Inicio En Perú, 270 mil esterilizaciones forzadas, sobre todo a mujeres

En Perú, 270 mil esterilizaciones forzadas, sobre todo a mujeres

Por Bonnie Rodríguez

En la década de los 90 el gobierno de Alberto Fujimori lanzó en Perú un programa de Planificación para el control de natalidad, mediante diversos métodos anticonceptivos, entre ellos la esterilización quirúrgica voluntaria, que tuvo como resultado 270 mil esterilizaciones, la gran mayoría de mujeres.

Este programa respondía a la Ley Nacional de Población, que tenía como objetivo rebajar la taza de fecundidad a 2.5 hijos por mujer en el año 2000.

La abogada feminista especializada en Derechos Humanos, Giulia Tamayo, de nacionalidad peruana y española, es coordinadora de acción e información pública de la Sección Española de Amnistía Internacional. Actualmente es observadora en el juicio que se está llevando a cabo al ex presidente peruano Alberto Fujimori por varias violaciones a los Derechos Humanos.

Además Giulia es autora de los informes «Nada Personal» y «Silencio y Complicidad», el resultado de una de las investigaciones más arduas e importantes del periodo de Fujimori, y que revelaron las esterilizaciones quirúrgicas forzadas a mujeres.

Según el informe «Nada Personal», la campaña se dirigía a la población campesina pobre, de ambos sexos, pero en la práctica las intervenciones se practicaban más a las mujeres.

El informe revela que muchas mujeres fueron engañadas aprovechando su desconocimiento, amenazadas o «compradas» con dinero y alimentos a cambio de las esterilizaciones. Si no obtenían su consentimiento de forma voluntaria, bastaba la decisión del marido. En algunos casos las esterilizaciones se realizaban sin avisar, cuando eran internadas en hospitales para parir.

LAS GRABACIONES DE HILARIA SUPA

Giulia Tamayo ha contado su historia y su experiencia a AmecoPress, así como lo difícil que fue sacar a la luz estos dos informes.

«Yo establecí lazos muy intensos con mujeres de asociaciones rurales, con mujeres indígenas, con mujeres organizadas de los barrios, a pesar que teníamos diferentes opiniones, y teníamos diferentes niveles de formación, porque algunas mujeres tenían sólo primaria o secundaria, y ni siquiera eso, a pesar de todo compartíamos como mujeres, para plantear soluciones a nuestros problemas», comenta.

«De toda la etapa, del terrorismo por parte del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) y Sendero Luminoso, que vivimos en la época del gobierno Fujimori –señala– yo estuve en constante lucha en pro de los Derechos Humanos, incluso mi familia muchas veces me recriminaba mis constantes ausencias en el hogar.

«Entonces, decido darme una tregua y descansar un poco. No lo pude hacer porque recibí las grabaciones en lengua quechua de Hilaria Supa, en las cuales me indicaba que se estaban llevando a cabo esterilizaciones forzadas en la población de Anta en el Cuzco», explica Giulia Tamayo.

Estos hechos sucedieron en el momento en que se llevaba a cabo la Conferencia Mundial de Pekín en 1995, a la que acudieron Giulia Tamayo e Hilaria Supa Huamán, defensora de los Derechos Humanos y del fortalecimiento de las organizaciones de mujeres indígenas y quechua hablantes. También asistió Fujimori, que fue el único presidente hombre en la Conferencia, que precisamente unos meses antes, en el discurso de apertura de su segundo mandato dijo «que las mujeres son dueñas de su destino».

Tamayo explica que en la Conferencia de Pekín formó parte del grupo de mujeres que decidió no saludar a Fujimori «porque se había decidido un encuentro entre el presidente y las organizaciones de mujeres y yo me negué a asistir».

En ese mismo momento, Hilaria Supa se acercó al presidente peruano: «Usted ha dicho que las mujeres serán las dueñas de su destino y yo se lo voy a recordar». Al mes siguiente, Supa envió las grabaciones sobre las esterilizaciones forzadas a la abogada.

«Fujimori, en su afán de volverse populista, decide apoyar a las organizaciones de mujeres», pero Tamayo no confiaba en él porque ya tenía antecedentes de falta de respeto a los derechos humanos. Aún así, junto con otras organizaciones de mujeres, logró que el presidente peruano aprobara la Ley sobre Violencia Familiar, que sería una de las primeras leyes de este tipo en América Latina.

«Lo que Fujimori no sabía era que él iba a ser pero lo que no sabía era que iba a ser uno de los primeros procesados», narra la abogada.

A partir de las grabaciones de Hilaria Supa, Tamayo inició sus investigaciones, viajando por casi todas las zonas del Perú, contando con la ayuda de otras investigadoras que se encargaron de indagar en diferentes lugares. Encontró casos de mujeres que habían muerto por intervenciones quirúrgicas, mujeres que por sus condiciones de salud no podían ser intervenidas, porque padecían desnutrición, «pero a pesar de presentar esas deficiencias físicas, eran esterilizadas», destaca.

En su opinión, el objetivo de este programa eran las mujeres más pobres, de ahí que realizaran más actuaciones en las zonas consideradas «calientes», aunque aludían razones demográficas.

Cuando Giulia Tamayo realizaba trabajos de campo, amenazaron a mujeres de algunas organizaciones, intervinieron su línea telefónica y le cortaron muchas veces la línea del teléfono. Sufrió un asalto y agresión para llevarse sólo su agenda, y trataron de impedir, a través de la Embajada peruana, que diera una conferencia en Nueva York.

Finalmente pudo presentar en Lima los informes «Nada Personal» y «Silencio y Complicidad», aunque encontró graves problemas para exponerlos «personas previamente gratificadas al estilo Fujimori» trataron de desmentir los hechos, declaró Tamayo.

PERÚ RECONOCE ESTERILIZACIÓN FORZADA

Por fin el Estado peruano reconoció su responsabilidad en las esterilizaciones forzadas, después de que Tamayo presentara dos casos ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, uno sobre violencia sexual en los servicios de salud, y otro sobre esterilizaciones forzadas. El gobierno peruano tuvo que asumir la responsabilidad por el caso de violencia sexual pero no quiso responsabilizarse de la esterilización forzada.

«Yo tenía fe en que Fujimori no ganaría la elecciones por tercera vez, pero me equivoqué y terminó siendo elegido presidente», recordó la abogada.

Giulia Tamayo decidió marcharse de Perú en mayo del año 2000: «Había sacado anteriormente a mis dos hijos para protegerlos, ellos ya estaban en España y estaban esperando que yo me reuniera con ellos, mi esposo aún me acompañaba, así que nos marchamos del país».

08/BR/GG/CV

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