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Para jóvenes feministas

Por Cecilia Lavalle

Jóvenes. Muy jóvenes. La mayoría de las mujeres que marcharon el 8 de marzo en todo el país acaso tienen en promedio entre 15 y veintitantos años. Me conmovió su energía, su rabia y su alegría. Pero eso no basta, no es suficiente y tienen que saberlo.

La violencia contra las mujeres y las niñas, pero sobre todo la omisión -y, a menudo, indolencia, cuando no complicidad de los gobiernos- ha sacado a las calles a muchas jóvenes para protestar y exigir garantías a su derecho a una vida libre de violencia.

La mayoría se asumen feministas. Portan el símbolo en sus playeras, lo dicen en sus pancartas, lo gritan en sus protestas. Pero ¿Saben qué significa eso?, ¿saben cuáles son los ideales del feminismo?

Yo soy una feminista autodidacta. Empecé a buscar respuestas cuando me di cuenta de que eso que me “atropellaba” se llamaba desigualdad y discriminación, y que no era la única. Leí lo que tuve a mi alcance, encontré a otras mujeres con más camino andado que yo y escuché, reflexioné, analicé y tomé postura; miré mi historia personal y mis relaciones afectivas importantes; reconocí opresiones, sumisiones y tomé postura. Sigo haciendo todo eso.

Es un camino largo, pero inevitable. Ninguna feminista que yo conozca ha deconstruido la forma y fondo de lo que le enseñaron respecto al ser y deber ser, ni ha construido nuevos parámetros de lo aceptable para ellas y para otras, tomando un atajo.

Pero entiendo bien la emergencia. Por eso quiero compartir con las jóvenes que se asumen feministas algunas claves para apoyar su camino.

1. Sean perspicaces. Tenemos tramos de igualdad, pero ningún derecho de las mujeres está consolidado -aún- de una vez y para siempre.

2. Prepárense. Deben conocer la historia de cómo conseguimos los derechos que hoy tenemos. Deben saber lo más posible del tema que les interese. Dótense de argumentos. El activismo en la calle es sólo un componente de la ecuación.

3. Miren lo deseable, pero no pierdan de vista lo posible. Para avanzar se requiere planeación estratégica, organización. La improvisación puede salir cara. Tengan claro qué sí y qué no es negociable.

4. Busquen a las semejantes. La sororidad se construye. Busquen también aliados y aliadas. Incluyan a periodistas y comunicadores. Bríndenles información, argumentos, sensibilicen en el tema. Y cuiden sus alianzas. Es estratégico tender puentes y no ensanchar fronteras.

5. Anticipen la reacción. A cada avance por nuestros derechos habrá reacción. Vendrá de quienes tienen poder real o simbólico y no quieren perder privilegios. La creatividad es importante cuando se responde o se resiste a la reacción.

6. Conserven la utopía. ¡Nosotras somos la utopía de las mujeres del siglo XVIII! ¡Nosotras somos la utopía de las sufragistas! ¡Nosotras somos la utopía hecha realidad de nuestras abuelas, de nuestras madres! Así que no se desanimen ni presten oído a quienes dicen que lo que anhelamos es imposible.

Y cuando todo parezca estar en contra, les regalo uno de mis antídotos. Es una frase de la feminista Angela Davis: “No estoy aceptando las cosas que no puedo cambiar. Estoy cambiando las cosas que no puedo aceptar”.

¡Hasta que la igualdad se haga costumbre!

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