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Ellas dan la nota

Por Cecilia Lavalle

Y la dan en todos los tonos posibles. Porque sólo dándola en muchos tonos, pero siempre fuerte, será posible que la sociedad escuche y que todas las autoridades, algún día, en verdad atiendan.

Ellas dan la nota fue el sugerente nombre del espectáculo organizado por la Plataforma de Mujeres Artistas Contra la Violencia de Género que se presentó en dos importantes foros de la Ciudad de México y que cerrará en Ciudad Juárez, Chihuahua, ciudad que se ha convertido en el emblema de la violación a los derechos humanos de las mujeres en nuestro país.

Esa creativa organización, que aglutina a más de 200 cantantes, escritoras y actrices, nació en España en 1999 para pedir una ley integral contra la violencia, mal social que padecen millones de mujeres españolas. El éxito que tuvo no tiene precedentes. Logró convocar al movimiento amplio de mujeres en España, para que -a pesar de sus diferencias- llegara a un acuerdo nacional con la finalidad de impulsar esa ley, misma que fue recientemente aprobada a pesar de la oposición de sectores conservadores.

Una vez iniciado el camino en su patria, decidieron mirar afuera. La Plataforma ha viajado por medio mundo para alzar la voz y abogar por las mujeres violentadas. Así, por ejemplo, celebraron espectáculos en Irak 15 días antes de que iniciara la invasión norteamericana, y en Palestina, viaje tras el cual pidieron la suspensión del acuerdo económico preferencial que mantiene la unión europea con Israel debido a la violación de los derechos de las mujeres y del pueblo palestino por parte del ejército israelí.

La Plataforma de Mujeres Artistas contra la Violencia está presidida en España por Cristina del Valle, cantante del famoso grupo Amistades Peligrosas y embajadora de la Campaña de los Objetivos del Mileno de la ONU; en nuestro país está representada por Lydia Cacho, reconocida periodista y defensora de los derechos humanos de las mujeres, quien enfrenta una demanda por difamación -viciada de origen y plagada de irregularidades legales, de acuerdo con sus abogados- interpuesta por un poderoso empresario mencionado en el libro Los demonios del Edén, donde la periodista da voz a víctimas del pederasta Jean Succar Kuri.

En México, primera nación latinoamericana en que se presenta la Plataforma, se organizaron tres magnos conciertos: uno en el Teatro de la Ciudad, otro en el Zócalo capitalino, y cerrarán las presentaciones el 24 en Ciudad Juárez.

En esos conciertos no sólo ellas dan la nota: también la dan ellos. Artistas de España y México de renombre internacional como Joan Manuel Serrat, Eugenia León, Astrid Hadad, Benny Ibarra, el grupo Elefante, Betsy Pecanins, entre muchos otros, unieron sus talentos para, entre canciones, lectura de poesía, testimonios y actuaciones, crear conciencia entre la sociedad de la violencia que sufren millones de mujeres en sus casas, en sus centros laborales, en las calles de nuestro país.

Pero no sólo eso; artistas e intelectuales de ambas naciones sostendrán reuniones con legisladoras, en particular con la Comisión Especial para dar Seguimiento a las Investigaciones Relacionadas con los Feminicidios, presidida por Marcela Lagarde; con organizaciones civiles de mujeres defensoras de derechos humanos y con los candidatos y la candidata a la Presidencia de la República, para pedirles que incluyan en sus programas electorales un compromiso de ley integral contra la violencia de género. Para cuando escribo estas líneas ya se habían reunido con Patricia Mercado, del partido Alternativa, y con Felipe Calderón, de Acción Nacional.

Curiosamente, la declaración más tronante vino del candidato de derecha, Felipe Calderón. Patricia Mercado ofreció que de llegar a la presidencia habría «tolerancia cero» a la violencia contra las mujeres; lo cual era de esperarse, dado que es una destacada feminista.

Felipe Calderón, por su parte, no sólo se comprometió a impulsar cambios legislativos que garanticen castigo a quienes agredan a las mujeres y ofreció «el mayor número de mujeres de la historia en su gabinete», sino que manifestó en forma abierta su solidaridad con Lydia Cacho, algo que no han hecho, o lo han hecho de manera muy tibia, políticos del país, especialmente de Quintana Roo, donde Lydia realiza su trabajo, y exigió a las autoridades de Puebla y de México «que en lugar de asumir una actitud persecutoria contra una periodista, lo hagan en contra de los pederastas».

Por cierto, el viernes el Tribunal Superior de Justicia de Puebla resolvió por unanimidad que hay incompetencia jurídica para que el caso de Lydia Cacho sea llevado en esa entidad, por lo que se trasladará el caso a Cancún, Quintana Roo, donde reside la periodista. Veremos si en ese paradisíaco estado Lydia puede tener un juicio justo.

Sin duda, ellas seguirán dando la nota.

Apreciaría sus comentarios: [email protected]

*Periodista mexicana

06/CL/YT

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