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Campo minado para las mujeres, la ruta migratoria a EU

Por Lizbeth Ortiz Acevedo

Desde el momento en que salen de sus comunidades, las mujeres indígenas son víctimas de abusos y delitos en las diversas rutas migratorias hacia Estados Unidos; situación que suele agravarse al llegar a los lugares de destino, donde son sometidas a esclavitud y explotación.
 
Estas mujeres que llegan a ciudades de la frontera norte mexicana para intentar el cruce de forma indocumentada a EU provienen principalmente del centro y sur del país, particularmente de Guerrero, Oaxaca, Chiapas, Veracruz y Michoacán, explican las especialistas Imelda Marrufo, coordinadora de la Red Mesa de Mujeres de Ciudad Juárez, y María Dolores París Pombo, investigadora de El Colegio de la Frontera Norte (Colef), en Tijuana.
 
Según la investigación “El desierto de los sueños rotos”, de Guillermo Alonso Meneses, académico del Colef, esta vulnerabilidad que afecta a las mujeres se incrementa cuando pasan por zonas despobladas, dejándolas a expensas de otros migrantes y delincuentes, quienes –afirma el especialista– parecen haberse especializado en robar y violar.
 
En el estudio se indica que al intentar cruzar a EU, estas mujeres son encerradas en casas de seguridad por “coyotes” (traficantes de personas), donde son obligadas a hacer el aseo, la comida y a tener relaciones sexuales con ellos.
 
Meneses menciona un caso en el que cuatro mexicanas, tras haber cruzado la frontera, fueron secuestradas por “coyotes”, encerradas en unos tráilers en Texas, explotadas laboralmente y violentadas sexualmente.
 
En la misma investigación se asienta que el promedio anual de casos de explotación y encierro prolongado asciende a 16 mil, y en los cuales las mujeres son forzadas a trabajos agrícolas o a ejercer la prostitución.
 
SIN PROTECCIÓN
 
En el albergue Casa de Migrantes de Ciudad Juárez, Chihuahua, una mujer chiapaneca contó a Cimacnoticias que llevaba más de cinco meses viajando desde que salió sola de Tapachula y que al intentar cruzar hacia EU fue llevada a una casa de seguridad donde permaneció por algún tiempo, y luego fue detenida por autoridades migratorias el país vecino, que la esposaron y la mantuvieron en un centro donde recibió malos tratos.
 
En el “Reporte final: Investigando el contexto social de la trata sexual y la vulnerabilidad al VIH a lo largo de la frontera México-EU”, coordinado por Shira Goldenberg, de la Universidad de California en San Diego, y publicado por el Colef, se informa que el 80 por ciento de las víctimas de trata sexual son mujeres y cada año 100 mil víctimas llegan del sur y centro de México para ser traficadas en la frontera con fines sexuales.
 
Sin embargo, estas mujeres son agredidas en el trayecto por las mismas autoridades, detallan Esperanza Tuñón y Martha Luz Rojas, también investigadoras del Colef, en su estudio “Género y migración”.
 
Una mujer migrante que fue entrevistada dijo que fue agredida por la policía migratoria norteamericana al ser rociada con gas pimienta en la cara y luego golpeada en el vientre, lo que le provocó un sangrado.
 
Otra mujer contó haber sido detenida y extorsionada por la policía de Tijuana. La característica en común de estas migrantes fue la carencia de redes familiares y personales en los lugares de destino.
 
Imelda Marrufo señala que estas mujeres al momento de su llegada a la zona fronteriza lo hacen en condiciones “terribles”, porque en su trayecto vivieron “un cúmulo de vejaciones, jugándose la vida, siendo abusadas y violadas” por policías o por sus mismos compañeros de viaje.
 
Mari Galván, trabajadora del Instituto Madre Assunta, en Tijuana, Baja California, cuenta el caso de una mujer a quien se le brindó apoyo luego de que fue violada sexualmente durante su tránsito por el estado de Sonora.
 
La mujer logró llegar a EU con su esposo, quien ya la esperaba. Después de un tiempo, ella regresó al albergue para mujeres migrantes y le dijo a Galván que había nacido un hijo producto de esa violación.
 
En el albergue para migrantes San Juan Bosco en Nogales, Sonora, Gabriela, oaxaqueña de 25 años, dijo a esta agencia que a su llegada a la frontera “coyotes” la mantuvieron encerrada durante una semana en un cuarto de hotel, donde le exigieron pagar 3 mil 500 pesos más de los 10 mil que en un principio le pidieron para llevarla a EU.
 
En el desierto, miembros del Ejército la asaltaron, quitándole todas sus pertenencias y ante la situación adversa de no contar con agua, alimento y el cansancio que tenía por llevar días caminando, decidió pedir ayuda a los agentes migratorios para que la rescataran.
 
14/LOA/RMB

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