Ciudad de México.- Esta noche fue notificado el fallecimiento de la defensora, abogada y feminista Teresa Columba Ulloa Ziáurriz, quien deja un legado fundamental en el movimiento de las mujeres en América Latina donde ejerció una causa contra la trata de personas en México, específicamente en apoyo de las mujeres, niñas, niños y adolescentes víctimas del delito.
Su legado también deja una huella fundamental e imborrable en Cimacnoticias porque durante años fue colaboradora habitual con su columna Mujeres Cautivas, la cual escribía en su desempeño como directora de la Coalición Regional contra el Tráfico de Mujeres y Niñas en América Latina y el Caribe (CATWLAC por sus siglas en inglés).
Teresa Ulloa Ziáurriz, fue una figura clave en el avance del marco legal para la protección de los derechos de las mujeres en México. Participó en las reformas legislativas de 1989 y 1990 las cuales endurecieron las penas por violencia sexual y que eliminaban mecanismos que permitían a los agresores evitar la justicia mediante el pago de multas. También participó en la tipificación del acoso sexual para que fuera considerado un delito.
Estas reformas permitieron que los procesos penales por violación pudieran iniciarse sin necesidad de que las mujeres víctimas presentaran cargos, marcando un avance fundamental en el acceso a la justicia.
La defensora Teresa Ulloa, falleció dejando una huella indeleble en la historia del feminismo jurídico en México y América Latina. Su partida no es solo una pérdida para quienes la conocieron y acompañaron en la lucha, sino también para todas las mujeres que aún hoy enfrentan la violencia y desigualdad que ella combatió. Su legado permanece vivo en las leyes que impulsó, en las mujeres que formó y en la convicción de que otra justicia es posible.
Su historia no podría contarse sin tomar en cuenta el despertar de justicia que tuvo a una edad muy temprana. Nació un 31 de diciembre de 1949 a raíz del matrimonio entre su madre Graciela Ziáurriz Hernández y su padre Armando Ulloa. Desde Celaya, llegó a la Ciudad de México entre los cuatro y los cinco años junto a su familia y hermana Graciela, quien la acompañó durante su activismo.
Al crecer, su sentido de justicia se agudizó después de terminar la preparatoria en The Pan American Workshop cuando algunas de sus amigas y amigos estaban involucrados en el movimiento estudiantil de 1968, que sacudió estructuras autoritarias. En esa época, la defensora tuvo la oportunidad de participar en la elaboración de pintas y volanteo, ya que no solos fue una efervescencia generacional, sino el punto de partida de una ética políticas comprometida con los derechos humanos.
El momento decisivo en su vida ocurrió cuando entró a trabajar como abogada en el Colegio de México dentro de un sindicato en el que observó en primera fila las relaciones entre la clase trabajadora y el capital, donde la participación política de las mujeres era invisibilizada, ya que eran tratadas como objetos y excluidas de derechos, lo que la motivó a incentivar cambios.
Este paso en el sindicato forjaría su carrera como defensora de mujeres, cuando un caso de violencia sexual contra dos niñas en Chimalhuacán llegó a ella. Un grupo de mujeres de la comunidad acudió a ella en busca de apoyo. Desde entonces, no se apartaría del camino de la defensa de víctimas de violencia.
Teresa Ulloa Ziáurriz fue testiga de esta violencia contra las mujeres, ya que, pese a asesorar a todos los sindicatos estudiantiles de aquella época y expandir su militancia sindical fue perseguida y amenazada, por lo que tuvo que abandonar el colectivo de abogados democráticos al que pertenecía cuando no fue respaldada por el grupo.
Su salida del Colegio de México, después de 10 años, la llevó a crear el colectivo jurídico «Compañera» conformado por abogadas para atender casos de violencia, acoso sexual o violación, entre 1979 y 1984. No obstante, no contó enfrentarse a una realidad: la cantidad de mujeres que han sido víctimas de esta violencia la superaban, puesto que el primer año recibió 100 casos, que fueron creciendo con el tiempo.
En su trayecto aprendió a forjar alianzas con otras mujeres, estuvo en contacto con la Red por la Salud de las Mujeres del Distrito Federal, compañeras de la sección 22 del Magisterio de Oaxaca, Martha Figueroa y su organización en Chiapas, y la abogada Mireya Toto cuando defendió el caso emblemático de Elvira Luz Cruz, acusada de asesinar a sus cuatro hijos.
