En marzo de 2010, se conmemoraron los 100 años del Día Internacional de la Mujer, la propuesta de Clara Zetkin, en la Internacional Socialista reunida en Copenhague, con el fin de apoyar el movimiento de las mujeres por el derecho al voto y a ocupar cargos públicos, al trabajo, a la formación profesional y a la no discriminación laboral.
Pero fue hasta 1977 que la Organización de las Naciones Unidas estableció el 8 de marzo como la fecha en la que en todo el mundo no sólo se conmemoren las luchas que las mujeres han dado por sus derechos, sino también para hacer un balance sobre lo avanzado y los retos pendientes para construir una sociedad igualitaria, más justa y equitativa.
Para las mujeres de la actualidad, esta fecha nos recuerda las batallas de las que somos herederas y que nos han dado la posibilidad de trabajar, estudiar, votar y ser votadas, de ser escuchadas e incidir en las decisiones públicas y privadas que conducen los destinos de nuestros países.
Nos recuerda que lo que somos como colectivo, se lo debemos a muchas mujeres que antes de nosotras han abierto las puertas hacia nuestros derechos por las que ahora transitamos todas. Ser depositaria de esas batallas, hoy me hace sentir orgullosamente mujer.
El reconocimiento de esa herencia nos da identidad y nos compromete a continuar hasta la conquista de una sociedad en la que no haya discriminación por razón de género y en la que cada persona goce de los derechos humanos que le pertenecen.
Nos compromete saber que a pesar de los avances, aún hay serios obstáculos para el desarrollo pleno de las mujeres ya que de acuerdo con datos de la ONU, las mujeres constituimos más de la mitad de la población mundial pero sólo poseemos el 1 por ciento de la riqueza mundial; en todo el mundo las mujeres representamos el 60 por ciento de los más pobres, menos del 16 por ciento de los parlamentarios y de los cargos ministeriales, las dos terceras partes de los analfabetos y son objeto de violencia sistemática.
Una de cada tres mujeres ha sido golpeada, obligada a tener relaciones sexuales o ha sido objeto de otra forma de abuso en algún momento de su vida, lo mismo en el ámbito público como al interior de las familias.
En México, conforme a datos del INEGI, de los 41.4 millones de mujeres de 14 y más años en 2009, 62.3 por ciento realizaron trabajo no remunerado y las mujeres reciben el promedio 30 por ciento menos salario por el mismo trabajo; asimismo de cada 100 mujeres, 8 no saben leer ni escribir, en los varones, la proporción es de 5 de cada 100 hombres.
Por otra parte, el acceso de las mujeres como presidentas municipales, se ha mantenido en un nivel que oscila entre 3.5 y 5 por ciento, sólo hay 2 gobernadoras y a nivel federal no se alcanza el mínimo del 30 por ciento en la conformación de las cámaras; y 67 de cada 100 mujeres de 15 años y más han padecido algún incidente de violencia, ya sea en su relación de pareja o en espacios comunitario, laboral, familiar o escolar.
Los datos reflejan el tamaño del reto por alcanzar la igualdad sustantiva, sin duda aún es grande, pero cada día hay más voces comprometidas que han comprendido que trabajar para disminuir las brechas y eliminar las desigualdades en razón de género son el camino para construir una sociedad que avance y se desarrolle plenamente. Trabajar por los derechos de las mujeres es trabajar por la sociedad en su conjunto.
* Diputada del Grupo Parlamentario Convergencia
10/MT/LR/LGL