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En Camerún, ratifica Parlamento el Protocolo de Maputo

Por Redaccion

El Parlamento ratifica el Protocolo a la Carta Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos, mejor conocido como Protocolo de Maputo, que garantiza derechos a las mujeres, como el derecho a la participación política, a la equidad social y política, derechos reproductivos y derechos sexuales, así como el derecho a no ser víctima de mutilación genital femenina.

El Protocolo fue adoptado en la segunda Sesión ordinaria de la Unión Africana en Maputo, Mozambique el 11 de julio de 2003 y al menos 16 países africanos lo han ratificado, por lo cual se declaran dispuestos a eliminar todas las prácticas que atentan contra los derechos de las mujeres.

En su párrafo C del Artículo 14, el Protocolo establece la protección de los derechos reproductivos de las mujeres autorizando el aborto médico en caso de violación, incesto y cuando el embarazo pone en peligro la salud física y mental de la madre o la vida de la madre o del feto.

Sin embargo, los obispos de Camerún, informó la agencia católica Zenit, expresaron su oposición a dicho Protocolo, pues garantiza a las mujeres el derecho a la interrupción legal del embarazo (ILE), un derecho considerado por los prelados como «derechos reproductivos abusivos».

VIOLENCIA CONTRA AFRICANAS

Sin embargo, de acuerdo con un texto de Elena Valenciano, en Mujeres en Red, la situación de las niñas y mujeres africanas hace urgente el cumplimiento del Protocolo, ya que «en nombre de la tradición, la religión o incluso la ley, las niñas africanas sufren una violencia generalizada», señala Valenciano.

La Conferencia Internacional sobre los Niños en África, celebrada en mayo de 2008 en Addis Abeba, Etiopía, analizó la raíz de esa violencia. En este foro, que contaba con el patrocinio de la Unión Africana, UNICEF, el Fondo para la Población de Naciones Unidas y la organización Save the Children, se dieron datos de los estudios de campo realizados en la mayor parte de los países africanos.

Nueve de cada diez niñas de África del Este han sufrido los abusos de adultos de su confianza. Las cifras han sido extraídas del estudio Nacimientos de alto riesgo: La violencia contra las muchachas de África, realizado por el Foro Africano de la Política del Niño. El mismo trabajo revela que el 99 por ciento de las niñas entrevistadas en Kenia y el 94.2 por ciento de Uganda habían sido víctimas de malos tratos.

En Etiopía, continúa Valenciano, se registró el mayor número de actos violentos contra niñas menores de cinco años, y en Nigeria, el 8 por ciento de las niñas trabajadoras domésticas han sido forzadas sexualmente por sus empleadores.

Las jóvenes africanas viven en sociedades muy patriarcales y sus cuerpos pertenecen a los varones. Ésa es la razón principal por la que los índices de contagio de SIDA, en África, son cinco veces más altos entre las adolescentes que entre los chicos.

Diariamente, 6 mil niñas sufren la mutilación –total o parcial– de sus órganos genitales (90 por ciento de las mujeres en países como Egipto, Somalia, Guinea Conakry y Djibouti). En Sudán, entre el 10 por ciento y el 30 por ciento de las jóvenes fallece a causa de las infecciones asociadas a la práctica cuyas secuelas sufrirán toda la vida quienes se libran de la muerte.

En Malí, a pesar de la puesta en marcha, por parte del Gobierno, de programas contra la mutilación genital femenina, la incidencia es del 97 por ciento.

Las niñas africanas son frecuentemente reclutadas como esclavas sexuales durante los conflictos armados. La asociación británica Save the Children ha denunciado, también, en su informe Del campo a la comunidad, que el 50 por ciento de las menores liberianas de entre 8 y 18 años son explotadas sexualmente en los campos de refugiados por los propios cascos azules y por personal humanitario encargado de su protección.

Muchas de ellas acceden a mantener relaciones a cambio de algo de dinero o de comida. El cuerpo de las mujeres se convierte, así, en moneda de cambio en las situaciones límite.

En Sudán, las mujeres refugiadas en los campos de Darfur se arriesgan a ser violadas cuando salen a recoger leña para su familia; en Angola, durante el enfrentamiento civil, las fuerzas armadas secuestraron a 30 mil niñas para ser usadas por los combatientes.

Frente al uso creciente de la violación como arma de guerra, la esclavitud sexual y los embarazos no deseados derivados de todo ello, la comunidad internacional, los gobiernos locales y las fuerzas de pacificación mantienen una pasividad escandalosa, señala Valenciano. Ni los miles de jóvenes agredidas diariamente, ni los hijos nacidos tras los terribles abusos, parecen merecer nuestra atención.

El 64.5 por ciento de las niñas en Malí, el 76 por ciento en Níger y alrededor del 50 por ciento en Etiopía y Camerún son forzadas a casarse antes de cumplir los 18 años. En algunos lugares de Nigeria, los padres casan a sus hijas al cumplir los 11 años. El matrimonio forzado, generalmente con hombres mucho mayores que ellas, condena a las niñas a maternidades sucesivas con alto riesgo de mortalidad, tanto para ellas como para sus hijos.

Por todo ello, el Protocolo de Maputo fue creado y ratificado.

09/GG

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