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Leonas en Manada, vagoneras del Metro, por el empleo digno para jefas de familia

Por Paola Piña

Ciudad de México.- Empujadas por la falta de empleo y los bajos salarios, mujeres encontraron en el comercio informal dentro del Metro una forma de sostenerse, aunque eso las coloque en la mira de las autoridades y de una sociedad que las criminaliza. Frente a ese escenario nació Leonas en Manada, una asociación civil integrada por 120 vagoneras quienes resisten desde el trabajo informal y exigen condiciones dignas y libres de violencia.

Creada hace cinco años, Leonas en Manada fue fundada por Patricia Martínez, quien en entrevista con Cimacnoticias relató que la idea surgió al observar a mujeres feministas que vendían dentro del Metro como una forma de protesta económica. Inspiradas en ellas, las vagoneras comenzaron a reconocer la importancia de la sororidad y la colectividad como herramientas de resistencia frente al contexto de hostilidad que enfrentan día con día.

Martínez explica que tanto su colectiva como el resto de las vagoneras recurren a este tipo de empleo ante la precariedad económica en la que viven y la falta de alternativas laborales para sostener a sus familias. Aunque no existe un censo oficial que contabilice cuántas vendedoras ambulantes trabajan en este sistema, se estima que actualmente hay alrededor de 2 mil 500 mujeres dedicadas a esta actividad dentro del Metro.

El panorama laboral refuerza esa necesidad de organización, pues actualmente, solo el 46 por ciento de las mujeres tienen un empleo o están en busca de uno, una cifra considerablemente menor al 80 por ciento de los hombres, de acuerdo con Paola Vázquez Molina, coordinadora del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO). 

Por su parte, La Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) publicada este año por el Inegi, señala que la tasa de informalidad laboral se ubicó en 54.8 por ciento. En igual periodo de 2024, se estableció en 54.3 por ciento y la ocupación informal, según sexo, muestra que hay 13.5 millones de mujeres en esta situación, cifra que subió en 126 mil respecto a la del trimestre abril-junio de 2024.

Esta brecha, según el colectivo de economistas “México, ¿cómo vamos?”, orilla a que mujeres se inserten en la economía informal, donde encuentran mayor flexibilidad para cumplir con sus roles familiares y de crianza, pero al costo de una mayor vulnerabilidad: sin acceso a seguridad social, sin sistemas de guarderías y con menores ingresos.

En ese contexto, la historia de Patricia Martínez refleja lo que viven muchas otras. Desde hace casi 40 años se dedica a vender accesorios, adornos, dulces y toda clase de productos dentro de los vagones del Metro, una labor que comenzó por necesidad, tras huir de un matrimonio violento y hacerse cargo sola de sus hijos por lo que encontró allí una alternativa para generar ingresos, pues, embarazada y con un bebé de apenas ocho meses, sabía que en ningún otro lugar le darían trabajo.

“El único lugar que me arropó fue el Metro, donde pude maternar y trabajar al mismo tiempo, con un hijo en brazos y un bebé en camino, porque en ningún otro trabajo me hubieran podido contratar de esta manera”, relata.

Riesgos 

Martínez relata que la situación para las vagoneras es dura desde el inicio, pues muchas ingresan al Metro con la conciencia de que en cualquier momento pueden ser víctimas de violencia. Explica que las autoridades suelen operar con fotografías de las trabajadoras, las cuales utilizan para detenerlas incluso sin encontrarlas en flagrancia.

Cuando alguna se rehúsa a una detención arbitraria, los elementos de seguridad suelen reaccionar con fuerza, llegando a presentarse en grupos de hasta cinco o seis policías quienes las someten y trasladan por la fuerza. En estos operativos, las vagoneras son esposadas y en ocasiones golpeadas, enfrentando un trato violento y discriminatorio.

De acuerdo con Martínez, muchas de ellas son objeto de burlas y comentarios misóginos e incluso de acaso sexual,  por parte de los policías, quienes las señalan como delincuentes a pesar de que su única falta es intentar ganarse la vida dentro del sistema de transporte.

Otro de los riesgos que enfrentan es la intervención del grupo Colibrí, adscrito al Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia, conocido como DIF. En varios casos, este grupo ha retirado temporalmente a hijas e hijos de las vagoneras, manteniéndolos bajo resguardo durante días o incluso semanas, lo que coloca a las mujeres en una doble vulnerabilidad, pues se les criminaliza por intentar generar ingresos y, al mismo tiempo, se les castiga por llevar consigo a sus hijos ante la falta de opciones de cuidado.

Martínez explica que, la ausencia de seguridad social les impide acceder a guarderías o espacios seguros donde puedan dejar a sus hijas e hijos mientras trabajan. Además, los bajos ingresos que perciben muchas veces no alcanzan para cubrir el costo de una estancia infantil particular, lo que agrava su situación de precariedad y desprotección.

Red de apoyo 

Martínez recuerda que la colectiva comenzó a recibir apoyo de la organización WIEGO (Mujeres en Empleo Informal: Globalizando y Organizando), la cual se acercó a ellas para brindar acompañamiento psicológico. Explica que, al inicio, el apoyo consistió en terapias y talleres enfocados en reconocer que no era normal vivir bajo constantes situaciones de violencia, ya que muchas de las vagoneras habían llegado a naturalizar el maltrato ejercido tanto en su área laboral como personal.

Con el tiempo, WIEGO las vinculó con otras organizaciones, entre ellas Práctica- Laboratorio para la Democracia, que las apoyó en el proceso de constituirse como asociación civil.Además gracias a esa colaboración, Leonas en Manada logró acceder a un donativo del Fondo Semillas, el cual les permitió contratar a una abogada y fortalecer su organización para la defensa de sus derechos laborales y humanos.

“Poco a poco, los demás ya saben que Leonas en Manada cuenta con una abogada y que no estamos solas, que hay quien nos defienda. Eso te da mucha seguridad y te cambia la vida, porque tener ese apoyo solidario marca una gran diferencia”

Sin embargo, aunque hoy cuentan con respaldo legal y el acompañamiento de diversas organizaciones, la lucha por dignificar su trabajo continúa. Patricia Martínez ha impulsado ante las autoridades la creación de programas piloto que busquen regularizar la labor de las y los comerciantes ambulantes permitiéndoles pagar impuestos y formalizar su empleo; además en sus propuestas también ha incluido que las vagoneras se capaciten como apoyo en casos de emergencia; sin embargo el plan no ha sido impulsado.


Ante ello, Martínez expresó su deseo de que las promesas de las autoridades se hagan realidad y que en el país todas las mujeres sean reconocidas como valiosas, con un verdadero acceso al derecho al cuidado y a empleos formales y dignos. Mientras tanto, señaló que es necesario seguir trabajando en colectividad, pues considera que solo a través de la unión y el apoyo mutuo es posible acompañarse entre mujeres en un contexto donde los derechos no siempre se cumplen para todas.

“La colectividad es lo que nos ha permitido mantenernos unidas. Hoy entendemos que solo trabajando juntas, sin soltarnos de la mano y apoyándonos en todo lo posible unas a otras, podremos seguir adelante y lograr cambios reales.”


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