Ciudad de Mexico.- Cada Año Nuevo, muchas mujeres realizan diferentes rituales para encontrar el amor en el transcurso de los meses siguientes. Sin embargo, estas prácticas están influenciadas por la visión patriarcal que asocia su valor y realización con la necesidad de tener una pareja, lo que perpetúa que la felicidad femenina dependa de un vínculo amoroso y relega otros aspectos de su autonomía o bienestar.
Desde meterte debajo de la mesa, usar ropa interior roja, encender velas, escribir deseos, darse un baño con flores o hierbas, cargar cuarzos, usar un listón o dedicar uvas con deseos son solo algunos rituales que se practican el último día del año gracias al ideal del amor romántico, el cual determina la forma en que se relacionan los hombres y mujeres de una manera diferenciada según Verceli Melina en su artículo ‘Mecanismo de la construcción del amor romántico’.
El concepto del amor romántico se ha construido a lo largo de la historia desde un marco patriarcal y social. De acuerdo con Marcela Lagarde, este comenzó con un modelo occidental burgués en el que los caballeros debían realizar un acto heroico para llegar a la dama en apuros. Después, trascendió al amor victoriano donde se consolidaron las mujeres obedientes y finalmente se transformó en lo que se conoce como amor romántico contemporáneo.
No obstante, este modelo ha permitido que el valor de las mujeres radique en la relación con tener una pareja y mantener la relación a través del cumplimiento de los roles de género. Asimismo, esta idea se sigue construyendo a través de mitos como la “media naranja”, la exclusividad, el matrimonio, la omnipotencia, el libre albedrío, los celos, entre otros.
El patriarcado, la raíz del problema
Siguiendo lo establecido por Verceli Melina, es el sistema patriarcal el que opera como un marco que moldea el concepto del amor romántico, permitiendo las desigualdades de género y roles asignados a mujeres y hombres. El género es una construcción simbólica y social con distintos significados debido a las diferencias biológicas que establecen una estructura jerárquica donde el dominio masculino tiene mayor peso.
Es presentado a través de una institución compleja que combina aspectos materiales y simbólicos para organizar la sociedad regulando las relaciones de poder en función de su género: los hombres son configurados como proveedores y figuras de control, mientras que las mujeres son relegadas a los cuidados, afecto y subordinación emocional. Esto naturaliza las diferencias y se presentan como inevitables o divinas.
En cuanto a las relaciones románticas el patriarcado se traduce a mandatos de género que dictan cómo las personas deben comportarse. Para ellos, se refuerza la idea de la desconexión emocional con el apego y cuidado y las mujeres desarrollan una dependencia afectiva y deben mantener el equilibrio en la familia, incluso en dinámicas violentas. Es entonces que la familia patriarcal es identificada como una institución clave en este proceso, ya que desde la infancia socializa a los niños y niñas en estos roles.
Asimismo, la maternidad también juega un papel clave en esta configuración, ya que el patriarcado la presenta como un destino inevitable y una extensión del amor romántico. Por ello, las mujeres son educadas para valorar su identidad y realización personal en función de su capacidad para ser madres y cuidar de otros, dejándolas en el ámbito privado y limitando su autonomía. Este mandato refuerza la idea de que ellas deben entregar su tiempo, energía y emociones para mantener la armonía en las relaciones.
En adherencia, el patriarcado utiliza herramientas como los mitos románticos que idealizan el amor y lo presentan como algo que requiere sacrificio, energía y sumisión, manteniendo a las mujeres atrapadas en dinámicas de dependencia emocional y social.
Pensar el amor desde una mirada feminista
Para este fin de año, reflexionar sobre el amor y las relaciones es importante, ya que a las mujeres les puede costar la vida. De acuerdo con el Informe sobre feminicidios en 2023 de ONU Mujeres, 51 mil 100 mujeres en el mundo son asesinadas por su pareja, lo que quiere decir que cada 10 minutos son víctimas de feminicidios.
Ante este panorama, Esperanza Tuñón en su artículo ‘Desde el feminismo’, considera que el amor debe ser una construcción basada en la reciprocidad, equidad y respeto mutuo. Por lo tanto, hay que superar las dinámicas tradicionales que relegan a las mujeres a hacer sacrificios y subordinación emocional, permitiendo relaciones entre sujetos autónomos que se perciban como iguales en un proyecto en común.
Desde una perspectiva feminista, el amor es un espacio de resistencia y transformación social a los mandatos de género que dicta como deben amar y ser amadas las mujeres. Aquí se abre la posibilidad de construir relaciones auténticas basadas en la reciprocidad y crecimiento en conjunto. Además, plantea que el amor no debe ser un refugio donde las mujeres encuentren su identidad sino un espacio donde se celebre su individualidad.
Por ello, aunque es completamente válido desear sentirse amadas, este Año Nuevo no te dejes llevar por la presión de encontrar pareja de manera inmediata a través de estos rituales. En su lugar, tómate un momento para reflexionar sobre lo que el amor significa para ti y como deseas vivirlo, priorizando tu bienestar.