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España: brecha salarial entre los sexos llega a 24 por ciento

Por Laura Cadenas Sinovas

Según la última Encuesta Anual de Estructura Salarial publicada por el Instituto Nacional de Estadística (INE) de España, con datos de 2012, la diferencia de salarios entre mujeres y hombres es de 6 mil 144.72 euros anuales (más de 124 mil pesos mexicanos), produciéndose una brecha entre los sexos de 23.93 por ciento.
 
A pocos días de celebrarse el Día Europeo por la Igualdad Salarial, la desigualdad sigue imperando en el viejo continente. En España, las mujeres tienen que trabajar 79 días más que los hombres para recibir el mismo salario.
 
En 2015, en la conmemoración del 22 de febrero, la Unión General de Trabajadores (UGT) presentó el informe “Trabajar igual, cobrar igual”, en el que se analizan los datos aportados por el INE, Eurostat y la Encuesta de Población Activa en materia de igualdad salarial.
 
Atendiendo al marco europeo, el informe de UGT destaca que España es el cuarto país de la Unión Europea (UE) con mayor brecha salarial, sólo superado por Hungría, Alemania y Eslovaquia.
 
Mientras que las europeas ganan una media de 16.5 por ciento menos por hora que los hombres, en España la cifra es de 19.3 por ciento, nivel cercano al de 2002 registrado en 20.2 por ciento.
 
Tomando como referencia los datos de 2012 (últimas estadísticas disponibles), la remuneración anual bruta de las españolas fue 24 por ciento inferior a la de los hombres, tratándose de la más elevada de los últimos cinco años.
 
La ausencia de políticas de igualdad y la falta de un seguimiento legal contra este tipo de discriminación son las causas atribuidas por UGT para explicar tal disparidad.
 
En relación al tipo de jornada laboral, los trabajos a tiempo parcial son en 75.21 por ciento ocupados por mujeres, el triple que los hombres. Una de cada cuatro trabajadoras desempeña su jornada en esta modalidad, recibiendo salarios que no superan los 11 mil euros anuales brutos (poco más de 222 mil pesos mexicanos).
 
Con una brecha salarial de 33.7 por ciento, las diferencias de sueldo entre las y los trabajadores a tiempo parcial son alarmantes, siendo esta cifra la más alta de toda Europa.
 
UGT apunta que las diferencias más marcadas de salarios se producen en las ocupaciones menor calificadas, precisamente estos puestos son los más feminizados, como es el caso del sector servicios ocupado en 80 por ciento por mujeres.
 
No obstante, tener una alta formación no acorta distancias entre mujeres y hombres. Los puestos de mayor reconocimiento social y mayor retribución están copados por varones, y en el caso de acceder las mujeres a puestos de dirección o gerencia la brecha salarial persiste cobrando las mujeres 16.08 por ciento menos que los hombres en su mismo puesto.
 
La segregación laboral está presente en toda España. De las 17 Comunidades Autónomas, sólo cinco están por debajo de la media nacional de 23.9 por ciento.
 
Baleares (16.78 por ciento); Canarias (17.03); Extremadura (19.38); Madrid (21.55), y Castilla-La Mancha (23.16) son las que presentan un índice ligeramente inferior a la media.
 
Al contrario, las diferencias más acusadas ocurren en Aragón (29. 98 por ciento); Navarra (29.57); Cantabria (28.05), y Asturias (28.04).
 
EXCLUSIÓN FEMENINA
 
Pese a que los datos constatan que las españolas tienen que trabajar más para cobrar lo mismo que los varones, a menudo entre la población existe cierta incredulidad y falta de conciencia con respecto a la brecha salarial.
 
Pero la desigualdad, más allá de una discriminación directa percibida en términos económicos, es sufrida por las mujeres de un modo indirecto, siendo desprestigiadas de diversas formas, ya sea ocupando puestos de menor rango o relegando su función laboral a las necesidades familiares.
 
En el caso de las empresas, tal y como expresó a Amecopress Nieves García Huelmo, responsable del Área de la Mujer de la Federación Estatal de Servicios (FES) de UGT, “las empresas tienden a justificar de forma genérica la brecha salarial asociándola a la incorporación más tardía de la mujer al mundo laboral, lo que en muchos casos supone que conceptos como la antigüedad y otros rubros que antiguamente existían en los convenios no sean actualmente percibidos por las mujeres.
 
