Ciudad de México.- Tocar, rascar, frotar, apretar, morder o excavar la piel puede parecer un gesto cotidiano, pero cuando se vuelve repetitivo y compulsivo hasta el punto de provocarse laceraciones, se trata de uno de los signos más claros de la dermatilomanía, un trastorno que, mayoritariamente, son las mujeres quienes la desarrollan debido a los constantes mensajes y presión para mejorar su apariencia física.
Además de que son las mujeres quienes desarrollan más ansiedad, en entrevista para Cimacnoticias, la dermatóloga e investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México, Ana López, mencionó que ellas encuentran un escape en su piel a diferencia de los hombres, quienes lo hacen refugiándose en las adicciones. Esto tiene que ver con que ellas tienen una fijación de su apariencia desde que son niñas debido a los estereotipos de género y estándares de belleza impuestos en las sociedades patriarcales; sin embargo, en esta paradoja dónde sienten que esa costra, grano o pellejo de la piel “no debería estar ahí” y de esta manera terminan por lastimarse inconscientemente.
La dermatilomania comienza a desarrollarse en la infancia, pero es a los veinte años cuando se dispara el pico en las mujeres porque socialmente comienzan a ponerle mayor atención a su apariencia provocando que incluso se realicen operaciones estéticas para modificar partes de su cuerpo y alcanzar el estándar hegemónico.
No obstante, dentro dicha acción, en algunas ocasiones las mujeres desarrollan dismorfia corporal, es decir, cuando existe preocupación excesiva por su apariencia.
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De acuerdo con el artículo «Dermatilomanía o trastorno de escoriación. Una revisión.» de Erik I. Rivera1 y Roberto Arenas, existen algunas cifras que permiten dimensionar la situación, por ejemplo, se estima que la prevalencia de este padecimiento es de al menos 1.4% en la población general, pero del 4.2% al 9% en la población adulta de entre 20 a los 45 años. Asimismo, se prevé que tres cuartas partes de las personas que padecen esta enfermedad son mujeres, es decir el 75%.
La dermatóloga e investigadora explicó que, la dermatilomanía es una enfermedad que no solo se aborda como un tema dermatológico sino psicológico, pues está catalogada dentro del grupo de la psicosis, es decir, este grupo de enfermedades donde la parte emocional afecta la piel. Datos del Observatorio Mexicano de Salud Mental y Adicciones señalan que las mujeres de 30 a 49 años son más propensas a desarrollar episodios psicóticos (45.6%).
Ana López también apuntó que, las personas que suelen desarrollar dermatilomanía muestran señales de tener ansiedad, presión o angustia. Durante 2024, en México atendió a 303 mil 356 personas por distintas condiciones de salud mental; sin embargo, resulta relevante que 205 mil 336 fueron mujeres y las condiciones con mayor prevalencia en ellas fueron depresión (78.8%) y ansiedad (73.4%), según el Observatorio Mexicano de Salud Mental y Adicciones.
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Al generar estos trastornes emocionales, las personas con dermatilomanía encuentran gratificante el rascarse o pellizcarse la piel porque su cuerpo genera «sustancia P». De acuerdo con Ana López, se trata de una molécula química que el sistema nervioso libera para relajar el cuerpo cuando hay sensaciones de dolor tras una cortada o quemadura, pero también cuando hay estrés emocional intenso —ya que el cuerpo reacciona de manera similar al dolor físico— convirtiéndose en un estimulante.
Asimismo, la dermatilomania también comparte algunas características de la tricotilomania (arrancarse el cabello), la tricofagia (la ingesta de cabello) o la onicofagia (comerse las uñas). Es decir, que no solo rascan partes de la piel sino que las arrancan y las ingieren, ya que encuentran una sensación de alivio al hacerlo o un beneficio secundario: “es parte de la sensación de alivio, así como hay personas que comen por por ansiedad, eso es lo mismo.”, compartió la dermatóloga.
En consecuencia, las personas con dermatilomania suelen causarse ulceraciones en la piel y en algunos casos se puede desfigurar la zona afectada: «Es posible que se originen a partir de una lesión menor secundaria, a alguna dermatosis, o en piel sana independientemente de cualquier otra patología.», según determina el artículo de Erik I. Rivera1 y Roberto Arenas.
