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Ellen Johnson-Sirleaf

Por Erika Cervantes

A las y los periodistas que no han olvidado su labor de informar.

En muchos lugares del orbe, donde la paz es un concepto abstracto y el gobernar no es un asunto fácil, esta actividad es aún más difícil cuando la persona que gobierna es mujer.

Una mujer que tuvo que pasar 17 años de su vida en el exilio pero siempre con la firme intensión de regresar a su país, Ellen Johnson-Sirleaf, llegó a su meta cuando en noviembre de 2005 fue electa presidenta en Liberia. Además de ser la primera presidenta en Liberia también lo es del continente Africano.

Nacida en Monrovia, condado de Montserrado, 29 de octubre de 1938, Ellen tuvo la oportunidad de estudiar al ser parte de la pequeña burguesía existente en Liberia, donde las demás personas de las etnias ni siquiera pueden atreverse a soñar, aun menos las mujeres.

Ellen tomó clases de contabilidad y economía en el College of West África de Monrovia, uno de los pocos centros de educación superior con que contaba el país. En 1955, a los 17 años, tomó por esposo a James Sirleaf, con el que tuvo 4 hijos.

En 1961 cuando, acompañando a su esposo, viajó por primera vez en Estados Unidos, mientras él trabajaba, Ellen retomó los estudios que había interrumpido.

En 1964 obtuvo el título de Bachelor of Business Administration por la Escuela de Negocios de Madison, Wisconsin, y seis años después obtuvo un diploma en Economía por la Universidad de Colorado. En 1971 coronó su currículum académico con la licenciatura en Administración Pública por la Universidad de Harvard.

En 1972 retornó a Liberia y fue reclutada para el Gobierno por el entonces presidente William Tolbert, quien la nombró secretaria de Estado de Finanzas.

Este nombramiento le da a Ellen la posibilidad de ver de cerca el deterioro de las finanzas de su país, basada solo en la exportación de recursos naturales y sumida en la pobreza, en contraste con el lujo con el que el mandatario vive hace que en 1973 renuncie y se aleje de Tolbert.

Cuatro años después, Tolbert volvió a reclamar a Ellen para el mismo puesto gubernamental. Ella aceptó, siguiendo la línea del True Whig Party (TWP), el único partido político en Liberia.

La dictadura centenaria del TWP fue destruida en un abrir y cerrar de ojos el 12 de abril de 1980, en el sangriento golpe de Estado perpetrado por un grupo de soldados krahn, una de las etnias del interior selvático tradicionalmente sometidas por los americo-liberianos de la costa, cuyo cabecilla era un sargento mayor semianalfabeto de 28 años, Samuel Doe.

Tras el golpe de Estado, Ellen es arrestada el 14 de abril junto con otros 19 dignatarios acusada de corrupción, aunque no llegó a ser enjuiciada. Al cabo de un tiempo en prisión, fue puesta en libertad y no tuvo impedimentos para abandonar el país e iniciar un primer período de exilio. Su primer servicio profesional en el extranjero fue como funcionaria del Banco Mundial.

En 1984 se encontraba en Nairobi, Kenya, trabajando en el sector privado como vicepresidenta de la Oficina Regional para África del Citibank, cuando le llegó la noticia de la decisión de Doe de disolver la junta militar y de levantar las proscripciones que pesaban sobre los partidos políticos.

Ellen regresa a Liberia y junto a otros intelectuales ponen en marcha del Partido de Acción de Liberia (LAP), una formación liberal que se propuso disputar el poder en las urnas al partido fundado por Doe y los militares, el Democrático Nacional de Liberia (NDLP). Asimismo, Ellen asume la presidencia del Liberian Bank for Development and Investment (LBDI)

El 15 de octubre de 1985, Ellen Johnson-Sirleaf presentó su candidatura a senadora, pero el 31 de julio, antes de arrancar la campaña electoral, fue sometida a arresto domiciliario por haber tachado de inversión improductiva el programa de obras públicas de Doe, y de idiotas a los miembros del Gobierno, en un discurso pronunciado días atrás en Filadelfia, durante un encuentro de la Unión de Asociaciones Liberianas de las Américas (ULAA).

Se le levanta una corte marcial bajo la acusación de haber puesto en peligro la paz y la estabilidad del país, y el mes siguiente el tribunal la declara culpable y la condena a diez años de cárcel. Antes de terminar septiembre, Doe es amenazado por el Gobierno estadounidense con el corte de la ayuda económica si no amnistiaba a los prisioneros del LAP, lo cual decreta su inmediata puesta en libertad.

