La censura es un arma de dos filos, que, si se usa correctamente, puede establecer los límites entre la aceptabilidad dentro de una comunidad, y cuando se usa caprichosamente o, más a menudo, con motivos políticos, puede ser una fuerza opresora y destructiva que discrepa de los principios de la democracia y del respeto que siente una persona por la libertad.
Los episodios históricos de la censura suelen centrarse con mayor frecuencia en los excesos y abusos que ésta ha cometido. Políticamente la censura ha sido un instrumento de los estados totalitarios, que han deseado imponer sus ideas a sus miembros, lo cual contrasta con los principios de libertad de expresión propios de las democracias.
Cada año en nuestro país, el tema retoma un nuevo enfoque en el mes de junio; pero ¿dónde trazar la línea? Ya que los principios en conflicto que subyacen en el debate sobre la censura seguirán señalando diferencias respecto al punto de dónde debe trazarse la línea entre lo aceptable y lo que no lo es, sobre cómo hay que trazar tales distinciones, y quién es competente para decidir sobre esta cuestión.
La larga historia de la censura en los gobiernos sugiere que puede tener un papel valioso en la conservación de una sociedad ordenada y en apego al derecho. La censura se hizo evidente en el desarrollo del siglo XVI en adelante, por el índice de libros prohibidos.
En los últimos años, ha aumentado la presión para abolir o reducir la censura, y en este proceso han intervenido varias fuerzas concurrentes, una pérdida de respeto a la autoridad, dando como resultado una sociedad permisiva. El concepto de una norma de conducta socialmente unificadora ha sido puesto en tela de juicio por la invocación cada vez más intensa a una sociedad pluralista, lo que ha su vez provoca la falta de criterios claros para tomar decisiones.
Esto se ha visto agravado por el indudable cambio en la mezcla étnica y cultural, lo que implica que existen muchas alternativas vigorosas que exigen un reconocimiento. La evolución de las respuestas ha sido hacia tendencias que sostienen el perjuicio, entre quien lo recibe y cómo equilibrar los grados de perjuicio con los beneficios potenciales.
Otra tendencia ha sido la de sustituir la censura por la clasificación. Intentando evitar las limitaciones absolutas de la prohibición, favoreciendo sistemas de evaluación para películas, programas televisivos, revistas y libros, estableciendo comités para crear unas barras con los grados de restricción.
Aunque hay quienes prefieran abolir toda restricción, incluso dentro de la clasificación se preserva un cierto grado de censura. Actualmente existe un respaldo casi universal para la censura completa de la pornografía infantil, y cada vez hay más evidencias del perjuicio que provoca la manifestación visual de las agresiones sexuales.
Si bien la clasificación busca el compromiso entre las necesidades de los niños y los deseos de los adultos, como máximo aborda los puntos de venta públicos, pero no consigue evitar que los materiales lleguen a los jóvenes de formas no científicos. Para proteger a los niños, niñas y adolescentes, la censura completa es más efectiva, pero nunca puede operar de una forma totalmente eficiente en una sociedad libre, y todo sistema necesita el respaldo activo de la comunidad.
Quienes están por la censura pueden carecer de sensibilidad artística o conciencia cultural, y limitarse a defender el status quo, perseguir con egoísmo fines sin tener en cuenta las necesidades de los demás. La verdadera libertad de expresión sólo existe cuando se definen de modo adecuado los parámetros entre los que debe encuadrarse.
*Senadora mexicana [email protected]
06/LS/MR
