El yoga es una de las alternativas de trabajo corporal más difundidas actualmente. Se practica, de hecho, en casi todos los países del mundo. Flexibilidad, coordinación y relajación son varias de las bondades y beneficios que han reportado quienes lo practican.
No obstante esta popularidad, muchas veces se desconocen su filosofía, origen y propuesta de trabajo corporal, que van más allá de lo meramente físico.
La palabra yoga significa unión. El objetivo de su práctica es que la persona logre una integración entre salud física, mental y espiritual; además, «une» al ser humano con el Cosmos (energía universal).
El yoga es, por tanto, toda una filosofía de vida. Surgió en la India hace miles de años con una visión integradora. Busca proporcionar al individuo -además de una conciencia espiritual-, relajación profunda, tranquilidad mental, concentración y claridad, así como mayor flexibilidad y vigor físico.
La experiencia reciente demuestra que es posible practicarlo a cualquier edad y en cualquier estado físico (incapacidad o lesión), sin que la persona adopte necesariamente toda la propuesta filosófica. Hoy en día, existe un amplio abanico de opciones -revistas, gimnasios, libros, videos, televisión- que muestran la forma básica para practicar esta disciplina. El riesgo, sin embargo, es tomar únicamente la parte física y olvidar la parte espiritual.
La técnica del yoga se realiza a través de una serie de posturas o asanas cuidadosamente estructuradas, ejercicios de respiración, meditación y algunos cantos sagrados, conocidos como mantras, que deben seguirse en secuencia. Con las posturas se estiran todas las partes del cuerpo lentamente y se da un masaje tanto a los órganos como a las glándulas internas.
Hay una parte fundamental en el yoga que debe tomarse en cuenta: la relajación, tanto del cuerpo como de la mente, que lo convierte en una excelente manera de descargar la tensión, lo cual es imprescindible para lograr un equilibrio armonioso entre el bienestar físico y mental (Alex Kirsta, Superar el estrés. Cómo relajarse y vivir positivamente, 1986).
Debe practicarse al menos tres veces a la semana con un instructor experimentado, de preferencia; es preferible iniciar con algunos ejercicios previos a las posturas, de tal manera que tu «yo soy corporal» tenga la flexibilidad necesaria para las asanas más intensas.
Asimismo, es recomendable cuando hay problemas de tensión muscular, si llevas una vida con alto estrés y presiones, o si necesitas integrar cuerpo y mente y no quieres hacer ejercicios que requieran gran esfuerzo físico.
También es importante tener un ingrediente fundamental: paciencia; si no es así, esta propuesta es una alternativa excelente para cultivarla.
*Periodista mexicana con especialidad en terapia Gestalt
06/CV/YT