Ciudad de México.- Las Patronas, grupo de mujeres organizadas para garantizar la alimentación de las personas migrantes, anunció oficialmente el fallecimiento de su fundadora, Leonila Vázquez Alvízar, quien fuese la responsable de iniciar este proyecto hace 30 años en Veracruz; refugio de miles de personas que cruzan diariamente el país viajando en el tren «La Bestia».
Las Patronas, empezó sus operaciones un 14 de febrero de 1995, a la cabeza, Leonila de –entonces– 59 años quien inició con la repartición de frutas, lonches y botellas de agua a las personas que viajaban sobre el tren que cruzaba en Amatlán de los Reyes, Veracruz. En un principio, el proyecto pretendía ser un ritual familiar, pues las mujeres de la familia Vázquez eran las responsables de apoyar a Leonila en la preparación y repartición de agua y comida.
Con la demanda y expansión de su trabajo, otras mujeres de la comunidad decidieron unirse a esta labor. De forma autónoma y altruista, esta red de mujeres emprendió una lucha por garantizar el acceso a la alimentación de la comunidad migrante que atravesaba Veracruz y con el paso de los años, extendieron sus servicios para repartir nuevos insumos como de higiene o materiales de curación, todo, obtenido a través de donaciones y apoyos de otras organizaciones.
Según han documentado en sus comunicados, Las Patronas han alimentado y abrigado a más de 800 personas diariamente, cifras que se dispararon de forma exponencial antes del ascenso de Donald Trump al poder. Entre desinformación y un paso acelerado de docenas de caravanas migrantes, Las Patronas, fueron clave esencial para garantizar un tránsito más afable por el país.

Asimismo, a mitad de 2024, la organización contabilizó un aproximado de mil 200 personas a quienes brindaron albergue, atravesando así, un recrudecimiento del flujo migratorio y llevando a Las Patronas a sus máximas capacidades, llegando a cocinar más de 30 kilos de arroz y frijol diariamente. Derivado a que su trabajo es autónomo y no depende de ningún órgano del Estado, la organización se mantiene siempre abierta a donaciones de alimentos no perecederos, jabones, ropa, calzado y material de curación.
El trabajo este grupo de mujeres quienes fueron lideradas por Leonila reafirma el poder de la organización colectiva para instar el cambio; un recordatorio de cómo las mujeres inciden en el bienestar comunitario a través de sus saberes y de sus cuidados.
El trabajo y cuidados: Mujeres luchando y defendiendo las causas justas
La existencia de este grupo de mujeres va más allá de lo que parecía sólo un activismo familiar y comunal; es la transformación de una realidad. Según ha documentado el sitio oficial de Las Patronas: Mujeres comprometidas con la migración y la igualdad, su trabajo les permitió aprender a defender sus causas, pero también, a defenderse de aquel que quisiere interferir con su lucha.
Apoyadas en la figura de otra mujer la Patrona María de Guadalupe (de ahí el nombre Las Patronas), han refirmado que «las mujeres también somos capaces de liderar grandes proyectos», refiere lel sitio. El trabajo de Leonila trasciende el tiempo y deja a su vez, el recordatorio de que las mujeres son agentes de cambio.
Es a través del cuidado y el alimento que muchas mujeres alrededor del mundo han convertido sus saberes en actos de protección y defensa. Va más allá de repartir comida, es política; política por las causas que les atraviesan y a partir de ello, producir un cambio en sus comunidades.
Es a través de sus conocimientos que mujeres como Leonila han movido las causas más justas. Desde la migración, hasta aquellas cocineras que pusieron cuerpo y territorio para alimentar a personas refugiadas, a sobrevivientes de las guerras como en Palestina e incluso, al sur del continente, en Argentina donde las mujeres ponen las ollas para alimentar a quienes viven violencia doméstica y precariedad ante la aguda inflación.
Nombrar a Leonila, es también, reconocer que la preparación de alimentos es uno de los actos humanos más poderosos que existen; es la médula espinal de todas las causas, pues sin alimentos, ni cuidados, no habría motor suficiente para continuar resistiendo. Saca la cocina de la esfera privada como se le ha hecho creer a las mujeres y la convierte en un acto de política pura; hace público su trabajo y evidencia las fallas del sistema, en este caso, las condiciones infrahumanas en las que viajan hombres, mujeres e infancias sobre La Bestia. Cada plato servido por Leonila durante estos 30 años de activismo recuerda las fallas estructurales de nuestro sistema que, históricamente, ha pisoteado y vulnerado los derechos humanos de la comunidad migrante, pero también, los alcances que tiene la voluntad de las mujeres por transformar la vida.