Inicio Aldeas de Alta Verapaz, forman «corredor de la muerte» materna

Aldeas de Alta Verapaz, forman «corredor de la muerte» materna

Por Claudia Palma*

La franja de serpenteantes caminos que recorre Carchá, Campur, Lanquín, Cahabón y que en los últimos meses se ha extendido a Chahal, Chisec y Senahú en Alta Verapaz, es llamada «el Corredor de la Muerte» porque la estadística de salud en la zona indica que, de cada 100 mil nacidos vivos, 266 madres no ven crecer a sus hijos; o mueren durante el parto, o por complicaciones posteriores.

El promedio nacional es de 153 madres por cada 100 mil nacidos vivos, según el informe Línea Basal de Mortalidad Materna de 2000. La Organización Mundial de la Salud (OMS) promedió 148 en 2005. Números de un país donde nace un niño cada minuto y medio. Las peores estadísticas sólo son superadas por Haití (670 por cada 100 mil nacidos vivos).

A Campur, una de las 16 aldeas de Carchá, Alta Verapaz, se llega por un camino de terracería que bordea desafiantes precipicios. Un pequeño camión se prepara para emprender la aventura de descender por la montaña.

La desvencijada carrocería de madera transporta a medio centenar de lugareños, la mayoría son niños. Hace poco, uno de estos vehículos volcó e hizo colapsar el Puesto de Salud de Campur. El resultado: 7 heridos, 2 fueron trasladados en la ambulancia, otros 2 en una patrulla de la Policía Nacional Civil (PNC) y los restantes 3 fueron atendidos en el Centro de Atención Permanente de 24 Horas (CAP).

Ahí los médicos examinan a los pacientes con lámparas de ganso oxidadas, cuentan con un nebulizador que data de hace 20 años, el ventilador manual (para respiración artificial) no sirve, aunque tampoco hay oxígeno. Decenas de madres dejaron su vida en esa sala de partos. «No podemos hacer mucho», dice Eduardo Thomae, el director del centro.

En su voz hay una mezcla de indignación, disculpa y temor y…, sí, miedo a que la población desesperada por la precariedad los haga correr la misma suerte que a otros pobladores años atrás cuando fueron linchados.

Los seis CAP de Alta Verapaz fueron creados durante este gobierno para mejorar las condiciones de salud en áreas rurales de difícil acceso como Campur, pero no lo están logrando. Viven las peores estadísticas.

Así funcionan ahora, pero temen que empeore con el recorte del 25 por ciento del presupuesto 2009 del Ministerio de Salud, debido a la crisis, aunque el acuerdo gubernamental de austeridad, asegura que no tocará el gasto social.

CON MENOS DE LO BÁSICO

Aunque el 18 de septiembre de 2007 en Alta Verapaz se acordó reforzar los centros de 24 horas, en Campur si un bebé tiene sufrimiento fetal o aspira meconio no hay forma de ayudarlo. Ni siquiera hay sondas nasogástricas usadas para alimentar a los bebés prematuros. En la bodega de la pequeña farmacia sólo había tres ampolletas de vitamina K indicadas para evitar las hemorragias.

Thomae, por su cuenta, lleva estadísticas igual de preocupantes. Después de la incursión del programa Mi Familia Progresa en la aldea, 400 mujeres de 600 que participaban no acudieron por la Depo Provera –la inyección para prevenir embarazos– con la creencia de que al procrear más bebés su remesa aumentaría. Nadie les explicó que no podían embarazarse en un período menor de tres años, aunque lo especifica una de las cláusulas del programa.

A las coberturas de vacunación en Campur nunca se llega porque las estadísticas del centro de salud jamás coinciden con las del Instituto Nacional de Estadística (INE). Esa entidad reporta 80 mil 570 habitantes y el puesto de salud 56 mil 520 y por esa incongruencia de 30 mil habitantes es que las metas previstas no se alcanzan.

En Campur, no se pueden pedir diferentes medidas de hilos para suturas, de un solo grosor y nada más. Los médicos se lavan las manos con agua racionada, sólo esbozan una risita sarcástica al preguntarles por el jabón quirúrgico.

Pero se trata de un CAP, y como tal las mujeres allí atendidas se cuentan entre el 41 por ciento de las que reciben atención por maternidad. En el vecino país, El Salvador esta atención es del 85 por ciento. Claro, su población es menor, la topografía es casi plana, poseen mejores vías de acceso y un solo idioma.

* Periodista guatemalteca de El Periódico e integrante de la Red Internacional de periodistas con visión de género

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