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Contar el cuidado en los medios

Por Cirenia Celestino Ortega

Todas las personas requerimos cuidados y atención. Algunas necesitamos apoyos para realizar nuestro proyecto de vida.

Cuidar hijas e hijos es solo una parte pequeña de todo el mundo de los cuidados. Cuidar de personas que requieren atención especial como personas adultas mayores o personas con discapacidad es otra parte del cuidado.

Así como las actividades de cuidado directo, personal y relacional, como alimentar a un bebé o atender a una persona enferma, o con actividades de cuidado indirecto, como cocinar o limpiar.

Pero no termina ahí, el Estado debe construir infraestructura física, legal y presupuestal para garantizar que todas las personas podamos ser cuidadas, sea con acceso a hospitales, guarderías, centros de atención a la salud, a la educación, entro otros.

Una parte mayor tiene que ver con los cambios culturales para que ese trabajo de cuidados no recaiga únicamente en las mujeres y pueda traducirse en el bienestar de todas y todos tanto física como económica y emocionalmente.

A nivel global, las mujeres realizan el 76,2% de todo el trabajo de cuidados no remunerado, dedicando en promedio 3,2 veces más tiempo a estas tareas que los hombres (OIT, 2018).

En América Latina y el Caribe, las mujeres destinan entre el 12% y el 24% de su tiempo al trabajo no remunerado, mientras que los hombres destinan entre el 5% y el 9% de su tiempo (CEPAL, 2025)

El trabajo de cuidados agudiza la desigualdad. En México, en promedio siete de cada 10 mujeres realizan los cuidados de manera general; nueve de cada 10 cuidan a niñas o niños y seis de cada 10 a una persona con discapacidad.

Según cifras de la Encuesta Nacional del Uso del Tiempo (ENUT-Inegi), las mujeres destinan 6 de cada 10 horas a tareas del hogar y cuidados. Mientras que para los hombres esta cifra se reduce a 3 de cada 10 horas.

Es bien sabido que son las mujeres y niñas, las principales responsables de este trabajo no remunerado, no reconocido y no distribuido. Esta carga desproporcionada limita y obstaculiza las posibilidades de las niñas para estudiar o de las jóvenes y adultas de desarrollarse laboral y profesionalmente.

El trabajo de cuidados impacta así, en una mayor pobreza en las mujeres, además del desgaste físico, mental y emocional por ser quienes sostienen todo el cuidado.

En agosto pasado, México fue sede de la XVI Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe cuyo tema central fue el sistema de cuidados. Cabe destacar que la Corte Interamericana de Derechos Humanos reconoció el derecho al cuidado un par de días antes de esta conferencia.

En el llamado Acuerdo de Tlatelolco, los Estados se comprometieron a promover medidas para superar la división sexual del trabajo y transitar hacia una justa organización social de los cuidados.

Sin embargo, a decir de Citlalli Hernández Mora, titular de la Secretaría de las Mujeres, este sexenio no tendrá un Sistema Nacional de Cuidados.

En el marco del primer informe de gobierno de la presidenta, las reformas a leyes que integrarían el Sistema de Cuidados, permanecen sin avance. Entre ellas, a la Ley General de Prestación de Servicios para la Atención, Cuidado y Desarrollo Integral Infantil, la Ley General de Desarrollo Social, la Ley General de Salud, la Ley de Asistencia Social, la Ley General de Educación y el decreto para expedir la Ley General del Sistema Nacional de Cuidados.

Uno de los grandes retos en el avance de la agenda es el cambio cultural. La visibilización y concientización respecto a la importancia del trabajo de cuidados en las sociedades y economías.

El papel de los medios de comunicación es fundamental. Sin embargo, lo que vemos hoy en los medios no solo reproduce la desigualdad si no que resta importancia a un derecho que todas personas necesitaremos desde el primer día de vida y hasta el último.

Las coberturas periodísticas colocan el trabajo de cuidados como una responsabilidad de las mujeres, como una carga irrenunciable. Las cifras tambalean y se contradicen ante la falta de la verificación que alimenta la desinformación. Se trata de una cobertura coyuntural que informa de la realización de eventos donde se presume la creación de un Sistema de Cuidados sin decir qué significa, sus implicaciones y necesidades.

Como respuesta al reconocimiento del derecho al cuidado, los grupos conservadores se posicionan con narrativas como las “tradwifes” que alimentan el regreso de la “mujer tradicional” y el uso de imágenes estereotipadas, clasistas y dramatizadas.

Desde el enfoque del periodismo feminista, el derecho al cuidado, a cuidar y ser cuidadas se coloca al centro a partir de hacer visible la experiencia vital de las mujeres que ayude a explicar la trascendencia de los cuidados en las sociedades y la responsabilidad del Estado para garantizar el derecho al cuidado.

Las mujeres periodistas hacen la diferencia. De acuerdo con el Observatorio de Medios de CIMAC, las noticias sobre cuidados escritas por mujeres cuestionan las desigualdades y se convierten en textos pedagógicos que posibilitan el ejercicio del derecho al cuidado y la vigilancia del Estado para alertar de posibles retrocesos u obstáculos para cumplir la meta de lograr un sistema de cuidados.

Finalmente, el poder de los medios y su responsabilidad frente a la agenda de cuidados está referida también en los compromisos de la sociedad del cuidado y se reconoce la necesidad de eliminar representaciones y contenidos sexistas de los cuidados y que visibilicen su valor y la redistribución equitativa del cuidado.

Esta semana se lleva a cabo la tercera edición del Encuentro Nacional: El futuro de los cuidados en México. Invitamos no solo a la cobertura si no a la reflexión para el reconocimiento de este derecho.

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