“Este argumento es común incluso en sectores tan feminizados como el de la limpieza, lo que evidencia su incoherencia. De hecho, el incremento progresivo de la desigualdad desmonta totalmente esta tesis”.
 
García Huelmo destacó que más allá del terreno laboral, para lograr soluciones efectivas en materia de igualdad tienen que producirse cambios en el ámbito privado, familiar y social, y en este sentido los estereotipos de género juegan un papel fundamental.
 
“Nuestra sociedad tiene asentados ciertos estereotipos machistas que ligan a la mujer con el cuidado de los hijos y el hogar. A pesar de que estos roles se van rompiendo a medida que se visibiliza a la mujer en todo tipo de puestos, aún no existe un pleno convencimiento de que las mujeres pueden acceder a todo tipo de empleos, y que a su vez el hombre tiene que aceptar la responsabilidad familiar en la misma medida que lo hace la mujer”, dijo la responsable de UGT.
 
En este sentido, la falta de corresponsabilidad en las tareas domésticas y en los cuidados y crianza agravan la exclusión de las mujeres generando, según la integrante de UGT, “una frecuente salida y entrada de las mujeres en el mundo laboral sin permitir a las trabajadoras una profesionalización plena”.
 
A su vez, García Huelmo resaltó que “las consecuencias de que no exista una conciliación equitativa tienden a no valorarse en el momento presente, pero tienen importantes consecuencias a largo plazo como la reducción de la cotización, o el propio descuelgue del mercado laboral por parte de las mujeres, fomentándose así la dependencia del varón y la desprotección, por ejemplo, en casos de que exista una separación”.
 
En cuanto a la labor del gobierno, la responsable de UGT señaló que “desde el Ejecutivo se podría hacer mucho más para acortar las desigualdades”.
 
Agregó que “la creación de un ministerio dedicado exclusivamente a la igualdad, hoy desaparecido, fue una gran iniciativa, pero por desgracia gran parte de los compromisos con los que nació se terminaron incumpliendo. De hecho, una de las trabas está en la propia Ley de Igualdad al ser demasiado genérica”.
 
ACABAR CON LA DESIGUALDAD
 
En las jornadas organizadas en Córdoba (sur de España) el pasado lunes 15 de febrero, por el Instituto Andaluz de la Mujer y la Plataforma Andaluza de Apoyo al Lobby Europeo, Elizabeth García, secretaria de la Mujer de la Confederación Sindical de Comisiones Obreras (CCOO) de Andalucía, defendió como meta exigir una corresponsabilidad a tres bandas –social, de la administración y de las empresas–, para acabar con la discriminación laboral que sufren las mujeres. Calificando estos tres ámbitos como un “triángulo indisociable”.
 
En el ámbito social, García demandó la necesidad de concientizar a la ciudadanía de la responsabilidad conjunta entre mujeres y hombres en torno a las responsabilidades familiares. Así como impulsar un modelo educativo bajo los parámetros de la igualdad que descarte roles y estereotipos sexistas muy asentados en nuestra sociedad.
 
La secretaria de la Mujer de CCOO de Andalucía consideró el papel de las administraciones “crucial” para frenar la distancia salarial entre los sexos, y por tanto exigió al gobierno la creación de políticas activas de empleo femenino, una mejora en la contratación a tiempo parcial, políticas que incentiven la corresponsabilidad en el cuidado de menores de edad y personas dependientes, y más inversión para el desarrollo de la Ley de Igualdad.
 
En referencia a las empresas, García señaló que el cumplimiento de los planes de igualdad pasa por una concientización en ellas. “Las empresas ven sólo su vertiente económica y no repercusión económica y productiva que representaría para las trabajadoras y para las propias empresas”, apuntó.
 
Entre esos beneficios se remarcó un incremento en el compromiso y en el rendimiento de las trabajadoras, el aumento de la reputación de la empresa, y una mayor satisfacción laboral, traducida en menos conflictos para la empresa.
 
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