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Ante acoso sexual, académicas quedan inermes

Por Anaiz Zamora Márquez
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Académicas, docentes e investigadoras no están exentas de ser víctimas de acoso y hostigamiento sexual; aunque hay avances, aún no se desarrollan programas, protocolos o unidades especializadas para prevenir estas agresiones y en su caso acceder a la justicia.
 
Recientemente la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM) informó la expulsión de la institución del doctor Enrique González Ruiz, al encontrarlo responsable de hostigamiento y acoso sexual contra sus compañeras y colaboradoras María del Carmen Rodríguez Sánchez y Clemencia Correa González.
 
A raíz de lo difundido por la universidad y lo denunciado por las víctimas, Cimacnoticias investigó sobre las herramientas con las que cuentan, además de la UACM, el Instituto Politécnico Nacional (IPN) y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), para prevenir y castigar el hostigamiento y acoso sexual al interior de estas instituciones de educación superior.
 
La indagación evidenció, por un lado, que este tipo de violencia no es ajena de cometerse contra las académicas. Por otro, que las universidades carecen de un sistema integral para investigar las agresiones sin exponer a las víctimas, así como para sancionar, atender y reparar el daño.  
 
También se detectó que lo anterior ocurre porque se tiende a pensar que en estas instituciones, debido al nivel académico e intelectual de su población, este tipo de violencia no sucede. A lo que se suma que las formas en las que se manifiesta el acoso y el hostigamiento son tan comunes que “parecen normales”.
 
Lo anterior lo afirman las doctoras en Derecho e integrantes del Grupo de Investigación Antígona, Noelia Igareda González y Encarna Bodelón González, quienes afirman que se “tiende a pensar que el mayor nivel educacional es una herramienta suficiente de prevención y actuación” frente a una eventual agresión.
 
De ello también dan cuenta las investigadoras Ana Buquet Corleto, Jennifer Ann Cooper, Araceli Mingo y Hortensia Moreno en el libro “Intrusas en la Universidad”, que se desprende del proyecto Institucionalización y Transversalización de la Perspectiva de Género en la UNAM, del Programa Universitario de Estudios de Género (PUEG).
 
La investigación da cuenta que las universitarias viven un ambiente hostil y enmarcado por una tradición patriarcal que reproduce los estereotipos y roles de género.
 
ESPEJISMO DE EQUIDAD
 
Mediante encuestas y datos, las investigadoras encontraron que dentro de la población académica las manifestaciones de violencia se dan mediante comentarios sexistas, “micro inequidades” (acciones sutiles con las que las académicas son discriminadas), gestos, bromas e insinuaciones que “crean un clima frío (hostil) para muchas” de ellas.
 
De acuerdo con el estudio, el tipo de violencia sexual que más padecen las profesoras e investigadoras son las “miradas morbosas y gestos que molesten”, seguidos por “frecuentes piropos no deseados acerca de su apariencia”, y “bromas, comentarios o preguntas incómodas sobre su vida sexual y amorosa”.
 
Mientras el 6.3 por ciento de las docentes con nombramiento de “técnica académica” reportó haber sido víctima de “roces o contacto físico no deseado”, lo mismo ocurrió con el 4.2 por ciento de las profesoras de asignatura. En tanto, 2.5 por ciento de investigadoras reportó este tipo de agresión.
 
En un foro reciente, Ana Buquet, directora del PUEG, sostuvo que uno de los principales obstáculos para avanzar en la materia es que las autoridades universitarias no reconocen al acoso sexual y al hostigamiento “como un problema de carácter universal e histórico, y como parte de las manifestaciones del sistema de relaciones de género en el que vivimos en México”, y por tanto niegan que se dé en sus instalaciones. 
 
La también maestra en Psicología dijo que es necesario crear una instancia única que se ocupe de atender la violencia de género y brinde apoyo legal, psicológico, médico y académico a las víctimas, pues “un espacio de esta naturaleza podría evitar que las personas se enfrenten a la falta de políticas y programas especiales dentro de las instituciones que las hacen transitar de una instancia a otra, reiterando la experiencia sufrida”.
 
Por su parte el IPN, aunque cuenta con la Unidad Politécnica de Gestión con Perspectiva de Género –desde la cual se realizan investigaciones y se fomentan campañas y acciones contra la violencia– y el programa “Denuncia Segura”, tampoco ha logrado erradicar el hostigamiento y el acoso sexual.  
 
SENSIBILIZAR AL PERSONAL
 
En entrevista, Martha Alicia Tronco Rosas, directora de la Unidad, explicó que se pudo identificar que en contra de las académicas se registran agresiones como el robo de investigaciones, pero poco se ha avanzado en identificar el acoso u hostigamiento sexual, ya que incluso para las propias víctimas este tipo de violencia es sumamente complicado de identificar.
 
Ante ello –señaló– un paso fundamental y en el que las diversas universidades deben trabajar es en la sensibilización del personal académico, que les permita identificar y prevenir este tipo de actos, pues aunque se cuente con una formación académica y universitaria generalmente suelen percibirse como “normales”, o que pasan en la vida diaria.
 
Sin aclarar –debido a la confidencialidad de los casos– quiénes eran las víctimas y los agresores y qué cargo académico tienen, Tronco Rosas informó que ante el sistema de “Denuncia Segura” se han presentado 231 quejas; de ellas, 158 corresponde a personal laboral y 73 son escolares.
 
Del total de denuncias, 18 son de índole sexual y cuatro de ellas derivaron en la separación del cargo del agresor.  
 
Como lo exponen los datos de las denuncias presentadas y las investigaciones realizadas por la UNAM, los actos de acoso u hostigamiento ocurren dentro de estos espacios donde las víctimas no tienen la plena confianza de denunciar, tal y como le ocurrió a María del Carmen Rodríguez Sánchez y Clemencia Correa González.
 
FALLA INSTITUCIONAL
 
Mientras la UACM sostiene que Enrique González Ruiz fue despedido “mediante una decisión fundada y motivada con pleno respeto a los Derechos Humanos” de las personas involucradas –tras un proceso de 11 meses desahogado ante la recién creada Instancia Universitaria para indagar casos de acoso y hostigamiento sexual–, las académicas dijeron que durante su denuncia fueron revictimizadas, y sufrieron ataques y calumnias por parte de sus compañeros, que “no consideran los Derechos Humanos de las mujeres como una prioridad”.  
 
En un comunicado, advirtieron que se trata de un problema de derechos y no de política, por lo que demandaron una solución institucional, y ante el clima de agresiones en su contra solicitaron medidas de protección para continuar con su trabajo.
 
Aunque en diciembre pasado, a raíz de la denuncia de las investigadoras y tras atender otras nueve quejas de este tipo (cinco interpuestas por alumnas y cuatro por trabajadoras) la UACM creó la Instancia Universitaria, las académicas exigen la implementación de una política integral de prevención, atención, investigación, sanción y reparación del daño ante cualquier forma de violencia contra las mujeres.
 
También demandan que se difundan los mecanismos universitarios y legales para denunciar todas las formas de violencia de género al interior de la UACM.   
 
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