De acuerdo con un estudio del Colectivo Sol y la Red Mexicana de Personas que Viven con VIH, en el que participaron 30 mujeres del Distrito Federal y cuatro estados de la República Mexicana, ninguna pensó nunca en la posibilidad de infectarse de SIDA.
Entre otros hallazgos de la investigación, realizada también en los estados de Hidalgo, Guerrero, Nuevo León, y el Estado de México, las mujeres seropositivas no pertenecen a un grupo homogéneo, pues lo mismo se trata de campesinas, empresarias de la Ciudad de México o amas de casa en los suburbios.
A pesar de las diferencias de edades, de estado civil y de educación, surgieron algunas similitudes importantes como el que la mayoría, son madres y con un número promedio de dos hijos por mujer.
Adicionalmente a sus responsabilidades maternas, la mayoría de las mujeres, el 66 por ciento reportó que hace algún tipo de contribución económica a su hogar; 38 por ciento dijo que son las únicas proveedoras de recursos económicos para sus familias y el 17 por ciento afirmó que depende de su pareja masculina.
La mayoría de las encuestadas concibió al Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH), como un problema de homosexuales y prostitutas e incluso de africanos.
Veinticinco de las mujeres entrevistadas, dijeron creer que fueron infectadas en una relación sexual con un hombre; una, lo atribuyó a una violación sexual, cuatro piensan que adquirieron el virus durante el coito o en una operación médica y sólo una mujer dijo creer que fue infectada durante una intervención quirúrgica.
Ninguna de las mujeres aceptó usar drogas inyectadas; el 63 por ciento había tenido sólo una pareja sexual antes de ser diagnosticada y el 80 por ciento de las mujeres había tenido tres o menos parejas sexuales en su vida.
En los pocos casos en que las mujeres sospecharon que el comportamiento sexual de sus esposos las ponía en riesgo, fueron incapaces de implementar medidas efectivas de seguridad como el uso del condón.
Con base a las historias de las mujeres entrevistadas se concluyó que la falta de percepción de las mujeres con VIH contribuye a su vulnerabilidad a la infección.
En la mayoría de los casos, estas mujeres no se infectaron involucrándose en las prácticas llamadas de «alto riesgo» o en actividades socialmente marginadas, como tener sexo con múltiples parejas o usar drogas intravenosas.
Por el contrario –señalaron las organizaciones—fueron infectadas en el contexto de la construcción dominante de la heterosexualidad en donde los hombres deciden cómo se llevan a cabo la actividad sexual, la fidelidad femenina es sobrevalorada, el uso del condón es rechazado y la bisexualidad se mantiene en secreto.
Estas concepciones de la heterosexualidad impiden a las mujeres reconocer que están en riesgo de una infección de VIH y dificultan su protección del SIDA.
En este sentido, tanto el colectivo como la red recomendaron intervenciones de prevención tales como campañas en los medios de comunicación; el uso de métodos de barrera controlados por mujeres y educación sobre SIDA.
Además asesoría a todas las mujeres como parte de los servicios de salud básicos, incluyendo la consejería en las pruebas de detección de VIH y diagnóstico y tratamiento de infecciones de transmisión sexual.
2003/SM/MEL
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