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Cachetada con guante blanco

Por Marta Guerrero González

El proceso de selección del candidato del Tucom debe valorarse desde varias perspectivas. En un ejercicio inédito dentro de la vida de los partidos en nuestro país, un grupo destacado del PRI hizo el esfuerzo para demostrar, sobre todo a los más aguerridos a la vieja usanza, que la democracia es posible al interior del partido y que el verdadero liderazgo privilegia la suma de todas las fuerzas.

El procedimiento fue avalado por Transparencia Mexicana y las tres compañías encuestadoras son reconocidas socialmente y todo lo confiables que exige el caso, porque además son competencia entre sí. Sumando a los observadores independientes, podemos acertar por la validez de la elección: Arturo Montiel ganó, sin lugar a dudas y, a pesar de algunas plumas de tinta chocolate, la unión prevaleció y debe seguir en los meses siguientes. Es el principal motor para conquistar la meta final.

Después de conocer el triunfo de Montiel, más rápido que pronto, gente cercana a Madrazo empezó a emitir descalificaciones y a provocar. Contrario a lo que se espera de un presidente de partido, el silencio habló por Roberto Madrazo, quien todavía, aunque le pese en estos momentos, sigue siendo la cabeza del PRI y en ese carácter tendría, hasta para su propio beneficio, que haber ponderado el esfuerzo, la palabra cumplida y el respeto a la democracia. Sin embargo, Madrazo no pudo hacerlo, se lo impidió su ambición y su corta estatura como luchador limpio. Felicitó por teléfono a Montiel, pero no fue suficiente, porque si bien él será parte de la lucha por la candidatura, de manera oficial y por lo pronto sólo es el dirigente, por decirlo de alguna manera.

Lo que ocurrió públicamente y a nivel nacional es algo que le guste o no a Roberto, tuvo que ver con hombres y mujeres, con militantes y con notables del país y, si hubiera tenido talento, tendría que haberlos felicitado públicamente; seguramente le resulta difícil mostrarse generoso con el adversario, pero hubiera sido estratégico para su imagen. Olvida que de frente a su partido y a la nación el aplauso era obligado.

Con ese silencio duro, aunque sea temporal, exhibió las formas y, quizás, las rudezas innecesarias con las que piensa participar en la contienda. El duelo se perfila letal.

El Tucom tendrá que apuntalar insistentemente a su candidato y no cansarse de incluir y sumar a más cuadros y simpatizantes.

En toda conquista puede haber excesos y el paso de una dictadura de partido a una democracia es largo pero no imposible. En ese tenor celebro dicho triunfo y espero que el ejemplo cunda, no sólo en el PRI, sino en todos los partidos para que salgan fortalecidos de la experiencia.

En mi opinión, ni Montiel ni Madrazo serán comparsa o simulación. La lucha será real, por lo menos eso espero. Montiel llega fortalecido, no tan sólo por el procedimiento en que fue elegido, sino por la sustancia del inicio del Tucom, pues la mira fue y es hacer ganador al PRI, con un candidato de unidad con las más altas posibilidades de vencer a la oposición.

*Periodista y escritora mexicana
05/MGG/GM

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