nuestro país, está fundida con uranio, con las respectivas consecuencias para la salud de quienes estén expuestos a su cercanía, narró O´leary.

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