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Derechos de las mujeres, lucha sin tregua que no termina

Por Guadalupe Cruz Jaimes

Lore Maria Peschel-Gutzeit inició su lucha a favor de los derechos de las mujeres desde que vio la «injusticia absoluta» que significó para ellas el régimen nazista en Alemania y la Segunda Guerra Mundial, pero hoy, afirma, cuatro décadas después del auge del movimiento feminista, queda mucho por hacer.

Lore María, hoy de 77 años de edad, fue la primera alemana presidenta del Senado, en el Tribunal Estatal de Hamburgo y ha colaborado en la creación de al menos 30 iniciativas de ley a favor de los derechos de las mujeres, enfocadas principalmente al ámbito laboral y familiar, entre ellas la Ley Peschel, que entró en vigor en 1969 y que concede a madres trabajadoras que laboran en el ámbito público el derecho a jornadas de medio tiempo y vacaciones familiares, hasta que sus hijas e hijos cumplan 16 años de edad.

Todos estos logros, dice en entrevista exclusiva con Cimacnoticias, en su reciente visita a México, tuvieron que ver con su historia personal, con la enseñanza de «las mujeres de mi familia, tanto mi madre como mi abuela, que siempre partieron de que tenían los mismos derechos que los hombres». Recuerda, por ejemplo, que su abuela dirigía la fábrica de su esposo en su ausencia, «era una cosa que se daba por sentada».

Además, señala evocando los años de la Segunda Guerra Mundial, «durante el conflicto las mujeres tuvieron que asumir muchas funciones y trabajos que realizaban los hombres, porque ellos estaban en el frente. Sin embargo, cuando terminó la guerra las mujeres fueron despedidas de un día para otro, como si fuera la cosa más normal del mundo».

«Dieron por hecho que los hombres regresaban, ocupaban sus trabajos y se acabó, dice la abogada. A mí, aún siendo niña, me parecía increíble, me preguntaba cómo era posible que estuviera pasando eso que era una injusticia absoluta, una arbitrariedad».

«Ahí empecé a interesarme y a luchar por la equidad y los derechos de las mujeres», dice.

HISTORIA CON LEY

Para hablar de sus motivaciones y logros, explica la jurista, quien se ha desempeñado como jueza, abogada y ministra de justicia, es necesario «dar un contexto de lo que me ha tocado vivir: nací en 1932, medio año antes de que Hitler tomara el poder, es decir, fui niña cuando estaba el régimen nazi.

Tenía doce años cuando terminó la guerra y nos convertimos en un país ocupado por cuatro países: Estados Unidos, Francia, Inglaterra y Rusia. Alemania era un Estado sin soberanía, pues todas las decisiones las tomaban las cuatro fuerzas de ocupación».

La soberanía estatal se recuperó en 1949, y en ese año se promulgó la nueva Constitución alemana, en la parte Occidental y en la Oriental. En ambas constituciones se especifica la igualdad de derechos entre mujeres y hombres, aunque en la práctica no ocurrió inmediatamente, siguieron rigiendo las leyes anteriores, recuerda.

Ella estudió derecho en Hamburgo y Friburgo, en el sur de Alemania, cuando esta carrera universitaria duraba 8 años, y se graduó con el llamado examen estatal mayor o superior, que faculta a las y los egresados para poder ejercer todas las profesiones que tienen que ver con las leyes.

Su trayectoria profesional comenzó en Hamburgo, su ciudad natal, donde «primero fui abogada, después jueza durante décadas, fui la primera mujer presidenta del Senado, en el Tribunal Estatal de Hamburgo, cargo que ocupé durante 7 años, hasta 1991, cuando el alcalde de la localidad me llamó a su gabinete como Ministra de Justicia durante los dos años siguientes».

A la Asociación de Mujeres Juristas llegó en 1956, ocho años después de su segunda fundación, y la presidió de 1977 a 1983. La primera aparición de ese organismo fue en 1914 y se disolvió con la llegada de Adolfo Hitler al poder, en 1933, porque él no toleraba que hubiera organizaciones de mujeres. Pero una vez caído el régimen nazi, se volvió a consolidar.

De 1994 a 1997 fue ministra de Justicia en Berlín, capital de Alemania, y volvió a Hamburgo, en ese último año, para ocupar el mismo cargo.

Lore Maria labora desde 2002 en una prestigiada barra de abogados en Berlín y continúa colaborando con la Asociación de Mujeres Juristas, en «cuestiones género para lograr que se aplique en la práctica la equidad de género».

