La noticia me llegó de sopetón como vienen las malas noticias. De repente un mensaje saltó en mi celular. Sandra Segura me informaba: «Asesinaron a Regina». El dolor me llegó como hace casi seis años cuando mi cabeza quedó en blanco.
Me pregunté ¿cómo? ¿cuándo? ¿quién fue? Y vino la negación. «Seguro fue un borregazo», pero no. Miguel Ángel Díaz con voz triste me lo confirmó: «Mataron a Regina, era mi amiga, estoy muy triste». Ya no había que indagar más, era cierto.
Y de repente recordé que la última vez que nos vimos fue afuera del Palacio de Gobierno en Xalapa. Yo caminaba con mi hija, cuando de repente me encontré a Andrés Hondall Ñeco. Lo saludé y me integré al grupo de tres periodistas. Ahí estaba Regina Martínez. Finalmente nos quedamos ella y yo platicando.
Unos días antes había aparecido el cuerpo decapitado de Yolanda de la Cruz en el puerto de Veracruz. Hablamos del temor, tristeza y coraje que sentíamos por la muerte de ella, de Nilo Vela y sus familiares. Hablamos de la falta de garantías para realizar el trabajo diario de las y los periodistas.
Intercambiamos nuestros números para lo que se ofreciera del norte de la entidad, siempre es bueno tener una referencia, coincidimos. Ahí mismo surgió la charla de una nota publicada por Proceso tiempo atrás, sobre un asunto de pornografía en internet acontecida en Poza Rica. Nos despedimos.
Me duele la indiferencia de la mayoría de las y los periodistas, quienes solamente cuando les sucede algo buscan el cobijo del gremio. En Xalapa se manifestaron sólo algunos, no muchos. La mayoría fue a reportear la nota. Finalmente Regina es noticia.
Hoy me vuelvo a plantear la misma pregunta de la última charla con ella afuera de Palacio de Gobierno: «¿Y ahora quién sigue?».
*Periodista en el estado de Veracruz, integrante de la Red Internacional de Periodistas con Perspectiva de Género.
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