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Ajo: el olor de la salud

El ajo y sus bondades fue el tema de conversación de un grupo de amigas en una cena reciente. Se habló de su potencial para ayudar a las mujeres con problemas cardiovasculares y del sistema inmunológico.

Nadie de las que estábamos reunidas alrededor de una mesa en un restaurante de la Plaza de Coyoacán, al sur del Distrito Federal, lo cuestionó. Por el contrario, entre más se hablaba del tema salía a la plática la experiencia de cada una acerca de los probados beneficios que habíamos recibido de esta planta tan usada en la comida mexicana e internacional.

Quizá el único inconveniente que tiene el ajo, decíamos entre risas, es su olor. De ahí en fuera con su ingesta aceptábamos que sólo habíamos recibido beneficios para nuestra salud.

Una de las amigas, incluso, afirmaba que gracias al ajo podía estar sana del corazón, luego que una de las arterias se le había obstruido. «Me salvó, el ajo me salvó. Por eso ahora puedo contarles todo esto», comentó en distintos momentos y luego, en consecuencia, nos daba la receta.

—Hay que comerlo en la noche, untado en pan tostado y con aceite de olivo. Mmm, es delicioso. Lo mínimo cuatro dientes diarios, por lo menos una semana. Si no se aguantan del olor, pues tres, al menos tres, decía una y otra vez.

No obstante estas afirmaciones también nos dimos cuenta de nuestra ignorancia respecto a la historia del ajo, qué contenía para ser tan saludable y si había algún efecto secundario.

Nuestro conocimiento partía más de la sabiduría popular que de conocer «bien a bien» si existían argumentos científicos respecto a las bondades del ajo.

Luego de una pequeña investigación encontré algunos de estos datos. Toda la información apoya nuestra experiencia y lo saludable que es para la salud de las mujeres integrar el consumo del ajo en la dieta cotidiana.

Un documento publicado en noviembre de 2008 por el Centro de Medicina de la Universidad de Maryland, Estados Unidos, de la autoría de Ehrlich Steven, con una práctica privada especializada en medicina complementaria y alternativa en Phoenix, informa que el ajo es originario de Asia central, que su uso en la comida y en la medicina se remonta al antiguo Egipto, y que actualmente se cultiva en todo el mundo.

A principios del siglo XVIII, en Francia, los sepultureros bebían una mezcla de ajo machacado en el vino que ellos creían les protegería de la plaga que mató a muchas personas en Europa. Y durante las dos Guerras Mundiales a los soldados se les dio el ajo para prevenir la gangrena.

Hoy en día, en efecto, se usa para ayudar a prevenir enfermedades del corazón, incluyendo la aterosclerosis, acumulación de placa en las arterias que pueden bloquear el flujo de sangre y posiblemente provocar un ataque cardíaco o un derrame cerebral; colesterol alto, presión arterial alta, y para mejorar el sistema inmunológico.

Otra de sus bondades medicinales es proteger contra el cáncer. ¿Por qué todas estas posibilidades?

El ajo es rico en antioxidantes que ayudan a destruir los radicales libres, las partículas que pueden dañar las membranas celulares, interactuar con el material genético y contribuir al proceso de envejecimiento, el desarrollo de una serie de condiciones que incluyen enfermedades cardíacas y cáncer, señala el estudio.

«Los radicales libres se producen naturalmente en el cuerpo, pero las toxinas del medio ambiente (incluida la luz ultravioleta, la radiación, el humo del cigarrillo y la contaminación del aire) también pueden aumentar el número de estas partículas dañinas.

«Los antioxidantes neutralizan los radicales libres y pueden reducir o incluso ayudar a prevenir algunos de los daños que causa el paso del tiempo».

En el mercado existen distintas presentaciones con el ajo como base y la mayoría de los estudios clínicos han sido realizados con extracto de ajo envejecido (AGE) o comprimidos recubiertos entéricos de ajo seco.

Respecto a los beneficios en las mujeres particularmente, el trabajo de la Universidad de Maryland, apoyado en 67 documentos con investigaciones acerca del ajo y sus bondades, da algunos ejemplos.

Se explica que una investigación a gran escala, denominada Estudio de la Salud de la Mujer, en 41 mil mujeres de mediana edad de Iowa confirmó que las que consumían regularmente ajo, frutas y vegetales tenían un riesgo 35 por ciento menor de desarrollar cáncer de colón.

También se habla que puede combatir la fatiga, ayudar cuando se tiene un resfriado y en los efectos secundarios de la quimioterapia, con propiedades antiparasitarias.

Aunque tiene efectos secundarios —dolor de estómago, hinchazón, mal aliento, olor corporal, sensación de picazón en la piel— la Food and Drug Administration estadounidense lo considera de baja toxicidad.

Por sus propiedades anticoagulantes, una contraindicación importante para las mujeres es cuidar su consumo si se va a tener una cirugía o un parto: demasiado ajo puede aumentar el riesgo de sangrado durante o después de estos procedimientos.

También es posible que altere la función de ciertos medicamentos recetados cómo los antiplaquetarios, anticoagulantes e inhibidores de la proteasa, medicamento utilizado para tratar a las personas con el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH).

Y, OJO, si incorporas el ajo en tu dieta y eres de olfato sensible cuida también los aromas que despida tu cuerpo.

* Periodista, narradora oral, facilitadora de grupos, terapeuta con Enfoque Centrado en la Persona y Gestalt e instructora asociada del Sistema Tao Curativo.

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