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Dejan todo con tal de encontrar a sus hijas

Por Danilo Valladares, corresponsal
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“Mi hija Diana Maribel Rivera Muñoz vino a trabajar a Guatemala, pero desde hace siete años ya no supimos nada de ella”, dijo entre lágrimas Suyapa Muñoz, originaria del departamento de Chinandega, Nicaragua.
 
Muñoz viaja en la “Caravana de Madres Centroamericanas de migrantes desaparecidos en tránsito por México, Liberando la Esperanza”, en la cual participan 60 mujeres de El Salvador, Honduras, Nicaragua y Guatemala, en busca de sus hijas e hijos.
 
“Venimos con tanto esfuerzo de Nicaragua con la esperanza de que nos ayuden a buscar a nuestros hijos perdidos”, dijo la madre nicaragüense cuya vida cambió desde la desaparición de su hija. “Estamos desesperados, mi mamá está grave, no come, no duerme porque quiere ver a su nieta que ahora debe tener 44 años de edad”, relató.
 
Además de sobrellevar la desaparición de su hija, Muñoz debe mantener a otros cinco hijos suyos y a los tres hijos que procreó Diana Maribel. 
 
“También tengo otros dos nietos de otro hijo mío que me los dejó la mamá, quien también se vino para Guatemala y no sabemos qué ha pasado con ella”, narró esta madre que se dedica a lavar y planchar “para ganar un poquito e irla pasando”.
 
“Yo le pido a ella que si está viva, que por favor nos hable. Estamos angustiados porque no sabemos qué ha pasado con su vida”, rogó a su hija.
 
María Eugenia Barrera Rocha, de 43 años, también originaria de Chinandega, participa por segunda vez en esta caravana en busca de su hija Clementina del Carmen Lagos Barrera, quien desapareció el 9 de noviembre de 2003 cuando tenía 17 años.
 
“Ese día recibió dos llamadas telefónicas donde le proponían un negocio. Yo logré escuchar que ella preguntó qué tipo de negocio, pero cuando le pregunté no me quiso decir quién era la persona ni qué negocio le ofrecían”, recuerda sosteniendo un retrato de su hija.
 
A pesar de que su madre no le dio permiso, Clementina abandonó Chinandega y también a sus hijas gemelas, entonces de 11 meses de edad. Desde entonces su madre comenzó una búsqueda incesante de su hija por El Salvador, Guatemala y México.
 
Precisamente en el viaje a México hace un año, la fotografía de su hija Clemen, como le llama, fue reconocida en Tapachula y sus esperanzas de encontrarla renacieron. “Una señora cree que está en una de esas colonias. Yo no pierdo las esperanzas de encontrarla”, dijo.
 
Lidia Diego, una indígena guatemalteca, también se unió a la caravana en busca de noticias de su hija, Leonora Morales Diego, de 21 años.
 
“Desde hace cuatro años no he sabido nada de ella, sólo rumores de la gente que me dice que ya no la voy a encontrar. Pero yo no creo en eso porque quiero encontrar a mi hija sana y aunque haya montón de cosas yo creo en Dios”, dijo entre sollozos.
 
Diego debe dejar a sus otros nueve hijos mientras busca a Leonora, quien viajó a México con 16 años de edad para buscar a su novio.
 
“Quiero encontrar a mi hija porque la familia la necesita”, explicó la campesina, quien vive de la siembra de maíz, frijol, arroz y cardamomo en Ixcán, Quiché, una región asolada por la guerra interna que vivió el país entre 1960 y 1996.
 
Así, las madres continuarán su recorrido con la visita de albergues, casas del migrante y centros de detención, para encontrar noticias de sus seres queridos.
 
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