La violencia basada en el género es quizás la más vergonzosa violación a los derechos humanos, señaló Kofi Annan, secretario general de Naciones Unidas, en comunicado de prensa en el marco del Día Internacional por la No Violencia hacia las Mujeres, este 25 de noviembre.
«No podemos decir que estamos realizando un real progreso hacia la equidad, el desarrollo y la paz, mientras este problema continúe», aseguró Annan.
Calificó el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer como un llamado de acción, hecho con innumerables mujeres alrededor del mundo cuyas vidas cotidianas están afectadas por la violencia y el abuso.
. Expresó que este flagelo está tomando nuevas dimensiones en el siglo XXI. Uno de los problemas de violencia más alarmantes es el tráfico de mujeres y niños, que representa uno de los crímenes de más rápido crecimiento en el mundo, pues se estima que son más de 700 mil personas las que son objeto de tráfico cada año para explotación sexual.
También condenó la creciente violencia contra mujeres y niñas en los conflictos armados, pues éstas no sólo son víctimas de privaciones y desplazamientos forzosos, sino que de manera reciente son directa y deliberadamente objetivos de tales conflictos con la violación y violencia sexual como armas de guerra.
Calificó estos nuevos hechos como desafíos urgentes, pues todos vienen con una dimensión agregada de muerte, y el riesgo de VIH/sida, pues destacó que las mujeres muchas veces no pueden protegerse debido a que son intimidadas.
Este riesgo adicional, puntualizó, hace aún más apremiante la misión de luchar contra la violencia hacia las mujeres en todas sus formas.
Mencionó que el año pasado se dieron alentadores signos de una creciente concientización y comprensión del problema, y se analiza la creación de nuevas herramientas que solucionen estos problemas.
Anunció que el Protocolo de la Convención de las Naciones Unidas contra el Crimen Transnacional Organizado, con miras a eliminar el tráfico de personas, especialmente mujeres y niñas, entra en vigencia en diciembre de 2003.
Este protocolo llama a tomar medidas para asegurar la prevención, castigo y erradicación de todas las formas de violencia, y convocó a los Estados que aún no lo aprueban para que asuman una acción más vigorosa.
«Cuando se trate de violencia hacia las mujeres, no hay tolerancia posible; este mensaje debe de ser escuchado fuerte y claro, inclusive por aquellos que necesitan escucharlo más que ninguno otro», concluyó.
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