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Combatientes, madres y mujeres, memoria feminista en el Salvador

«Grupo psicodrama: abrazando la vida, desafiando el dolor» es una memoria de la experiencia vivida por 13 mujeres, integrantes de la asociación feminista Las Mélidas, en donde se expone como trascendieron las huellas que dejó en sus vidas el conflicto armado de 1981 a 1992 en El Salvador.

Publicado en 2009 por el Movimiento de Mujeres Mélida Anaya Montes, conocida en el país como Las Mélidas, en el texto está registrada la búsqueda que hacen sus protagonistas «de las sombras y fantasmas que han nublado nuestras vidas por tanto tiempo y a la vez buscando el horizonte colmado de luz y esperanza», dicen, apoyadas por la fuerza de sus ideales por un mundo justo y humano, por la solidaridad, la fraternidad y el amor.

En los dos roles que jugaron durante este período, de combatientes y madres, mujeres sin el apoyo de nadie tomaron decisiones, tales como participar en guerrilla, pasar a la clandestinidad y dejar a sus hijas e hijos en manos de familiares o compañeros de lucha.

Muchas veces, lo hicieron cuestionadas por su familia y con un reclamo tanto de la sociedad como de sus propias hijas e hijos durante y después del conflicto armado, esto las llenó de sentimientos de culpa.

A partir de ese contexto, de vivencias pasadas y presentes, a partir de septiembre de 1999, y hasta enero de 2002, se desarrolló un proceso de 12 sesiones-de doce horas cada una que les llevaba un fin de semana- con la propuesta del psicodrama que transportó a las participantes al período de la guerra.

«Recordando experiencias vividas con la separación de nuestros hijos e hijas para salvaguardarlos de la represión, iniciando procesos de reparación de heridas y elaboración de duelos y pérdidas de familiares, decirles cuánto les queríamos, reconstruyendo nuestras vidas y visualizando posibilidades de reencuentros para recuperar lazos afectivos con nuestros seres queridos sobrevivientes, retomando la esperanza por una vida mejor en nuestras familias», cuentan.

La mitad de las 13 integrantes del segundo grupo de psicodrama — el primero llevó por nombre Brilla el sol después de la tormenta y trabajó de 1996 a 1998– eran representantes de la generación de las guerrilleras activas durante la guerra y tenía entre 40 y 50 años, la otra mitad eran mujeres jóvenes, de la generación de «hijas», que crecieron durante la guerra con una edad de alrededor de 20 años.

Lo más difícil para ellas fue escribir esta experiencia admiten, en «Grupo psicodrama: abrazando la vida, desafiando el dolor» se publican nueve comentarios de las protagonistas con títulos como: me perdoné a mi misma, no fue fácil o en este proceso he sido cómplice de muchas cosas de mis compañeras.

Presentamos una parte del testimonio de Conchi, el último de la lista, que bajo el título Sentí que ese botón se abría cada vez más buscando ese rayo de luz lo compara con la imagen de un girasol que «busca la luz del sol constantemente y una vez está abierto, que equivale a crecer cada día de mi vida».

Se integró al grupo «con muchos temores, curiosidades y expectativas sobre lo que significaba un psicodrama, luego en el inicio me sentí como un botón que apenas empieza abrirse con cada sesión que vivo en el grupo ya que en el primer psicodrama me desbordé en sentimiento y llantos identificándome en algunos aspectos de mi vida con la protagonista y aprendí que al mismo tiempo que me solidarizaba con ella, me solidarizaba conmigo misma».

Durante el proceso sintió que «ese botón se abría cada vez más buscando ese rayo de luz» para conocerse más a sí misma a través de las integrantes del grupo. También aprendió que no estaba sola, que tenía con sus compañeras muchas cosas en común y en cada sesión se brindaron confianza y apoyo mutuo.

Una vez que pudo procesar la experiencia, las sesiones vividas con el psicodrama le permitieron «desalojar de mi cuerpo cosas que me hacían daño, aclarar otras cosas, tener una visión más positiva de lo que pasó en mi vida».

Y, por último, reconoce que «los cambios que he percibido en mi vida como parte de este proceso son muy importantes en tanto que me ha permitido relacionarme mejor conmigo misma, y con las que me rodean, empezando con mi familia siendo menos rigurosa y perfeccionista, más tolerante y comprensiva».

En la entrega de mañana presentaremos los comentarios que hace la doctora Ursula Hauser, directora de psicodrama, quien junto con sus asistentes Ana León y Casilda Sancho fue la guía de este proceso impulsado por Las Mélidas en El Salvador.

10/CV/LR/LGL

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