Las familias transnacionales son aquellas que, a raíz de los procesos migratorios, se encuentran físicamente separadas, pero mantienen una vida en común más allá de las fronteras. En estos contextos, el cuidado no desaparece: se transforma, se adapta y encuentra nuevas formas de sostenerse a la distancia.
A estas prácticas se les conoce como cuidados transnacionales: gestos, rutinas y estrategias mediante las cuales las personas en movilidad acompañan y sostienen a sus seres queridos desde otros países.
Los vínculos a la distancia se expresan de diferentes formas: apoyo económico a través del envío de remesas, acompañamiento emocional mediante llamadas y videollamadas, participación en la crianza de hijas e hijos, o incluso en la toma de decisiones familiares importantes. Estos cuidados pueden provenir tanto de quienes migran como de quienes permanecen en el lugar de origen, lo que evidencia que el cuidado es un proceso bidireccional y compartido.
En la práctica, los cuidados transnacionales se ejercen de manera cotidiana, aun cuando los cuerpos no estén en el mismo territorio. Desde un mensaje de ánimo en medio de la jornada laboral, hasta participar en la educación de una hija o hijo a través de plataformas digitales, estos gestos mantienen vivos los lazos afectivos y familiares. Así, el cuidado a la distancia se convierte en una forma de resistencia y de amor que sostiene a las familias en contextos marcados por la separación física.
No obstante, muchas veces en esas llamadas no se habla de lo que realmente se está viviendo. Se omiten las experiencias de discriminación, las duras condiciones laborales o los percances sufridos durante los trayectos migratorios. Se silencian los propios sentires “para cuidar” a quienes se quedaron, en un intento de no preocuparles. Aunque este silencio nace del afecto, con el tiempo puede generar frustración, aislamiento emocional y una sensación de desconexión que debilita el vínculo familiar.
Sabemos que los cuidados son fundamentales para la sostenibilidad de la vida. Como plantea Silvia Federici, el sistema capitalista se sostiene a través de la fragmentación: nos aísla, rompe redes de apoyo y privatiza el cuidado, manteniéndonos dependientes del salario y del mercado.
Llevando esta lectura al caso de las familias transnacionales, vemos cómo esa lógica se profundiza. Una mujer que migra para sostener económicamente a su familia vive la fragmentación del cuidado de forma encarnada: su cuerpo y su tiempo de vida se desplazan para mantener otras vidas, reproduciendo el trabajo de cuidado, pero a la distancia.
En este contexto, Federici propone repolitizar el cuidado, reconstruirlo como una práctica colectiva y comunitaria, incluso más allá de las fronteras. Frente al despojo y la separación que impone el capitalismo global, la apuesta feminista es reconectar los vínculos de cuidado entre quienes migran y quienes se quedan, imaginando formas de sostener la vida desde la red, no desde la soledad.
Frente a las distancias impuestas por el sistema, es urgente construir estrategias que fortalezcan los vínculos afectivos transnacionales. Hablar de forma abierta y asertiva, compartir tanto las alegrías como las dificultades, puede convertirse en un acto político y reparador. Reconocer la vulnerabilidad como parte del cuidado nos permite romper con el silencio que fragmenta y aísla.
Apostar por redes de apoyo familiares, comunitarias o virtuales, que escuchen sin juicio y acompañen sin estigma, es una forma de reconstituir los lazos que el sistema intenta deshacer. Cuidar(se) en la distancia no solo implica enviar dinero o brindar apoyo material. También es mantener viva la palabra y la escucha como formas de resistencia colectiva.
Cuidar a la distancia es una práctica profundamente humana que desafía las fronteras impuestas. En cada gesto, en cada llamada, en cada silencio cargado de amor, las familias transnacionales reinventan el cuidado como una forma de resistencia cotidiana. Reconocer estas prácticas, visibilizarlas y fortalecerlas es un paso necesario para imaginar un mundo donde la vida, incluso entre distancias, pueda sostenerse con dignidad, acompañamiento y ternura.