PATRIARCADO ABSOLUTO, MUJERES A LA COCINA

Recuerda la abogada que durante el régimen nazi y en la posguerra había «un patriarcado absoluto, donde ellos disponían del dinero que las mujeres de su familia generaban. El marido tenía que autorizar que ella trabajara, él firmaba el contrato, y si decidía que ya no quería que su esposa trabajara, hablaba con el jefe».

«Hasta 1958 las mujeres tampoco decidían sobre la educación de las y los hijos. Y apenas hace algunos años, cuando dos personas se casan pueden conservar su apellido, antes normalmente se quedaba el nombre del padre para toda la familia», detalla.

Ejemplo de este modelo de sujeción para las mujeres es que hasta 1977 «estaba escrito que a la mujer le correspondía realizar el trabajo doméstico». Fue después de la Ley de divorcio, en los años 70, cuando ya no fue obligación estipulada por escrito en el derecho familiar, lo cual le cedió libertad a las mujeres para poder salir a trabajar».

— ¿Se sancionaba a las mujeres que decidieran no hacerlo?

— «Sí, pero la sanción no era penal, aunque ellas la pasaban muy mal, porque las mujeres que se rehusaban a realizar las labores domésticas corrían el riesgo de enfrentar una demanda de divorcio con la que perdían a sus hijas e hijos, casa, se quedaban en la calle, sin nada».

«Como jueza, explica, me tocó ver casos en los que el varón llegaba a su casa y pasaba el dedo por la orilla superior de los muebles y si no estaba limpia, ésta podía ser una causal de divorcio. Con el paso de los años la ley fue cada vez más laxa, pero se corrigió a fanales de los setenta».

— ¿Hitler reprobaba la organización de las mujeres?

— Era una doctrina general en el nazismo: las mujeres estaban para tener hijos y el ideal de la mujer alemana era la madre germana que tenía muchos, muchos hijos, incluso, había una condecoración, había una cruz de honor para las madres de hijas e hijos rubios, de ojos azules, el ideal ario.

«En aquella época, todas las mujeres profesionistas que tenían que ver con cargos públicos fueron despedidas: juristas, mujeres que participaban en la administración estatal, médicas que trabajaban en los hospitales públicos, sólo toleraba a las maestras, un empleo típicamente femenino. El ideal era las mujeres a la cocina».

«Para explicar por qué no había mujeres en la administración pública, señala la abogada, cito dos frases del régimen nazi: ‘la virilidad del Estado no puede permitir que haya mujeres en puestos públicos» y ‘el Estado no puede exigir a los hombres que se paren delante de una jueza’. Pedirles eso era algo casi imposible».

Sin embargo, dice aliviada, aquello que para los varones parecía casi un insulto, hoy forma parte de la realidad alemana. Actualmente hay muchas juezas, yo misma lo fui muchos años, me ha tocado ver que en la Corte que está la jueza, con dos juezas asistentes, dos abogadas y en medio está un hombre, buscando hacer alianzas con algún hombre y no lo hay, pensando tal vez: ‘nadie nos va a hacer justicia aquí, son puras mujeres».

FEMINISTA, ANTES DEL AUGE DEL MOVIMIENTO

Sus trabajos a favor de las mujeres iniciaron «mucho antes del auge del movimiento feminista en Alemania», recuerda Lore Maria Peschel-Gutzeit.

«Con la Asociación de Mujeres Juristas nos dedicamos a promulgar varias leyes que tienen que ver con alcanzar la igualdad en la vida laboral y el derecho familiar porque hasta el día de hoy este proceso no ha concluido, las mujeres siguen teniendo desventajas en varias áreas, es un proceso que sigue».

«En 1994 se promulgó una reforma a la Constitución que obliga al Estado a erradicar la discriminación hacia las mujeres en todos los ámbitos. Pero no basta con que esté en el documento, es necesario convertirla en ley con carácter obligatorio y es por lo que se está peleando», explica.

«También se han creado dos leyes más, en las que he colaborado, la de antidiscriminación, que prohíbe negar el trabajo a cualquier persona por motivo de género. Y la Ley de Equidad, que tiene que ver con que la mujer no esté en desventaja por el hecho de ser mujer, pero sólo aplica en el ámbito público; en la iniciativa privada las empresas pueden decidir si la llevan a cabo o no».

El trabajo realizado por la jurista alemana, junto con la Asociación de Mujeres Juristas, ha marcado la diferencia en la realidad de las mujeres alemanas, sin embargo, dijo aún resta mucho por hacer, dice con énfasis Peschel-Gutzeit.

09/GCJ/GG

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