En nuestro «yo soy corporal» el bazo se ubica en la cavidad izquierda del abdomen. Su función es retirar y destruir los hematíes gastados y ayudar a luchar contra las infecciones.
¿Qué son los hematíes? Son pequeños discos bicóncavos sin núcleo llenos de hemoglobina. La ciencia médica ha detectado que cada milímetro cúbico de nuestra sangre contiene aproximadamente cinco millones de ellos (Atlas del cuerpo humano, 1998).
Al respecto, señala Wataru Ohashi: «El bazo limpia la sangre de células dañadas o destruidas. Interviene en la infusión de células inmunitarias en el torrente sanguíneo. Es esencial para la correcta digestión sobre todo porque nutre al estómago y al intestino grueso con fuerza vital (Qi). Las mujeres cuyo meridiano del bazo tiene una actividad débil son propensas a sufrir problemas menstruales. Los hombres con ese problema tienden a sufrir la impotencia» (Cómo leer el cuerpo. Manuel de diagnosis oriental, 1995).
Por tanto, su trabajo en equilibrio es fundamental -en conjunto con las glándulas del timo y el hipotálamo del cerebro- para el mantenimiento de las células inmunitarias presentes en la sangre.
Está conectado también con el páncreas para la producción de insulina (Cuerpo mente. La conexión curativa, 1991).
Organo asociado con Tierra, elemento que la filosofía china relaciona con la racionalidad. Desde los sentimientos, puede estar habitado por una actitud de víctima (constricción) ante la vida o de justicia.
Para Ohashi, «las personas que tienen el bazo débil tienden a ser excesivamente compasivas. En cambio, las que tienen el bazo equilibrado tienen una profunda compasión y comprensión de los demás –sentido de justicia— al tiempo que tratan de comprender el sentido de las dificultades de la vida».
Así para un «yo soy corporal» con un bazo fuerte y equilibrado no existirán obstáculos y estará protegido, con defensas, ante los embates o situaciones inesperadas que vivimos en el día a día.
¿Quién eres desde la energía del bazo en tu «yo soy corporal»?
*Periodista mexicana.
05/CV/GM
