En 1995 la UNESCO declara el 23 de abril como el Día Mundial del Libro». Este año la conmemoración internacional por la lectura coincide con la celebración del Sábado de Gloria.
Según la Encuesta Nacional de Lectura (Conaculta 2005), 13 por ciento de las y los mexicanos jamás ha leído un libro. Cuatro de cada 10 nunca ha estado en una librería. El 35 por ciento no lee literatura; el 40 por ciento no lee periódicos; el 48 por ciento no lee revistas. Se calcula que el gasto corriente monetario en libros, revistas y periódicos es del 0.4 por ciento del gasto familiar.
Las y los mexicanos mayores de 12 años leen en promedio 2.9 libros al año, de los cuales casi la mitad son comprados, 2 por ciento son prestados, 18 por ciento regalados y solamente uno de cada 10 proviene de bibliotecas. La mayoría de las y los mexicanos dejaron de leer cuando se retiraron de las aulas.
Aún cuando se puede suponer que durante la infancia y adolescencia se lee más, las mismas autoridades educativas consideran que es insuficiente para asegurar que las y los niños adquieran y desarrollen las habilidades de la lectura y la escritura que les permitan aprender permanentemente y con independencia.
Desde el 2001 la Secretaría de Educación Pública opera el Programa Nacional de Lectura, que se propone fortalecer las competencias comunicativas con el objeto de contribuir al mejoramiento del logro educativo de los estudiantes de educación básica con acceso a Bibliotecas Escolares y de Aula.
Su impacto después de 10 años es pobre si consideramos que los resultados de la prueba Enlace 2010 indican que el 70 por ciento de los estudiantes de primaria y secundaria no saben leer bien, no lo hacen con fluidez y tampoco comprenden los textos que abordan
Esta situación atenta contra el derecho a la educación de al menos 15 millones de niñas, niños y adolescentes que están apenas alfabetizados, que no adquirían el hábito de la lectura y mucho menos se formarán como lectores.
La lectura durante la infancia no es exclusivamente una herramienta para el éxito alfabético o la productividad adulta. Su mayor valor está en su relación con el desarrollo afectivo y cognitivo.
La lectura supone más que un conjunto de habilidades, es más que un acto pasivo de saber qué dice un texto escrito, es sobre todo un complejo proceso de diálogo y de negociación de sentidos, en el que intervienen un escritor, un texto y un lector.
Que las niñas y los niños accedan a los libros es una apuesta por ofrecerles momentos de gozo, es hacer crecer sus conocimientos, es proporcionarles momentos en donde juegue su imaginación, su sensibilidad. Es abrirles las puertas a otros mundos posibles.
La Unesco considera que el libro es el medio más poderoso para repartir y preservar el conocimiento. También lo es para alimentar el alma y profundizar la mirada. Por eso este sábado habría que cambiar la cubeta por un libro; habría que cambiar el agua por las letras… porque la gloria también está en la lectura.
*Directora de Ririki Intervención Social. Experta en infancia, adolescencia y sus derechos.
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