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Derecho al ocio y la pereza

Por Fabiola Calvo

La depresión, la ansiedad y el alcoholismo existen en un porcentaje bastante alto, según la organización Mundial de la Salud (OMS), por variadas razones, entre las que se cuentan los estados de pobreza permanente, el desempleo y la discriminación social.

En los programas de ayuda al desarrollo (que no siempre son ayuda) no encontramos o quizá lucen poco, apartados dedicados a un estado de bienestar espiritual. ¿Por qué siempre bienestar físico? ¿Por qué es el que produce bienes de riqueza tangible?

Necesitamos políticas transversales que lleguen a las mujeres que no han tenido la cantina, el billar, la calle, la esquina, el parque, puesto que así los tiempos hayan cambiado en la mayoría de los casos ellas hacen la compra del mercado, cocinan, atienden a los niños, trabajan fuera de casa y constituyen el sostén emocional de la familia.

El bienestar pasa por la solución de los problemas materiales pero no podemos separar la interdependencia que existe entre el cuerpo y la mente (yo le llamaría espíritu), dentro del concepto o definición salud también aceptado por la OMS, pero olvidado por los empresarios, políticos, estadistas y reyes de la casa

Mientras exigimos, proponemos, creamos sobre esta parte esencial de las políticas públicas en materia de salud, es posible trabajar en las asociaciones, en el barrio o en casa en la búsqueda de esos momentos y espacios para la relajación, el descanso o el placer por el placer. Parece que el ocio y la pereza no están en nuestra agenda y es que a lo mejor no debería estar, como tampoco tendría por qué estar asociado a un día específico de la semana.

Si la familia toma vacaciones, es generalmente la madre quien se ocupa de organizar salida, llegada y luego, en el sitio de recreo, asume las labores domésticas como si fuese un traslado de espacio de trabajo. ¿Descanso?

Si es domingo o día festivo, es necesario organizar el desorden de la semana, atender a la pareja (marido, novio, amante o amigo) y si están los hijos, también. Claro, si no llegan las visitas familiares. El dios bíblico dijo que el séptimo día era para el descanso. ¿Dijo para quién?

Nosotras sabemos la respuesta y sin preguntar mucho podemos actuar en nuestro entorno distribuyendo responsabilidades en el trabajo doméstico y tomándonos el tiempo que el cuerpo y el alma nos piden, y si es tan difícil, una tarde, una mañana… fuera de casa.

Tanto el sistema socioeconómico como la religión nos han negado el derecho al ocio y a la pereza, nos han inducido al descanso como forma reparadora para seguir produciendo.

Tanto se ha dicho sobre la pereza que se le atribuye ser «la madre de todos los vicios», asunto que no nos debe angustiar porque también nos ha enseñado la picardía popular, que como madre la debemos respetar El ocio y la pereza son un placer y un derecho, ¿Por qué nos cuesta tanto hacer nada? Materia de estudio, análisis o reflexión.

2004/FC/GMT/SM

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