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Esther Chávez Cano: una vida dedicada a buscar justicia

Por Sonia del Valle

Esther Chávez Cano es una mujer menuda, pero recia; cálida, pero firme. Camina pausado, pero no se detiene; le falta tiempo y le sobra vida para hablar sobre lo que desde hace nueve años ha considerado: «una tragedia».

Con su figura delgada, sus lentes y su cara espigada, Esther recorre las calles de Ciudad Juárez a pie o en coche. Ha recorrido los lotes desérticos de una ciudad que la acogió desde hace 20 años, pero que le robó la vida a más de 200 «jovencitas», como las llama.

Esther conoce no sólo las calles y los lotes baldíos; también conoce a las personas. En su libreta de direcciones se encuentran los nombres y teléfonos de las madres de las mujeres que han perdido la vida en Ciudad Juárez.

Su libreta es un poco como la propia Esther: con el paso de los años crece. Ella registra ahí los nombres de las autoridades encargadas de esclarecer los asesinatos, los de las organizaciones no gubernamentales, los de las personas que conoce, los de las periodistas que se le acercan o que sabe que debe contactar; en su libreta ella anota todo: correos electrónicos, teléfonos, direcciones, páginas web.

Pero, como ninguna otra persona, Esther también lleva otro registro: el de las muertas de su ciudad. En él Esther tiene anotado el número de caso (en riguroso orden de aparición por año), el nombre de la víctima (si existe), la forma como fue asesinada, la manera como se encontró el cuerpo, quién lo encontró y el medio que dio a conocer la noticia junto con el día en que lo hizo.

De tanto en tanto Esther hace un balance de los casos que han sido resueltos; por eso en su registro hay una columna que se llama Observaciones… pero por lo general está vacía.

Desde joven Esther fue una mujer «arrojada», cuenta su hermana Martha, quien recuerda que en una ocasión cuando Esther tenía 15 años y trabajaba en un banco con Rafael Ballina, le pidió a su mamá las escrituras de la casa.

«Tomó las escrituras, se las llevó al señor Ballina y le pidió un préstamo. Lo increíble es que se lo dieron. Por supuesto lo pagamos. Era un préstamo que pidió para poder hacerle unos arreglos a la casa. Así es Esther», dice.

Pero Esther también es una mujer de trabajo. Desde muy joven tuvo que hacerlo. Su madre, Guadalupe Cano, perdió a su esposo Alberto Chávez cuando Esther tenía cuatro años; quedó viuda y con ocho hijos: seis mujeres y dos hombres.

Esther estudió en una escuela de monjas y, cuando salió, comercio. Esto le abrió las puertas a los diversos trabajos que tuvo en el área administrativa. Como tanta gente, ella nació en la ciudad de Chihuahua pero vivió tanto en Guadalajara como en la Ciudad de México.

Desde hace 20 años regresó a Ciudad Juárez y allí se encontró con el trabajo de las maquiladoras y el feminismo: eso marcó su actual lucha social; tal como comenta Pilar Sánchez, amiga de lucha e integrante de la organización Católicas por el Derecho a Decidir.

Para Claudia Cruz, integrante de Milenio Feminista, Esther es Juárez: «Sin ella y sin su perseverancia poco se sabría de los asesinatos de las mujeres. Ha sido fundamental para hacer que se vean los asesinatos porque tiene una preocupación personal para que se esclarezcan.» Pero Esther también está en esta la lucha, como asegura su hermana, porque es «poco paciente».

Esther Chávez Cano lo ha hecho todo: ha recorrido países para denunciar la violencia que viven las mujeres en Ciudad Juárez, ha llorado a lado de las mujeres que han perdido a sus hijas, les ha gritado a los funcionarios públicos, ha marchado por las calles, ha hecho cartas, ha escrito editoriales, ha enviado correos…

Esther también se ha sentado a hablar con legisladores, con funcionarios de gobierno, con procuradores, con fiscales, con relatores de Naciones Unidas y con la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

Y, además, Esther ha hablado con cientos de periodistas; ha estado en programas de radio y de televisión, ha organizado y estado en conferencias de prensa, ha participado en foros y seminarios sobre violencia contra las mujeres, y les ha escrito cartas a los presidentes de México (Fox y Zedillo).

En sus nueve años de lucha ha construido alianzas con otras organizaciones no gubernamentales y también las ha roto. Fundó Casa Amiga, centro de crisis, para atender a las sobrevivientes de la violencia familiar y sexual. Todo ello para demandar una sola cosa: justicia.

Por ello, Esther Chávez Cano recibirá el próximo 23 de abril el Premio Nacional María Lavalle Urbina, quien en 1975 pronunció un discurso con motivo de la celebración del día de la mujer en el que aseguró: «la discriminación en contra de la mujer es incompatible con la dignidad humana». Esto mismo es lo que mueve a Esther.

       
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