Ciudad de México.- Pese a ser olvidada por sus obras contra los prejuicios y la misoginia en la Edad Media, la vida y trabajo de Christine de Pizan marcó un precedente en la defensa de la capacidad intelectual de las mujeres, lo que la llevó a contruir obras como La Ciudad de las Damas y convertirse en la precursora del feminismo occidental.
Christine nació en Venecia en 1365. Su padre fue Tommaso di Benvenuto da Pizzano, un médico y astrólogo que estaba al servicio de la República de Viena; mientras que su madre era hija de Tommaso Mondini, consejero veneciano. Cuando era niña, ella y su familia tuvieron que mudarse a Paris donde vivía el rey Carlos V de Francia, ahí creció bajo la protección real en un ambiente culto.
Desde niña, fue educada por su padre y aprendió a leer y escribir, incluso tuvo acceso a la Biblioteca Real, una de las más prestigiosa de Europa. Su formación intelectual era considerado excepcional para una mujer de la época y chocó con el deseo de su madre de fomentarle bases de una educación tradicional y domestica para convertirse en «una buena esposa».
A los 15 años se casó con Etienne de Castel, el secretario real, con quien tuvo tres hijos; sin embargo, entre 1380 y 1390 perdió a tres personajes importantes en su vida: el rey Carlos V, su padre y finalmente su esposo, por lo que quedó viuda a los 25 años sin recursos económicos, bajo el trabajo de cuidados y con deudas.
Para enfrentar esta situación decidió hacer uso de su escritura como medio de sustento logrando transformar su instrucción en una herramienta profesional, algo que era inédito para una mujer en el siglo XIV. Además, decidió no volver a casarse ni retirarse a un convento como lo hacían algunas viudas en esos años.
Sus primeros textos fueron baladas de amor que fueron bien recibidas por la corte, aunque después incursionó en géneros como el político, alegórico, histórico y pedagógico. Más tarde, fundó un taller laico de copistas y miniaturistas para producir manuscritos ilustrados que circularon en la región y posteriormente se convirtió en la primera escritora profesional de Europa, remunerada por sus obras y activa en debates públicos y jurídicos.
Por ejemplo, partició en el extenso debate de la Querella de la Rosa, un conflicto iniciado en 1398 contra el Roman de la Rose y de cuya segunda parte fue escrita por Jean de Meun con ataques misóginos contra las mujeres. Se trató de una extensa conversación sobre la capacidad intelectual, el derecho al acceso a la universidad y la política de las mujeres.
Christine respondió con sus obras Epistre au Dieu d’Amours y Dit de la Rose, en las que defendió el honor de las mujeres. Fue una de las primeras en denunciar públicamente la misoginia literaria y filosófica desde una posición de autoridad intelectual femenina.
La Ciudad de las Damas y el papel de las mujeres para Christine
Durante su carrera como escritora, la obra más importante de Christine fue Le Livre de la Cité des Dames o La Ciudad de las Damas en español, la cual escribió entre 1404 y 1405. En su texto propuso una genealogía femenina que abarcó figuras como Minerva, Dido, Safo, Semíramis, la Virgen María, Juana de Arco y otras mujeres destacadas del pasado y del presente.
La obra está dividida en tres partes y es guiada por tres dramas: razón, rectitud y justicia. Son figuras que ayudan a Christine a superar la angustia que le provocó leer textos como el Libro de las Lamentaciones de Mateolo que poseía 6 mil versos con tópicos misóginos. Además, las figuras le encomiendan la construcción simbólica de una ciudad fortificada donde las mujeres sean protegidas y reconocidas por su mérito y virtud más que por su nacimiento.
El texto es un espacio simbólico que remarca la sabiduría y autonomía femenina. Es una metáfora que retoma la tradición masculina de la construcción intelectual desde la perspectiva de las mujeres. Christine remarca que, si las mujeres hubieran escrito la historia, habría sido distinta. De esta manera, se convirtió en un portavoz de las mujeres, defendiendo el acceso del conocimiento, la dignidad e igualdad.
En diversos textos, Christine denunció la inferioridad femenina como producto de falta de educación. Sostuvo que si las mujeres recibieran la misma instrucción que los hombres lograrían los mismos resultados. Criticó a pensadores como Aristóteles y Ovidio por sus opiniones misóginas y reivindico la igualdad de las almas en ambos sexos, puesto que para ella el alma fue creada por Dios sin distinción.
También abordó la violencia de género tanto en La Ciudad de las Damas y en otras obras donde denunció la agresión sexual, el maltyrato doméstica y la impunidad de los hombres. Exhortó a las mujeres a unirse y resistir juntas, apelando a la sororidad como forma de protección y transformación.
De esta manera, reivindicó la libertad sexual femenina y criticó el doble estándar que permitía a los hombres la promiscuidad mientras se castigaba a las mujeres. Afirmó que los defectos humanos son comunes en ambos sexos y que el valor individual debe medirse por la virtud e inteligencia, no por el género.
El final de la escritora
Christine da Pizzano pasó los últimos años de su vida retirada en el convento de Poissy, cerca de París, donde también vivía su hija, monja de esa comunidad. Su retiro coincidió con un periodo de inestabilidad política en Francia durante la Guerra de los Cien Años y la toma de Paris por los borgoñones en 1418.
En esta etapa de su vida, se dedicó a escribir textos religiosos y morales, pero en 1429 retomó la escritura policía con su última obra el Ditié de Jehanne d’Arc, el cual se trató de un poema que celebraba la aparición de Juana de Arco como la salvadora de Francia. Su trabajo marcó el cierre de su carrera y fue considerado el primer texto escrito por una mujer sobre una heroína francesa.
Después de 1429 no se supó que sucedió con Christine, se cree que murió poco después entre 1430 y 1431. Su muerte ocurrió en un contexto de recogimiento espiritual, pero tras haber sido testigo del ascenso de una figura femenina que siempre defendió la capacidad de las mujeres para transformar el mundo.