Inicio Agenda3 obras para repensar la relación con mi madre: Sanar, reflexionar y avanzar

3 obras para repensar la relación con mi madre: Sanar, reflexionar y avanzar

Por Arantza Díaz

Ciudad de México.- Desde Antigua y Barbuda, con Jamaica Kincaid escribiendo una biografía de Xuela, su madre; hasta Audre Lorde compartiendo en un diario íntimo todo lo que implica criar a un adolescente, los dilemas son una constante de punta a punta del globo: ¿Cómo entender el crisol de la maternidad y cómo, siendo hija, se puede cuestionar el sistema?

De esto, se desprenden las siguientes obras, que más que explicar cómo funciona la figura de la buena madre, explora las condiciones sociales y de género que marcan la vida de toda mujer cuando decide maternar.

Dentro de estas obras, se abre la oportunidad de entender otras realidades; realidades de vida que atravesaron a nuestras madres y abuelas. Como apunta Marcela Lagarde, unos acercamientos a «historizar» quiénes somos a partir de entender quiénes fueron las mujeres que nos precedieron, por qué lucharon, cómo lo hicieron y cómo el sistema patriarcal no sólo fue cruel con ellas, sino además, alejó a muchas de ellas de alcanzar la autonomía, la libertad y de realizar sus sueños.

Esta compilación no funge como un mapa de «autoayuda» sobre cómo ser una buena madre y una buena hija, más bien, apuesta por reconocer las condiciones materiales y humanas de las mujeres que nos rodean y desde esta consciencia, se invita a cuestionar y reflexionar sobre la figura de la madre que, alejada de los preceptos de lo sagrado, son mujeres que resistieron y cedieron a su autonomía a fin de dedicar el resto de sus días a cuidar y reproducir la vida.

La hermana, la extranjera / Audre Lorde

Si existe una mujer capaz de escribir sobre amor desde la diversidad, esa es Audre Lorde. Más allá de sus enseñanzas del amor romántico y de cómo producir vínculos menos violentos, la escritora también volcó parte de sus estudios a analizar la maternidad, a las dificultades que implica la crianza y en cuestionar: ¿De dónde sacaré el poder para entregárselo a mis hijos?


En «La hermana, la extranjera» Audre Lorde dedica, precisamente, el apartado «El Hombre Niño: Respuesta de una madre negra y lesbiana» a reflexionar sobre la crianza de Beth y Jonathan quien, en esos momentos, tenían 15 y 14 años respectivamente. Audre Lorde comparte algunas interrogantes y fragmentos de su vida para esbozar las distintas aristas de la maternidad y el miedo que produce tener que mirar hacia los adentros para encontrar las respuestas que se buscan cuando se es madre.


A estas reflexiones, se suman dos vertientes extras que marcaron la maternidad de la escritora: Ser negra y lesbiana.


Escarbando en estas interseccionalidades de la vida de Audre Lorde, se llega a sustanciosas conclusiones sobre cómo despojarse de la violencia de la maternidad, explorar alternativas y hacerle saber a las y los hijos que sus decisiones siempre serán apoyadas y gozosas. Probablemente uno de los momentos de mayor remoción en este texto es cuando la escritora sustenta:


«Es enseñar a mi hijo que mi función en la vida no es sentir por él»


Audre Lorde pone especial peso en cómo es luchar contra el patriarcado desde la trinchera de la maternidad, cómo hacer que Jonathan, su hijo, se sepa amado y en contacto con su lado sensible, mientras que, con su hija, la conversación oscila en cómo convertirla en una mujer rebelde, valiente y que jamás se ate a la dependencia.


Este libro es fundamental si se tiene un hijo varón, pues permite echar una mirada a las cosas incómodas. La autora, justo, comparte algunos pasajes como cuando molestaron a su hijo en la calle, y Jonathan, siendo apenas un niño, volvió a casa llorando; Audre le recriminó por ser un «llorón». Y de aquí se desenmascara en cómo, incluso mujeres que han dedicado su vida a la lucha racial y feminista, pueden encontrar tropiezos en la maternidad.

«La lección más poderosa que puedo enseñar a mi hijo es la misma que le enseño a mi hija: cómo ser quien desea ser. Y el mejor método para enseñársela es ser yo misma y confiar en que él aprenda a no ser como yo, lo cual, es imposible, sino a ser él mismo. Para ello, tendrá que prestar atención a su voz interior en lugar de a las voces exteriores, estridentes, persuasivas, amenazadoras que le presionen para que sea el mundo que quiere que sea» (Audre Lorde)

Consulta el texto aquí.

Autobiografía de mi Madre / Jamaica Kincaid


Jamaica Kincaid nació en los años 60 del siglo XX en la isla de Antigua y Barbuda, cuando la -entonces- colonia, atravesaba por un proceso político, económico y de segregación racial, donde la corona británica había alienado la isla al parlamento Inglés.

A través de las vivencias de sus ancestros, Jamaica Kincaid comienza a desmenuzar el vivir de la comunidad antiguana durante todo este proceso extremadamente violento contra la comunidad afro.

Su obra más importante es Autobiografía de mi Madre, donde se lee:

“Mi madre murió en el momento en que nací así que durante toda mi vida no hubo nada que se interpusiera entre la eternidad y yo; a mis espaldas había siempre un viento negro y desolador.»