A lo largo de su carrera litigó más de 25 mil casos de violación a mujeres y niñas, lo que la llevó a ser experta contra la violencia sexual, incluso la relevancia como defensora y abogada la llevó a formar parte de los testimonios necesario ante la Corte de Migración de los Estados Unidos de Norteamérica para asilo político y la Convención de la Haya sobre sustracción de niñas y niños.
Asimismo, en 1994 fundó y fungió como coordinadora general de Defensoras Populares A.C., una organización civil para apoyar a víctimas de violencia de género. Creó un modelo comunitario innovador para empoderarlas legal y socialmente. A través de su organización, diseñó un mecanismo de defensoría del pueblo liderado por mujeres «promotoras comunitarias» con conocimientos legales, atención en crisis, salud reproductiva y habilidades de liderazgo para enfrentar la violencia.
Más tarde fue directora regional para América Latina y el Caribe de la Coalición Regional contra el Tráfico de Mujeres y Niñas. También se volvió integrante del Consejo Directivo de la Coalición Internacional contra la Trata de Mujeres-Internacional (CATW-International); del Consejo Consultivo de la Comisión Federal para Prevenir y Sancionar la Trata de Personas; del Consejo Consultivo Ciudadano de la CONAVIM; y de la Comisión Intersecretarial para Prevenir y Sancionar la Trata de Personas en el Distrito Federal y en Oaxaca.
Una vida dedicada a la justicia global para mujeres
Gracias a su experiencia y formación, fue consultora del Programa Mujer, Justicia y Género del Instituto Latinoamericano de las Naciones Unidas para la Prevención del Delito y Tratamiento del Delincuente (ILANUD). Ayudó a evaluar cómo se estaba aplicando la Convención de Belem do Pará, a cinco años de su entrada en vigor. Coordinó en México la campaña por la ratificación del Protocolo Facultativo de la CEDAW, con el lema «los derechos de las mujeres no son opcionales».
Participó en conferencias internacionales que dieron origen a la Corte Penal Internacional. Fue autora de diversos libros y contribuyó a una basta producción de artículos, ponencias y compilaciones centradas en sus temas de especialidad: formación y capacitación, asistencia integral, protocolos de atención y prevención de la trata de personas.
En junio de 2005, fue una de las 36 ponentes en participar en audiencias interactivas de la Asamblea General de las Naciones Unidas durante la evaluación de la Declaración del Milenio +5 y el proceso de reforma de ese órgano. Ese mismo año, fue nominada junto con otras 999 mujeres de todo el mundo por el Premio Nobel de la Paz, como parte del proyecto «Mil Mujeres por un Premio Nobel de la Paz».
En 2008, recibió en Nueva York el Premio Abbely por la Vida y la Seguridad de las Mujeres y fue reconocida por el gobierno del entonces Distrito Federal con el Premio Comunicación Alternativa por la creación de la caricatura educativa «Yo digo sí, yo digo no». Un año después, obtuvo el Premio al Valor Civil, otorgado por Convergencia Democrática del D.F.
Por diez años estuvo en el Programa de las Naciones Unidad para el Desarrollo (PNUD) y en la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) en México. Entre sus múltiples aportaciones institucionales, destaca la instalación y operación de las 16 Unidades de Proyectos Sociales para Mujeres y la Infancia en la Secretaría de Desarrollo Social de la Ciudad de México.
Para lograrar estos avances en defensa de las mujeres, Teresa Ulloa también estudió pedagogía y abogacía, maestría en Ciencias de la Educación en la Universidad de Londres e hizo diplomados en Bruselas con «Los Derechos Humanos de las Mujeres y el Desarrollo» y en París con «Género y Derecho» y «Derecho Internacional Humanitario».
De la misma forma, fue docente de la Universidad Iberoamericana en la asignatura de los Derechos Humanos de las Mujeres, Niñas y Niños, tanto en diplomados presenciales como a distancia, así como en la maestría de Derechos Humanos. También fue coordinadora académica del Diplomado en Línea «Acceso a la Justicia y Trata de Mujeres y Niñas con Propósitos Sexuales» en la UIA y maestra en los diplomados «Psiscología y Justicia», impartiendo la asignatura de «Trata y Tráfico de Mujeres y Niñas» e «Historia y Desarrollo de los Feminismos.
En cuanto se conoció la noticia de la muerte de Teresa Ulloa Ziáurriz, feministas no tardaron en reconocer su labor y dedicar algunas palabras para despedirla y con ello comenzar el legado histórico a esta mujer que sin duda fue fundamental en el movimiento de mujeres en México y América Latina.