«Estas lesiones se encuentran en zonas de fácil acceso a las manos, y en general afectan la cara, brazos, antebrazos, muslos, piernas y parte la superior del tronco. Otras alteraciones comúnmente observadas son: onicofagia (65%), tricotilomanía (10%), queratinofagia (59%), succión labial de repetición (50%), mordeduras de los carrillos (23%), espasmos palpebrales (15%) y/o movimiento corporal espontáneo automatizado
(9 por ciento)» -Erik I. Rivera1 y Roberto Arenas
Otros efectos son el enrojecimiento y erosiones de la piel, cicatrices evidentes, cicatrización queloide, infecciones que puedan necesitar antibióticos o procedimiento quirúrgico como colocar algún injerto en la piel. A su vez, tener estas laceraciones ocasionan vergüenza y culpa llevando a las mujeres a utilizar formas de camuflaje como maquillaje, prendas de vestir o vendajes en un intento por esconder su piel.

Las mujeres que buscan un escape en su piel
Desde la visión del patriarcado, la subordinación de las mujeres se ha sustentado principalmente en la dominación de los cuerpos femeninos, según establecen Alda Facio y Lorena Fries en su artículo ‘Feminismo, género y patriarcado’. Este es ejercido por los hombres y las instituciones que ellos han creado -como la medicina, el derecho y la religión- con el fin de controlar su sexualidad y capacidad reproductiva.
Por otro lado, las autoras mencionan que durante la etapa de socialización de las mujeres y niñas son obligadas a reprimir su realidad y se les impone otra, por lo que cuando se convierten en adultas son susceptibles al dominio y explotación. La realidad impuesta opera a nivel mental y físico, siendo el cuerpo de las mujeres el que tiene una consecuencia efectiva que comienza en su seno familiar.
El articulo «La violencia estetica» del Centro de Promoción de los Derechos Humanos de Niñas, Niños y Adolescentes en Guajanuato (NIMA) sostiene que este tipo de violencia implica narrativas, representaciones y prácticas que presionan a las mujeres a cumplir con los estereotipos de belleza impuestos. Es una forma de discriminación y exclusión para quienes no cumplen los estándares e históricamente se ha ejercido sobre las mujeres bajo un sistema patriarcal y machista.
Asimismo, señalan que se manifiesta como una forma de control y discriminación hacia las mujeres, quienes desde niñas enfrentan la presión de cumplir con mandatos de belleza que idealizan la juventud eterna, el cuerpo delgado y ciertos rasgos físicos. Se trata de una violencia que atraviesa todas las edades donde los cuerpos femeninos se conciben como objetos de consumo en una cultura que normaliza estas exigencias.
Para atender la dermotilomanía, se necesita de atención multidisciplinaria en el que se conjunte la atención dermatológica y psicológica, pero para poder realizar el diagnóstico se necesita hablar del tema para entender la razón social que atraviesa la paciente.
«Hay que explicarles que es una enfermedad que no están fingiendo (…) se tiene que tratar de manera disciplinada, porque si yo no le quito el acné a la niña, se lo va a seguir haciendo, pero también si no le quito la ansiedad, pues el acné no se lo voy a quitar en dos días y va a seguir teniendo acné por mucho tiempo, nada más lo voy a mejorar.» -Ana López, dermatóloga e investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
«¿Cómo hablar del tema sin estigmatizar la enfermedad?» Para la dermatóloga, es necesario hacer conciencia que, debido a las presiones sociales sobre las mujeres, así como reconocer la ansiedad y depresión en las niñas y adolescentes, junto con las señales que dan en esas edades. Por otro lado, se debe proporcionar las herramientas para que aprendan a relajarse sin juzgarlas.
Cuando ya desarrollan el trastorno, existen técnicas que pueden ayudar a que sean más conscientes de lo que hacen como contar, hacer introspección, la técnica de la liga, aprender a no pensar en situaciones del futuro que no pueden manejar, meditar, repetir frases, entre otras que entrenan la mente para no lastimar su piel. No obstante, también se necesita de la acción dermatológica como encontrar el jabón o shampoo adecuado para su piel, proporcionar medicamentos o hasta enseñarles a tratar sus heridas físicas.