El libro es una oda a Xuela, su madre quien creció en la isla de Dominica, colonizada por franceses. Narrado en primera persona, Jamaica Kincaid reconstruye la vida de su madre desde sus primeros momentos de consciencia hasta su vejez. Cuenta cómo Xuela, siendo apenas una niña en orfandad, anhelaba ser amada y cuidada: «Para mi corazón y mi cabeza de siete años, la palabra amor no existía».

Siendo una mujer negra y huérfana en un territorio colonizado, Xuela aprenderá que la única manera de sobrevivir a este espacio hostil es a través de la lucha, no sólo de los propios hombres que pretenderán someterla a lo largo de su vida, sino también, en contra de la blanquitud francesa que adoptaba valores del «amo occidental» sobre ella y su cuerpo.

A través de Xuela, se exploran los valores patriarcales con un padre ausente, cruel y violento, así como el anhelo incesante de la figura de su madre quien murió durante el parto; una figura, más bien, mítica, que la impulsa a resistir al tormento de estar sola en el mundo. La colonización, la pobreza y la maldad del hombre blanco quedaron marcados en Xuela desde su infancia y desde esta circunstancia de vulnerabilidad, encontrará la forma de mantener puro su deseo de hallar el amor y la libertad.

«El imperio británico”. Estas fueron las primeras palabras que aprendí a leer. En esa habitación hubo siempre solo varones; no me senté en un aula con otras niñas hasta más grande. No tenía miedo en esa nueva situación: no sabía cómo tener miedo entonces y no sé cómo tener miedo ahora. No tenía miedo porque mi madre ya se había muerto y ese es el único miedo
que un niño tiene de verdad».

Fragmento de Autobiografía de mi Madre, escrito por Jamaica Kincaid»

La obra de Jamaica Kincaid permite reconocer las experiencias de vida de una madre; circunstancias que las atraviesan y que desde el espacio como hija tienden a ser territorios desconocidos. «Autobiografía de mi madre» es una obra necesaria para replantear la maternidad, abrazar la infancia de nuestras madres y reflexionar sobre cómo crear un lazo más fuerte desde la empatía, la escucha y la sanación.

Claves feministas para el poderío y la autonomía de las mujeres / Marcela Lagarde

¿Cómo se puede construir la autonomía si nuestras madres no accedieron nunca a ella?, ¿qué sucedería si nuestras madres hubiesen alcanzado la plenitud, el arte, la libertad y la independencia? Desde estos lugares tan poderosos, Marcela Lagarde reflexiona en Claves feministas para el poderío y la autonomía de las mujeres. Un texto que recoge algunas de sus visiones más esenciales, pero también, que abre la puerta para cuestionar la figura de la maternidad como sujeto de sacrificio y del «vivir a través de otros».


Esta lectura es un necesario si se desea re-vincular con las mujeres de nuestra vida; reflexionarnos como hijas y como madres de otras.
Lagarde plantea que «la madre» es, en realidad, un conjunto de mujeres que nos cuidan, norma, vigilan y apoyan a lo largo de la vida. Y es ahí, que, entonces, las mujeres deben construir su autonomía filial, es decir, aprender a ser libres sin trasladar nuestras necesidades a otras y con ello, quebrar con el ciclo de «ser las cuidadoras del mundo«.


La teórica feminista expone, precisamente, que como cuidadoras del mundo la mujer tiene la función de dar la vida, protegerla, cuidarla, reproducirla y mantener a las personas en las mejores condiciones posibles; esa es su asignación. Entonces, nos empuja a cuestionar, ¿qué es lo más importante en la vida de una mujer?, ¿continuar y seguir cuidando toda la vida? Desde aquí, se pone sobre la mesa qué tanto nuestras madres han estado en el centro de su propia vida.


Entre las reflexiones de Lagarde, se apunta a que el sistema configura a la mujer para ser amarrada de por vida a otros seres; a su esposo y después a sus hijos. Se ha construido la capacidad de nunca ser autónomas, porque el sistema le ha hecho creer a nuestras madres que «los otros» siempre deben ser más importantes que ellas; la madre debe ocupar, siempre, un segundo plano.


«Se trata de una escala de valoración humana donde las mujeres siempre deben ocupar un segundo plano y asumir esto como un hecho positivo. Se trata de la centralidad de los otros en la vida de las mujeres y que es totalmente anti autonomía», escribe Marcela.


Esta lectura abre una puerta para cuestionar la vida a través del sacrificio de nuestras madres -y de las mujeres que nos rodean-, permite reconocer qué tanto han sido dadas para sí mismas y qué pudo haber sido de ellas si hubiesen accedido a su autonomía; autonomía para vivir la vida que anhelaban, de crear arte, de estudiar, trabajar en lo que siempre quisieron, de alcanzar sus sueños y construir una vida sólo para ellas sin miedo ni limitaciones.


Lagarde hace un llamado a saber quiénes somos, quiénes han sido las otras y quiénes son nuestras compañeras, el texto es un intento de historizar nuestra vida y nombrar las condiciones históricas, sociales y patriarcales que cooptaron a nuestras madres, tías y abuelas de alcanzar la plenitud. Y con base en ello, empujarnos a avanzar, rebelarnos y colocarnos al centro; se estudia, se trabaja, se ama, se goza, se come y baila sólo por nosotras, nunca por otros.


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