Chorros de agua de una tanqueta de la Policía Federal Preventiva (PFP) alcanzaron el martes pasado a un grupo de mujeres que participaron en la marcha convocada por la Coordinadora de Mujeres de Oaxaca, mientras una veladora en un vaso de vidrio fue «devuelta» por los elementos de la PFP le rompió la nariz a otra manifestante.
Así respondieron los elementos de la PFP a las cinco mil mujeres que les pidieron dejar Oaxaca y demandaron justicia por las otras mujeres. Vestidas de negro, colocaron veladoras y flores al pie de cada «barricada» de policías en las esquinas del centro histórico, que tomaron desde el domingo 29 de octubre, con el propósito de «restablecer el orden y la paz», según mandato del presidente Fox.
Josefa Bravo Higinio recibió seco el golpe sobre su rostro mientras pasaba sobre la calle de Morelos, como el resto de las mujeres. El chorro de sangre apareció sobre su rostro. Se detuvo sin poder articular palabra, pero al dolor físico le siguió el coraje.
¡Cobardes! Gritaron las mujeres que vieron el rostro de Josefa. Pronto vino el auxilio y algunas lágrimas. Una abertura en su nariz manaba sangre y en pocos minutos empezó a hincharse y amoratarse. No pasa nada, dijo, sobreponiéndose a su propio dolor, cuando se dio cuenta que estaba rodeada de un pequeño grupo de reporteros y curiosos.
«Asesinos», «violadores» les gritaban las mujeres que lanzaban flores a un atrincherado grupo de policías federales que esperaban como es costumbre con casco, tolete y escudo, para no ser lesionados por los pétalos de las flores blancas o por las veladoras que se colocaron en el suelo, de donde se cree un elemento de la PFP tomó y lanzó la veladora a la multitud lesionando a Josefa, maestra de educación indígena.
Las voces de estas mujeres fueron las de miles de oaxaqueñas. Gritaron por las otras, las que están lejos, las que no vinieron. Ahí estaban las viudas, las hermanas solas, las madres que perdieron a sus hijos.
Desde la fuente de las Siete Regiones, al norte de la ciudad, las mujeres rápidamente hicieron la calzada Porfirio Díaz y la avenida Juárez un río de voces, un mar de reclamos que contrastaban en ese desierto donde parece perderse la demanda incesante: justicia, ¡vivos se los llevaron, vivos que los devuelvan!
Con fotografías de algunos detenidos y desaparecidos, la caminata aceleró el paso hasta llegar al centro histórico. Lanzaron flores y colocar las veladoras en las esquinas de Morelos y Alcalá, Morelos y García Vigil, antes de dar vuelta hacia la esquina de 20 de Noviembre y Trujano.
Cuando la mayoría se había retirado, las últimas recibieron el baño de agua que salió rabioso desde la tanqueta. La rechifla y los reclamos no se hicieron esperar.
El momento fue de tensión, pero imperó la calma. Partieron hacia Santo Domingo, a la explanada donde la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca y los maestros de la Sección 22 permanecen desde el pasado domingo 29 de octubre, cuando dejaron el zócalo que ahora ocupan los «pefepes».
Durante el camino, las mujeres de las colonias, maestras, universitarias; mujeres de todas las edades, mujeres con bebés en brazos, todas, todas hicieron referencia a la marcha que horas antes habían realizado para «apoyar» a Ulises Ruiz: «vestidos de blanco marcharon, 200 pesos, les pagaron».
«Aquí no hay acarreados», recordaban una y otra vez, mientras exigían justicia, justicia por todas las mujeres, por los desaparecidos, por los detenidos, por los asesinados ¡Ulises, entiende, el pueblo no te quiere!
06/SJE/GG
