Ciudad de México.- El pasado 22 de agosto, las leyes del sistema legal islámico se recrudecieron en contra de mujeres en Afganistán, aprobándose así, una serie de códigos de «virtud» que les demanda no hacer uso de su voz en espacios públicos.
Eso implica, que las mujeres afganas tienen estrictamente prohibido cantar, hablar en voz alta, hacer uso de micrófonos o reír. Cualquier emisión alta de sonido es un atentado en contra de la policía de la moral que, de unos años a la fecha, ha acorralado las garantías y los derechos autónomos de las mujeres; la respuesta internacional no ha tardado en llegar.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) se ha lanzado en contra de la recién aprobada Ley para la Propagación de la Virtud y la Prevención del Vicio, que también contiene el uso obligatorio del velo para las mujeres, argumentando que lo que sucede en el país demuestra lo preocupante que es el futuro para las niñas, adolescentes y mujeres.
Dentro del panorama internacional, algunos gobiernos, como el de Chile, ya ha enviado un mensaje de preocupación, rechazando la legislación afgana y demandando a los órganos internacionales que velen por las libertades de las mujeres y especialmente, de las niñas.
Paralelamente, sólo 2 países han reconocido al gobierno talibán y todo lo que el régimen representa: China y Emiratos Árabes Unidos, que ya han abierto sus puertas para los embajadores talibanes. Como en la reciente reunión de Doha, donde los líderes islámicos se dieron cita en Qatar el pasado primero de julio del 2024, donde prometieron comenzar a incluir a las mujeres en la vida política y reconocieron el valor de las afganas en el escenario económico y social del país.
Menos de dos meses después, lo que parecía que podría aligerar el camino para las mujeres y niñas en Afganistán, tomó un rumbo completamente diferente a lo discutido en Doha y la promulgación de este conjunto de leyes, encarna la violencia, el abuso y la subordinación extrema de las mujeres afganas.
En total, esta nueva ley que ha entrado en vigor desde el jueves pasado, contempla un total de 35 artículos que tienen por objetivo mediar el comportamiento de la ciudadanía, y si bien algunos contemplan también a los hombres con acciones como no afeitarse, son las mujeres quienes se ven atravesadas con mayor violencia por el abuso sistémico que las confina con más fuerza al espacio privado, a pesar de representar a la mitad de la población afgana.
Por ejemplo, según documenta el corresponsal de EFE, el régimen talibán se escuda bajo la promesa de que es un intento por mantener la paz y la «fraternidad» entre las personas, una apuesta que busca que las mujeres dejen de provocar y causar tentación entre sus pares.
Por lo que además de prohibir la voz de las mujeres, el uso obligatorio del velo, también contempla que las mujeres adultas no pueden hacer uso del transporte público o privado a menos de que lo hagan acompañadas de su tutor legal un hombre con un parentesco; su padre o esposo.
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3 años de dominación sin tregua
El 15 de agosto del 2021, los talibanes tomaron Kabul, capital afgana. Y desde ese momento, inició un periodo cruento para las niñas, adolescentes y mujeres.
La disputa por conquistar el país, duró 10 días de abuso y violencia extrema, que terminó con el régimen talibán con un control absoluto, pues representan la autoridad suprema del país. En respuesta, familias enteras comenzaron a salir de forma masiva de Afganistán, sin embargo, los talibanes se adelantaron y enviaron un mensaje a la ciudadanía.
Realizado por el portavoz, Zabihullah Mujahid, se pidió a la población que se quedaran en el país, que no habría nada qué temer, que su relación política sería pacífica y garantizaron que las mujeres mantendrían muchos de sus derechos, entre ellos, el de trabajar y estudiar, teniendo como único punto, el que ellas respetaran lo que dice la sharía. Calmando así, la incertidumbre de millones de familias que confiaron en el régimen talibán; la sharia -ley islámica que es reinterpretada-, terminó por convertirse en un código extremo y violento.
Desde el ascenso talibán el informe Death in Slow Motion: Women an Girls Under Taliban Rule de Amnistía Internacional, ha documentado que las leyes islámicas violan, abusan y propician un incremento casos de feminicidio, abuso infantil, tortura y desapariciones forzadas.
En el caso particular de las niñas, la ONU ha advertido un ascenso alarmante del matrimonio infantil, pues familias optan por casar a sus hijas de hasta once años con hombres talibanes, una estratiga que intenta brindar una supuesta seguridad, casa y comida a las niñas; «mimetizarlas» con el sistema.
Asimismo, hay que recordar que el hombre talibán, tiene la facultad de desposar a la niña – adolescente que él desee; no hay ley que proteja a las infancias y juventudes afganas de este proceso marital.
En materia de educación, los talibanes obstaculizan por todo medio el acceso a la educación, incluso, en aquella «permitida por el Estado». A través del acoso y la intimidación, logran el cometido de que las niñas y adolescentes dejen de asistir paulatinamente a la escuela.
Argumentando que hay fallas técnicas, cancelando clases, modificando uniformes y frases de las autoridades escolares como «si los talibanes intentan hacerles daño, no podremos impedírselo», propicia que las niñas y mujeres se alejen cada vez más de sus aulas, prefiriendo permanecer en casa, no matricularse o bien, optar por un arreglo marital forzado.
Con esta nueva ley, queda por sentado que no hay tregua entre los derechos humanos de las mujeres y el poderío talibán que, en dos ocasiones, refirió que velaría por sus mujeres y niñas. La ley ya está en vigor y a pesar de la oposición internacional por abatir este conjunto de códigos el escenario para las mujeres afganas resulta incierto.