Para lograr una respuesta eficaz al virus de inmunodeficiencia humana (VIH) es «crucial» incorporar un enfoque de género, para que se consideren los factores de vulnerabilidad a la que están expuestas las mujeres, uno de ellos es su participación en los procesos migratorios.
Lo anterior lo señaló hoy Axela Romero, directora de Salud Integral para la Mujer (Sipam), durante el taller «Periodistas por el respeto a los derechos sexuales y reproductivos de la juventud y mujeres migrantes, seguimiento periodístico», que se llevó a cabo en esta ciudad.
La activista refirió que en las últimas dos décadas la proporción de mujeres con VIH aumentó de manera importante en México; este incremento está relacionado con su participación en los procesos migratorios.
Así, mientras que en 1990 por cada mujer con VIH había siete hombres con la enfermedad, actualmente por cada mexicana con el virus hay tres hombres en esa condición.
No obstante, se estima que la proporción es mucho mayor, ya que por cada persona diagnosticada con VIH se calcula que hay 10 personas más con el virus que desconocen su diagnóstico.
El crecimiento de la epidemia en la población femenina se debe a la falta de acciones contundentes por parte de las autoridades del país para responder al virus, ya que hasta ahora la política para la atención y prevención de la enfermedad ha excluido a las mujeres, aseguró la directora de Sipam.
Los programas y estrategias para reducir la propagación del virus están focalizados en «poblaciones clave» que sólo incluyen a las mujeres «trabajadoras sexuales», «dejando fuera a las que están en mayor riesgo: las esposas», sobre todo las cónyuges de hombres migrantes.
Este factor ha sido determinante para «llevar el VIH a las comunidades rurales e indígenas», ya que a su regreso de Estados Unidos los hombres tienen más probabilidad de tener una infección de transmisión sexual (ITS) porque en el país vecino aumentan su número de parejas sexuales y sus adicciones a drogas inyectables.
En EU viven 12 millones de migrantes nacidos en México, de los cuales 55 por ciento son hombres y 45 por ciento, mujeres.
Cuando ellos regresan, las mujeres siguen en la misma subordinación, derivada de la desigualdad entre mujeres y hombres, por lo que para ellas es «casi imposible» pedirles que utilicen un condón para evitar la transmisión de una ITS.
Además del aumento de la vulnerabilidad al VIH de las parejas de migrantes que los esperan en sus lugares de destino, las mujeres que salen de sus países en busca de mejores oportunidades experimentan un incremento en el riesgo de adquirir la enfermedad por la violencia sexual que se ejerce en su contra.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), el 24 por ciento de las mujeres que ingresan a México por la frontera sur en situación irregular, sufre violencia sexual.
El Instituto Nacional de Migración calcula que anualmente se registran 140 mil eventos de tránsito, de los cuales 14 por ciento son llevados a cabo por mujeres. En contraste, organizaciones civiles dedicadas a brindar apoyo a esta población, sostienen que cada año ingresan 400 mil migrantes, de los cuales 30 por ciento son mujeres.
Ante esta problemática, Axela Romero reiteró la necesidad de que las desigualdades entre mujeres y hombres sean consideradas en la política de respuesta al virus, mediante campañas informativas de prevención permanentes que no sólo se enfoquen en las embarazadas.
Además añadió que es preciso atender la violencia contra las mujeres en el país, sin importar la nacionalidad, ya que las migrantes en su tránsito y estancia en México deben tener las mismas garantías; este eje debe considerarse en la respuesta al VIH, acotó.
12/GCJ/RMB