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Acciones positivas

Por Teresa Mollá*

Esta semana escuchaba en la radio la polémica que se ha suscitado por el ayuntamiento de Madrid por el acceso a las pruebas selectivas al cuerpo de Bomberos municipal.

El tema era la aplicación de «discriminaciones positivas» para las mujeres que se presentan a dichas pruebas selectivas.

En sí mismo el término «discriminación» ya resulta peyorativo y, cuando va acompañado del término «positiva», directamente se convierte en un arma arrojadiza contra las mujeres por parte de alguna gente.

Por eso mismo hay que explicar algunas cosas. La discriminación positiva ha dado paso a lo que actualmente se llama acción positiva. Y una acción positiva no es ni más ni menos que un conjunto de medidas tomadas en origen para que la igualdad formal consagrada en la actual legislación deje de ser formal para ser real.

Estas medidas, que han de ser temporales, pretenden corregir las desigualdades todavía existentes entre algunos colectivos todavía desfavorecidos.

«Por tanto entendemos como acciones positivas aquellas estrategias temporales encaminadas a remover obstáculos, prejuicios, situaciones, comportamientos y practicas culturales y sociales que impiden a un grupo social minusvalorado o discriminado (en función de raza, sexo, situación física de minusvalía, etcétera) alcanzar la situación de igualdad real.»

Hasta ahora, y en las definiciones que hemos visto todavía no hemos nombrado las desigualdades todavía existentes entre mujeres y hombres. Pero antes de entrar en el tema específico de este tipo de desigualdades, voy a poner un ejemplo clarificador de una acción positiva muy aceptada socialmente.

Todo el mundo entiende como positivo que las empresas grandes y las administraciones tengan un número determinado de plazas de entre las que se ofertan y reservadas por ley para personas con discapacidades, para que de ese modo puedan tener una integración laboral en empleos de la misma calidad y con los mismos salarios que las personas que no sufrimos ninguna discapacidad.

Pues bien, esto en sí mismo es una acción positiva y creo que esteremos de acuerdo en que es necesaria y favorece la igualdad entre las personas. Hasta aquí de acuerdo.

El problema surge, de nuevo, cuando se trata de eliminar barreras y desigualdades entre mujeres y hombres. Aquí ya surgen los problemas puesto que de entrada se esgrime el famoso artículo 14 de la Constitución que, como todo el mundo sabe, consagra la igualdad de todas las personas ante la ley. Justo en ese momento salta la polémica.

Al parecer se niegan en público y en privado que siguen existiendo desigualdades entre mujeres y hombres, pese a que estén demostradas y sean constatables en aspectos como acceso al empleo con un porcentaje mucho mayor de mujeres con empleos a tiempo parcial, con salarios que mantienen una brecha salarial de alrededor de 20 por ciento, en el uso de los tiempos en donde la doble jornada de las mujeres es un hecho demostrado y en donde los hombres no se han incorporado a las tareas domésticas o al cuidado de personas mayores, menores o dependientes, etcétera.

Cuando se establecen medidas para evitar estas discriminaciones directas e indirectas que mantienen las desigualdades entre mujeres y hombres y, por tanto se establecen medidas de acción positiva para poder subsanarlas y llegar a una situación real de igualdad total, saltan todas las alarmas del androcentrismo para denunciar una situación de «discriminación positiva» respecto de quienes han ostentado el poder y han generado las situaciones desiguales que hoy conocemos.

Es como si se tuviera miedo de perder los privilegios de los cuales han disfrutado a lo largo de la historia y por eso se comienza a denunciar públicamente y a hablar de «discriminación positiva» con lo cual e implícitamente se reconocen todas las discriminaciones, teóricamente negativas que venimos padeciendo las mujeres.

Pero al mismo tiempo cuando se intenta solucionar la situación saltan las alarmas del sistema. Son las propias contradicciones de un sistema de desiguales, que cuando se pretende solucionar, se niegan las desigualdades y se pretende mantener en aras de una falsa igualdad.

Teresa Mollá Castells
[email protected]

* Corresponsal, España. Periodista de Ontinyent

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