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Deterioro laboral detona violencia sexual y feminicidio

Por Guadalupe Cruz Jaimes

A consecuencia de la crisis económica internacional, en América Latina y el Caribe, además de registrarse un mayor deterioro en las condiciones de trabajo de las mujeres y de que las tasas de desempleo son más desfavorecedoras para ellas, también aumentó la tasa de feminicidio, así como la violencia sexual y familiar.

Así lo aseguraron especialistas en el tema originarias de México y Centroamérica durante el foro «Mujeres, los derechos laborales y democracia en una época de crisis», que se celebró ayer en Casa Lamm, en la Ciudad de México.

De acuerdo con Sandra Ramos, del Movimiento de Mujeres Trabajadoras y Desempleadas, en Nicaragua la crisis económica refuerza «las malas condiciones de trabajo, es decir, aceptas este trabajo o aceptas la calle; trabajo precario o desempleo».

Según informaron la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) en el documento «Coyuntura laboral en América Latina y el Caribe», durante los primeros seis meses de 2009 la tasa de desempleo de las mujeres se situó en 10.2, en comparación con el 7.4 de los hombres.

Ramos refirió que la violencia familiar, la sexual y el feminicidio aumentaron debido a la crisis económica. A decir de Lydia Alpizar, de la Asociación para los Derechos de la Mujer y el Desarrollo (AWID, por sus siglas en inglés), el incremento de estos hechos en el mundo está ligado al aumento de la marginalidad y la exclusión.

Aunque no existen investigaciones sobre el tema en el país, en Estados Unidos un estudio mostró que desde septiembre de 2008 –cuando inició la debacle económica– a la fecha, la población de 75 por ciento de los refugios para mujeres que sufren violencia «registró un aumento significativo».

Alpizar aseveró que, con base en la experiencia de otras crisis económicas, es posible preveer que este fenómeno aumentará y, con ello, el índice de feminicidio en el país, si no se combate la violencia en contra de las mujeres y, a la par, se crean políticas que las protejan del impacto económico y social de la recesión.

Y es que la crisis económica «golpeó» más a las mujeres de la región que a los hombres, debido a que un mayor número de ellas ya estaba en pobreza y, por ende, ocupan los empleos en los que menos se protegen sus derechos humanos y laborales, explicó Lydia Alpizar.

En esta circunstancia el sector empresarial participa en el «juego haciendo que las mujeres tengan miedo de perder su empleo, porque es preferible tener un mal empleo que el desempleo», mencionó Sandra Ramos, también integrante de la Red Centroamericana de Mujeres en Solidaridad con las Trabajadoras de la Maquila (Redcam).

Las jornadas de trabajo de las mujeres que laboran en las maquilas, dijo, se volvieron todavía más largas y extenuantes; ganan «bajos salarios y tienen menor tiempo para poder vivir», dijo.

En tanto, las mujeres que no estaban en el mercado laboral, pero que se ven afectadas por el desempleo de otros miembros de la familia, salen a buscar empleo, en general «con poca preparación», para colocarse en el mundo del trabajo.

Para ellas, al igual que para quienes quedaron desempleadas, crecen los niveles de pobreza en los hogares. Y, a la vez, la disminución de recursos de las familias repercute en el aumento del trabajo doméstico no remunerado de las mujeres, señaló la nicaragüense.

Para transformar esta realidad se requiere que los acuerdos multinacionales en la región no sólo se centren en la liberalización comercial, sino que incorporen la perspectiva de género y la necesidad de respetar los derechos humanos y laborales de las mujeres, ya que de lo contrario «la subordinación se va profundizar más», advirtió Sandra Ramos.

OPORTUNIDADES

A decir de la integrante de Redcam, la neutralización de los riesgos de la crisis económica sólo será posible mediante el fortalecimiento de las redes de solidaridad entre mujeres de distintos países de la región: «si no somos solidarias entre nosotras en este tiempo de crisis, difícilmente lograremos fortalecernos».

La coordinación regional también es vital para establecer contacto con las empresas para las que laboran las trabajadoras de la maquila en la región, a fin de que cumplan los convenios internacionales de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en los países en los que colocan su producción, indicó.

Finalmente, aseveró que son necesarias la incorporación de las mujeres en la discusión de las políticas de empleo y la inversión internacional en la protección de los derechos laborales de las mujeres de América Latina, así como la redistribución de las cargas del cuidado infantil y de personas de la tercera edad mediante el trabajo de instituciones públicas, «con lo que se rompería el círculo vicioso del cuidado que incide de manera directa en la calidad del empleo de las mujeres», aseveró Ramos.

09/GCJ/YT

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