Ciudad de México.- La agenda de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) se ha llenado de conversatorios sobre la Política Exterior Feminista; una herramienta política que ha servido para colocar en foco los pendientes de México en materia de perspectiva de género y también, producir incomodidad entre algunos sectores conservadores; ¿Qué es esto de política exterior feminista?, ¿es solo un «invento feminista»? Es momento de hilarlo todo y saber de qué va esta apuesta de la SRE.
Como un primer acercamiento, debemos recordar que las llamadas «políticas de exterior» poseen una bilateralidad. Por un lado, son acciones que estrechan sus relaciones con el medio internacional velando por la paz y el desarrollo de su nación; por otra parte, la política exterior también expresa preocupación acerca de la eficiencia y consistencia de su propio país ante el panorama internacional, explica la Comisión Económica para América Latina y el Caribe en «Análisis y formulación de la política exterior».
De forma concluyente, se entiende que las políticas exteriores tiene un peso vital en el bienestar de cualquier país; no sólo se habla de un «buen convivir internacional», sino una serie de decisiones bien pensadas que nos aproximan a un camino justo rindiendo cuentas del interior, hacia al exterior.
Ahora sí, ¿en qué momento se encuentra el feminismo y por qué se comienza a hacer? Se cumplen 10 años de que la ministra sueca, Margot Elisabeth Wallstrom nombró, por primera vez, su política exterior como feminista, un hecho que produjo las risas entre la prensa y una ola de críticas internacionales que documentó el medio local FP.
Margot Elisabeth Wallstrom planteó una estrategia basada en trabajo con igualdad de género, representación femenina, avance en materia de derechos de mujeres / niñas y el mantener vigente la investigación en el área de género para abonar a su política.

Tras este acontecimiento, casi un país por año siguió los pasos de Suecia, siendo México el primero en Latinoamérica en implementar la política exterior feminista, cuando en 2020 el canciller Marcelo Ebrard lo anunció y según el comunicado de cancillería, su objetivo estaba encaminado a impulsar acciones que redujeran y eliminaran las brechas y desigualdades de género.
Una atajada importante, es señalar que este proceso no empezó recientemente y mucho menos se le puede adjudicar a las y los políticos del mundo; todas las exigencias por políticas feministas (exteriores e interiores) pertenecen a las mujeres que han puesto cuerpo para que el Estado ponga en marcha planes y perspectivas que se han denunciado desde hace décadas.
Hablar de política exterior feminista no es un invento político contemporáneo sin sustento, es un resultado de una historia feminista de combate.
Política exterior feminista en México
El plan lanzado por el canciller Marcelo Ebrard señala que, del 2020 al 2024 se debían cumplir con los siguientes 5 ejes:
- Liderazgo internacional en materia de género
- Mejoras organizacionales para un ambiente de desarrollo igualitario en todas las áreas de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE)
- Erradicación de la violencia en la SRE
- Visibilización del personal femenino en la SRE
- Complementación con acciones globales y nacionales
Aunque la maqueta resulta idónea, es la internacionalista Yolanda Hernández Medina quien cuestiona en «Política exterior mexicana… ¿feminista?: una mirada a dos años de su implementación» publicada en la Revista de Relaciones Internacionales de la UNAM que del 2020 al 2022, los avances han sido pocos.
Como se mencionó anteriormente, la política exterior no sólo se trata de tratados internacionales, sino también, de lo que sucede hacia los adentros de la institución para posicionar a México como una nación comprometida, genuinamente, en la igualdad de género, sin embargo, Yolanda Hernández Medina expone lo siguiente:
«Debe existir una coherencia entre la política interna y la externa, sin embargo, aún se puede observar una brecha de género en cuanto a la designación de puestos y la equidad de salarios, no sólo al interior de la cancillería, sino también en otras dependencias de gobierno y empresas del sector privado»
En Violeta Radio, se analizó en conjunto con Elisa Gómez, coordinadora de Diálogo Político de la Fundación Friedrich Ebert e Integrante de la Red Mexicana de Política Exterior Feminista, la apuesta del gobierno mexicano por la política exterior feminista (PEF) y se expuso cómo, a pesar de que México fue pionero en la región, se desconoce con precisión los presupuestos destinados a la cancillería y a qué metas se destinan para cumplir con los objetivos de la SRE que carga con una extensa carga histórica que ha pautado la seguridad nacional y la diplomacia al privilegio patriarcal a partir de la división sexual del trabajo.

Este 2024, la idea de una política exterior feminista -más allá del papel-, se comienza a perfilar con mayor fuerza, celebrándose así la primera reunión internacional de políticas exteriores feministas en la región, contando con cancillerías de Latinoamérica y del Caribe, reafirmando su compromiso por no quitar el dedo del renglón hasta fortalecer las PEF.
Con esto, se esperaría que el siguiente paso para nuestro país, sea llegar a acciones concretas y poner lupa sobre las futuras acciones del gobierno de la presidenta electa, Claudia Sheinbaum Pardo, pues lo que se vivió este 1, 2 y 3 de julio, podría ser la antesala de algo mucho más grande, algo que la directora de la Secretaría de Relaciones Exteriores Alicia Bárcena señaló de la siguiente forma:
En los próximos tres días tenemos la responsabilidad conjunta de ponerle a esta declaración acciones concretas, porque se trata de que podamos traducir la Política Exterior Feminista (PEF) en temas concretos […] nos tiene que dar esas herramientas específicas para poder edificar regímenes internacionales más sólidos, más estables, más sofisticados, e incluir a las mujeres en los procesos de paz. (Alicia Bárcena durante la III Conferencia Ministerial sobre Políticas Exteriores Feministas)
Una política inteligente
La política exterior feminista, tiene por objetivo constituir una nación que se encamine a desmantelar el sistema como lo concebimos y que se sostiene en raíces fuertemente instauradas como el patriarcado, las estructuras racistas, coloniales, extractivistas y las acciones bélicas.
El proyecto de nación exterior feminista es muy poderoso cuando se trabaja de forma integral. pues no sólo garantiza la seguridad en pro de las mujeres e infancias, sino que, de lograrlo, los beneficios serían para el goce de toda la población.
Es la organización Heinrich Boll Stiftung que aborda en su artículo Feminist foreign policy – imperative for a more secure and just world escrito por las feministas alemanas, Kristina Lunz y Nina Bernarding, que
la política exterior feminista es sumamente transgresora al poner en aprietos a todas las estructuras de poder, pues deja fuera de foco a los diplomáticos (mayoritariamente hombres) que conforman una parte importante del Estado, para colocar a las personas en el centro de todo, especialmente a los grupos subrepresentados.
La llamada «seguridad nacional» se deconstruye con la política exterior feminista para dejar de ser pensada bélicamente y entenderse como algo muy humano; las hambrunas, la represión, la tortura, las desapariciones y la vulnerabilidad, son elementos que deben ser atendidos con urgencia para lograr la verdadera seguridad nacional y para lograrlo, la participación de la mujer es clave para combatir un sistema que ha sido incapaz de reconocer las experiencias de otros sectores que se encuentran fuera de la hegemonía masculina.

La política exterior feminista se convierte en una de las apuestas más importantes en materia de planes nacionales; no más tiempo que perder y no necesitamos más programas rosas feminizados, como señaló Marlene Garayzar en la mesa de discusión económica celebrada el día de ayer, la mujer necesita tomar lo que le corresponde del Estado a través de su participación en la política exterior que, con urgencia, debe ser repensada porque no hay un camino donde la paz prospere si las mujeres no están ahí.
«La política exterior feminista es una política inteligente. No es solo lo correcto»
Margot Elisabeth Wallstrom