Ciudad de México. – México ocupa el primer lugar en embarazos adolescentes de 15 a 19 años dentro de los países de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) y por eso es necesario generar una mirada al crítica al embarazo adolescente, por lo que en este marco, se presentó el libro Nuevas Configuraciones del Embarazo Adolescente. Maternidades, Paternidades y Políticas Públicas, para crear un espacio de reflexión sobre los retos que enfrentan las juventudes, las familias y las políticas públicas en torno a este tema.
Durante la presentación del libro se informó que el texto cuenta con múltiples testimonios de mujeres y hombres que son o fueron madres y padres en la adolescencia, con el fin de no generalizar experiencias y establecer la brecha entre embarazos adolescentes y los abusos en la infancia, de igual forma, este ejemplar evita la revictimización hacia las adolescentes.
Es importante señalar que en el mundo día con día alrededor de mil niñas y adolescentes de 10 a 15 años dan a luz, en 2023 se registraron 137 mil 660 nacimientos de madres de entre 10 y 19 años, de los cuales 3 mil correspondían a niñas menores de 14 años. En retrospectiva, por cada mil nacimientos 77 son de madres adolescentes de 15 a 19 años.
La prevención del embarazo y la maternidad en la adolescencia es un tema prioritario dentro de la agenda de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) ya que impacta directamente en el bienestar de las adolescentes, su acceso a oportunidades educativas y económicas, y en la reducción de la pobreza intergeneracional.
Por lo que, para lograr estas metas, es esencial la implementación de programas multisectoriales que combinen la educación, el acceso a métodos anticonceptivos, el empoderamiento de las niñas y adolescentes y el fortalecimiento de los marcos legales que protegen su derecho, ha apuntado la ONU Mujeres.
Durante esta presentación editorial en el Museo de la Mujer en la Ciudad de México, Gloria Elizabeth García Hernández y Nelly Rosa Caro Luján quienes se distinguen por su línea de investigación en embarazos adolescentes y género, abordaron esta problemática como un fenómeno estructural e interseccional que debe ser estudiado desde múltiples disciplinas, pues afirmaron que la pobreza, la baja escolaridad, la etnia y el contexto sociocultural recrudece el panorama de las juventudes.
“La importancia de entender este fenómeno va más allá de culpabilizar a la joven o a la adolescente (…) primero se debe establecer en qué condiciones socioculturales y económicas sucede”. – Nelly Rosa Caro Luján
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) un embarazo adolescente es aquel que ocurre entre los 15 y los 19 años, sin embargo, es una realidad que actualmente existen niñas menores de 15 años que se encuentran en periodo de gestación o inclusive maternando.
No podemos perder de vista que el embarazo en la adolescencia afecta los derechos sexuales, reproductivos, de salud y de educación de las niñas y adolescentes. Sus impactos no sólo dificultan el acceso a una buena calidad de vida para sus hijas e hijos, sino que también influyen en el bienestar de las propias adolescentes y en su entorno social.
“Las condiciones de vulnerabilidad, de marginación y en algunos casos de exclusión configuran, y están en una articulación permanente, las subjetividades en este caso de las adolescentes y estas subjetividades están permeadas no sólo por la clase social, como categoría analítica estructural, sino el género como una categoría que determina las condiciones de vida en el mundo y en este país “. – Gloria Elizabeth García Hernández
Publicado por el Colegio Mexiquense y dividido en tres apartados, el libro Nuevas Configuraciones del Embarazo Adolescente. Maternidades, Paternidades y Políticas Públicas, es una compilación de conocimientos de diversos especialistas de las ciencias sociales, de diferentes estados de la república, quienes desde la mirada crítica a esta situación que afecta la vida de las jóvenes.
“La primera ubicación que se hizo necesaria, es pensar en los y las actoras del embarazo adolescente en una diversidad, donde están las mujeres adolescentes, pero no sólo ellas, los varones, pero no sólo ellos, padres y madres de familia, profesores, servidores de la salud y pares”. – Gloria Elizabeth García Hernández
El embarazo adolescente o precoz, es producto de la falta de información, la falla en los métodos anticonceptivos y el difícil acceso a servicios de anticoncepción, es decir, el conjunto de obstáculos institucionales aunados a las brechas sociales tiene como resultado que miles de niñas y adolescentes pongan en riesgo su vida, desarrollo e integridad con un embarazo a temprana edad.
De acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud (OPS), en su estudio Fecundidad en la adolescencia. Causas, riesgos y opciones, la experiencia en otros países ha mostrado que, para lograr una buena cobertura, los servicios públicos y privados para adolescentes deben tener tres condiciones: bajo costo, ser confidenciales y respetar el consentimiento informado, y estar disponibles inmediatamente.
El embarazo adolescente podría disminuir si hubiera educación sexual de calidad, servicios de salud sexual y reproductiva dignos y oportunidades vitales para las y los adolescentes, así lo apunta el Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE) quien también considera que la educación sexual en México aún es insuficiente. Para GIRE, las causas del embarazo adolescente están determinadas básicamente por factores socioculturales y por elementos psicológicos.
Riesgos en la salud y problemas sociales
El embarazo en la adolescencia es considerado un problema desde diferentes ópticas, ya que implica mayor riesgo de mortalidad materna, menores oportunidades de educación y, en ocasiones, el abandono total de los estudios, así como el fortalecimiento del círculo de la pobreza y un mayor riesgo de daño y mortalidad infantil.
De acuerdo con ONU Mujeres, existen varios factores de riesgo relacionados con el embarazo en la adolescencia comenzando con que, en algunas sociedades, las niñas se ven presionadas a casarse y tener hijos. En 2021, se estimó que el número de novias infantiles alcanzó los 650 millones. De esta manera, el matrimonio infantil aumenta el riesgo de embarazo al limitar su autonomía para tomar decisiones sobre la maternidad.
El programa de Acción de la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo (El Cairo, 1994), afirma que las madres adolescentes enfrentan un riesgo superior al riego general de perder la vida debido al embarazo y al parto, y sus hijas o hijos tienen niveles más altos de mortalidad y morbilidad.
De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Diversidad Sexual y Género (ENDISEG, 2021) en México, los jóvenes inician su vida sexual, en promedio, a los 16 años, aunque cifras apuntan que gran parte de la población de adolescentes tienen actividad sexual desde los 12 años. Este fenómeno es denominado “sexualidad temprana”, lo que aumenta el riesgo de embarazos adolescentes, deseados o no deseados, con consecuencias negativas a corto y largo principalmente para las mujeres adolescentes.
De esta forma, las adolescentes tienen que hacer frente a la resistencia del entorno social, la cual puede traducirse en el rechazo de la familia, la expulsión de la escuela y la pérdida o disminución de su red social de amistades.
Los efectos sociales en las madres jóvenes son importantes, sobre todo si se considera que la mayoría de los embarazos adolescentes se gestan en jóvenes en situación de pobreza y de escasa escolaridad, quienes tienen que asumir la responsabilidad de la crianza. Muchas de ellas se convierten en jefas de hogar con bajos ingresos.
Para aquéllas que desean poner término al embarazo, las posibilidades de hacerlo son frenadas por las leyes que penalizan el aborto, el temor de una intervención insegura, el sentimiento de culpabilidad y el alto costo de la cirugía, entre otros factores.