Ellen gana su candidatura junto a 7 personas más de la oposición y deciden no tomar protesta en respuesta a lo poco claro de los comicios que dan 21 escaños al partido de Doe.

Nuevamente Ellen es acusada de traición y haber orquestado un golpe de Estado encontrada culpable y condenada a la cárcel. Otra vez los Libero-americanos le apoyan y ponen en libertad. Y se exilia en Estados Unidos tras un ataque intimidatorio en su casa.

Durante 10 años se dedica a trabajar alejada al parecer de su nación. Es así que fue contratada por el Equator Bank como vicepresidenta ejecutiva. Más tarde participa en la fundación del Instituto Internacional para el Liderazgo Político de la Mujer (IIWPL). Y en 1990 toma asiento en la Junta de Directores del Instituto Synergos, una organización sin fines de lucro dedicada al desarrollo de programas de lucha contra la pobreza en países del Tercer Mundo, con sede en Nueva York.

Estas serían las bases que la harían volver a participar en su país por la candidatura a la presidencia tras 6 años de guerra civil, con un Estado fragmentando y con la población sumida en la pobreza.

El 18 de abril de 1997 Johnson-Sirleaf aterriza en el aeródromo Spriggs Payne de Monrovia y anuncia a sus simpatizantes que habían acudido a recibirla, que estaba lista para competir con Taylor por la presidencia de la República bajo la bandera del Partido de la Unidad (UP).

Ésta era una formación de orientación centrista y liberal animada por antiguos cargos del TWP y cuyo presidente, Joseph Kofa, ya había pactado con Johnson-Sirleaf todos los detalles de su postulación. Así, el 19 de abril, la convención del UP proclamó a la repatriada su candidata presidencial.

En esta vuelta no consigue derrocar a Taylor. Habría de dimitir cuando la fiscalía del Tribunal Especial encargado de perseguir los crímenes de guerra y contra la humanidad cometidos durante la contienda de Sierra Leona le acusó formalmente de tener una responsabilidad en aquellos por haber apadrinado a la guerrilla local, tal que emitió en su contra una orden internacional de captura.

Esta fue la siguiente puerta que Ellen tuvo abierta aun con un país en transición política. Así, fue presidenta de la Comisión de Reforma Gubernamental –una de las cinco comisiones nacionales nombradas por el GNT–, jefa del Comité Especial del Arroz y miembro de la delegación oficial que en febrero de 2004, que negoció en Estados Unidos la concesión por el Banco Mundial y los gobiernos comprometidos en la reconstrucción de Liberia, de un total de 520 millones de dólares.

Ese mismo año Ellen Johnson-Sirleaf dejó claro que su intención era presentarse a las elecciones presidenciales. Los medios la llamaban con el sobrenombre de la Dama de Hierro liberiana; a sus 66 años, parecía tener todas las de ganar. El 29 de marzo de 2005, el Comité Ejecutivo Nacional del UP nominó a la veterana servidora pública su candidata presidencial.

Sus posibilidades se tornaron inciertas al salirle un competidor de peso, el ex futbolista internacional e ídolo local George Weah, de 39 años, quien sedujo a los jóvenes con su historia personal de éxitos deportivos y un discurso radicalmente populista.

Aun así en las urnas, el 11 de octubre, con una participación, del 75 por ciento del electorado Weah se puso en cabeza con el 28.3 por ciento de los sufragios. Y Ellen Johnson-Sirleaf recibió el 19.8 por ciento y pasó a disputar la segunda vuelta con Weah el 8 de noviembre.

Finalmente, el 8 de noviembre, Johnson-Sirleaf ganó la Presidencia con un contundente 59.6 por ciento de los votos. El análisis poselectoral hacía notar que la graduada en Harvard había conseguido el respaldo masivo del electorado femenino y de los pocos liberianos de clase alta y cultivados que no habían huido del país o que habían regresado después de las dos guerras civiles, los cuales estimaban que sólo ella, quien no era sino una de los suyos, iba a ser capaz de atraer las inversiones, preservar la estabilidad y controlar la corrupción.

Es así que Ellen Jonson-Sirleaf es la presidenta de Liberia con el gran reto de sacarla adelante venciendo la pobreza, el analfabetismo y los estragos de dos guerras civiles.

07/EC/GG

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