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Alice Nkom defiende diversidad sexual en un país homofóbico

Por Anayeli García Martínez
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“Hay organizaciones de Derechos Humanos que piensan que lo que estoy haciendo no es Derechos Humanos, a veces no me aceptan en las reuniones, ellos no quieren involucrarse, es muy riesgoso, hay muchos problemas, muchas dificultades. No hay nada que ganar, sí todo que perder”, dice la activista Alice Nkom al hablar de su trabajo en defensa de las personas homosexuales.
 
Nkom es una abogada originaria de Camerún. La semana pasada estuvo en México para participar como jurado del Sexto Festival de Cine de Derechos Humanos. Durante su estancia concedió una entrevista a Cimacnoticias para hablar de su compromiso a favor de las minorías sexuales en un país donde ser homosexual es un crimen que se castiga con prisión.
 
“Como abogada defiendo a las personas que son arrestadas, juzgadas, condenadas y recluidas en la cárcel por ser sospechosas de ser homosexuales. Como activista intento que se respeten sus Derechos Humanos y que no vuelvan a ser arrestadas, también intentó que se conviertan en defensores de los derechos de otros”, explica.
 
La activista es un símbolo a nivel mundial por ser una mujer que logró ser abogada en un país donde la educación parecía ser derecho sólo para las personas caucásicas. Hoy es reconocida por ser la fundadora de Lady Justice, una asociación de mujeres juristas, y por ser la única voz que defiende a las personas con distintas preferencias sexuales.
 
Nkom es abogada desde hace 45 años, pero considera que fue en 2003 cuando comenzó un trabajo dinámico como defensora. Todo inició cuando cuatro jóvenes franceses fueron de vacaciones al país africano. “Yo entendí que ellos viven libremente en Francia, sentí que tenía que decirles que la homosexualidad era un crimen en Camerún”, recuerda.
 
Fue en ese momento que ella se dio cuenta de que la ley camerunesa era irracional. “Yo les tuve que decir que era un crimen, ellos estaban muy sorprendidos; me sentí culpable y me pregunté si no tenían derecho de mostrar que son felices”.
 
En Camerún –dice– es común que la policía haga arrestos arbitrarios en los bares cuando la gente esta conviviendo y sin que haya un delito fragante porque la ley dice que se castiga a quien mantenga relaciones sexuales con una persona del mismo sexo.
 
Lo que para algunos países occidentales parecería absurdo, para ella es una realidad que tiene que enfrentar de manera cotidiana, pues a pesar de que es necesario que el juez tenga dos testigos que avalen que se cometió la conducta ilícita y se demuestre que el acusado tuvo actividad sexual con una persona de su mismo sexo, hay casos donde no hay pruebas y aún así las personas son condenadas.
 
“Mi último cliente fue un estudiante que fue condenado a 36 meses de cárcel porque escribió un mensaje de amor. Un texto no es una relación sexual y fue condenado”, denuncia.
 
Sin embargo Nkom emprendió está lucha sola, la gente, sus amigos y colegas no se quieren acercar a ella por miedo de que los tachen como integrantes de la comunidad lésbico, gay, bisexual, transexual, transgénero e intersexual. Se ha quedado sola pues ni siquiera las agrupaciones sociales la apoyan porque creen que esa no es una causa legítima.  
 
Aunado a ello realiza su defensa aún a contracorriente del Estado. “No puedo organizar un seminario o una junta sobre este tema, las autoridades no me lo permitirían porque está prohibido por la ley. Ellos no quieren escuchar, no podemos organizar protestas. Ellos no quieren discutir, ellos quieren que siga siendo un tabú”.
 
No obstante, Alice Nkom está convencida de que las personas homosexuales tiene derecho a tener una vida feliz, por ello recorre el mundo develando la realidad de Camerún, para poner las miradas sobre una realidad no cambiará pronto.
 
De México, afirma, se lleva la experiencia del Distrito Federal, donde el matrimonio entre personas del mismo sexo es permitido y donde a pesar de todas las dificultades y de las formas imperantes de discriminación, las personas con preferencias sexuales diversas tienen acceso a sus Derechos Humanos.
 
“Mi nieto, de 16 años, vino y me dijo: ‘Abuelita, la única cosa que espero de herencia es ése trabajo que has empezado’. Así que cuando tu nieto te dice eso no puedes parar. Es por esta razón que estoy lista a morir por esta causa”, finaliza la defensora convencida de que en algún futuro Camerún reconozca los derechos de las personas homosexuales.
 
13/AGM/RMB

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