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Día Mundial de la Infancia

Por Tere Mollá

Al despertar el 20 de noviembre recordé que hacía treinta años que había muerto el dictador y, aunque en aquel momento era una niña, recuerdo el llanto de mi madre, que luego me explicó que era de miedo.

Después, en la ducha, escuché en la radio que se celebraba el Día Mundial de la Infancia, y me alegró de escucharlo. A continuación fueron dando la información sobre el número de niños que mueren de hambre, de los que mueren en la calle, de los que son enrolados en los ejércitos como soldados para ser utilizados en los conflictos bélicos y así otros datos.

Obviamente, en ningún momento se habló de las niñas. En ningún momento de habló de la explotación sexual que sufren las niñas en muchos países, tampoco se mencionó en ningún momento el tráfico de personas que se ejerce con niñas y mujeres jóvenes, sobre todo en África, para ser vendidas por las mafias a proxenetas de occidente para que acaben siendo esclavas domésticas o sexuales.

Tampoco se mencionó en la información de la radio ni una palabra sobre la mutilación sexual a la que son sometidas miles y miles de niñas y cuyas consecuencias pueden llegar incluso a la muerte.

No hubo tampoco ni una sola palabra a la situación de las niñas recién nacidas y abandonadas en muchos países del mundo, puesto que por sus culturas y sus leyes el hecho de tener hijas supone graves problemas. Y eso sin comentar los abortos ilegales a los que se ven sometidas las madres en el caso de que se enteren que el feto es una niña.

No se informó del número de niñas que son utilizadas como escudos de guerra en los conflictos armados, o de cómo siguen siendo vendidas a un desconocido a cambio de una dote ridícula.

O por ejemplo de la sobre-explotación laboral que sufren las niñas en algunos lugares del planeta, puesto que además de tener que salir a trabajar cada día, han de ayudar a cuidar a sus hermanitos más pequeños.

La noticia que escuché en la radio acababa con una frase que me pareció, como mínimo, una burla a la mitad de la población infantil del mundo. El locutor decía: «la pobreza en este planeta tiene rostro de niño».

Y yo sigo preguntándome donde están los derechos de todas estas niñas. ¿Donde está su derecho a ser educadas como los niños? ¿Dónde están sus derechos afectivos?, ¿Dónde queda su educación para su propia salud sexual y reproductiva? O lo que es peor, ¿Dónde queda su derecho al placer o al disfrute de su propio cuerpo? Y donde quedan sus derechos más elementales como el comer igual que los niños o el derecho a jugar como ellos o sencillamente, a ser tratadas dignamente como niñas.

Habrá, seguramente gente que diga o piense, que dentro de la noticia que se dio en la radio cuando se hablaba de niños, también estaban englobadas las niñas. Es posible. Pero los datos que se dieron eran sólo de niños varones. En ningún momento se habló del semblante de la pobreza de las niñas. A veces, el lenguaje tiene esas cosas, que esconde a millones de seres y sobre todo, esconde los problemas específicos de esos millones de seres pequeños que son las niñas.

Si realmente el 20 de Noviembre es el Día Mundial de la Infancia, que se comience a tener en cuenta también a las niñas. Ellas también son infancia. Ellas también forman parte de ese rostro de la pobreza y de la marginación infantil mundial.

Tere Mollá, [email protected]

*Regidora de Castelló, España

2004/TM

 

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