Efectivamente, Alfonso Durazo es un señor, tal cual se refiere a él, el presidente Fox, en el sentido que representa esa calificación con dignidad.
Es verdad que cuando Alfonso llegó a la campaña del entonces candidato Fox, su acercamiento le hizo mucho bien, contribuyó en gran medida al triunfo, pues el nombre daba un respaldo especial que no desligaba el pensamiento de Luis Donaldo Colosio, de la hazaña a realizar por el cambio. Es el arte de la política rodearse de talentos y de oportunidades que te alleguen votos. Fox lo aprovechó como debía.
A buen tiempo Durazo ha realizado los cambios en su vida, lo que nos demuestra su visión de largo plazo y la defensa que siempre ha hecho a sus convicciones. Su renuncia, nunca debe tomarse de forma visceral; por el contrario fue cuidadosamente estudiada. Alfonso es más inteligente que un berrinche o un acto de revancha. Otras veces se ha ido a casa, sin contar con un respaldo económico que le garantice la tranquilidad.
En el pasado, en este mismo espacio, he escrito sobre sus actuaciones políticas. Ese señor, tiene muy claro el sentido de nación y el proyecto que se pensó antes de Lomas Taurinas. Ese señor, ha sido coherente con lo que piensa y con lo que hace. Ahí están los datos de su historia. Ahora bien, vayamos a la expresión de confianza y la retribución de la lealtad.
La discusión es si Durazo debía hacer público los motivos de su renuncia. Sin importar que el gobierno ondee la transparencia como un hito histórico para un gobierno mexicano.
Tal vez, el secretario particular y vocero del presidente, se pasó un poco de la mano. Pero eso me hace pensar, en el grave deterioro de la comunicación que existe entre los hombres y mujeres del equipo de trabajo y el presidente.
Me parece que nadie puede negar que ese señor, tenía una percepción privilegiada de lo que acontecía dentro de la toma de decisiones de gobierno. Conoció de primera mano todo el esfuerzo que era convencer, apoyar, encauzar y luego volver a convencer para que se mantuvieran los acuerdos una vez tomados. Sabe de la injerencia de la esposa de Fox; como lo sabe Castañeda, Felipe Calderón, Rodolfo Elizondo, el mismo Creel y quien tenga oídos y ojos.
A estas alturas, no nos preocupa el escándalo, estamos prácticamente dentro de él cada semana. Lo que debe tomar relevancia es la actitud de sordera y la cerrazón con la que Fox piensa que se defiende de ataques. Pero nadie puede negar lo que es del dominio popular, incluyendo al Washington Post, la injerencia de Martita y el daño que eso le hace al gobierno del presidente, por la sencilla razón que lo debilita.
La señora Fox esgrime la bandera del feminismo, la equidad y los derechos de las mujeres como argumento para seguir promocionándose. Por supuesto este tema debe estar en la agenda de todo gobierno.
Nadie opina que las mujeres no pueden llegar a puestos de grandes responsabilidades, decimos que es ella, y sólo ella, quien debe abdicar a favor del bien de su enamorado marido y, desde luego, el de la nación. Ella, y quien se encuentre en los lugares similares protegidas desde una circunstancia desigual.
Alfonso no es escuchado por ellos y por eso encuentra la forma de llamar su atención. Luego, la prensa y los medios, son los conductos adecuados de comunicación para la pareja presidencial. En ese sentido, Durazo utilizó la forma ideal para ser escuchado.
Sin olvidar al General Secretario de la Defensa y a muchos del gabinete, el presidente debe aceptar que no es posible que muchos se equivoquen siempre. Y que sólo él y su mujer sepan la verdadera historia de cómo están las cosas.
*Escritora y periodista mexicana
2004/BJ/SM
